“Esto lo cubrimos con cables” debe ser una de las frases más pronunciadas y escuchadas en las redacciones de los diarios. Ante versiones de renuncia de funcionarios, otro reflejo es “fijate qué dice Telam”. En algunos sitios web de grandes diarios, hasta se considera una “primicia” subir un cable antes de que lo haga un competidor. Los periodistas de los matutinos se esfuerzan por darle “una vuelta de tuerca” a una noticia, puesto que “la información” ya la difundió la agencia.
Ocurre que al hablar de “cable”, de “agencia”, de “despacho”, se puede perder de vista que detrás de esa información hubo un periodista que la buscó, la escribió y un editor que la difundió. Y pese a que son el primer alimento de la maquinaria informativa, en muchas ocasiones, su labor es minimizada. Y para el lector, oyente o televidente, hasta puede ser invisible.
El sitio DsD habló con cinco periodistas, de las tres principales agencias nacionales (Télam, DyN y NA) y aquí se transmiten sus sensaciones, sus vivencias, sus anécdotas y su forma de ejercer el periodismo, tal vez la más primaria (buscar información, escribirla y difundirla lo más rápido posible). Los cinco tienen diversa jerarquía dentro de las empresas en las que trabajan y distinta trayectoria profesional. Pero quizá representen el sentir de muchos. Para el periodista de la agencia, a la hora de hacer su trabajo, no existen ni la ideología ni los adjetivos. Anotador y lapicera, un grabador, los sentidos “en alerta” y a escribir contrarreloj.
Este es el humilde pero merecido homenaje de DsD a todos ellos.
La fama, puro cuento
“Si tenés problemas de personalidad y querés ser una estrella, no tenés que dedicarte al periodismo de agencia”, asegura Mariano Spezzapria, Secretario General de Redacción de la agencia Noticias Argentinas (NA). Hace más de trece años que sus artículos son difundidos en cuarenta diarios y ochenta radios de todo el país. Sin embargo, su nombre no integra el cenáculo de los periodistas famosos. Es que en el trabajo de agencia no se trata de ser conocido: “la satisfacción se produce cuando agarrás el diario al otro día y te parece información vieja”, concluye.
“La agencia es como un mayorista de noticias”, señala Eduardo de la Fuente, editor de Economía y jefe del turno tarde en Telam, la agencia de noticias estatal de Argentina. La analogía viene a cuento de que su trabajo consiste en producir información y distribuirla a un conjunto de empresas periodísticas u otros interesados a cambio del pago de un abono. Spezzapria prefiere otra metáfora: “Para mi la agencia es como la sangre del circuito de información. Hay muchos pedazos, la agencia los toma todos y los hace circular”.
Las agencias son lugares ruidosos donde conviven televisores encendidos y radios a todo volumen. Teléfonos que suenan, conversaciones simultáneas y el constante sonido de teclados manipulados con urgencia para difundir una nueva información. Estas noticias, siempre redactadas con la tradicional “pirámide invertida”, pueden asumir distintos formatos: el anticipo (con una extensión máxima de dos párrafos), el alerta (una línea) y el flash (de dos o tres palabras pero de uso muy poco frecuente ya que se reserva para noticias que cambian súbitamente la planificación informativa). Adicionalmente, las agencias elaboran una cartelera que se despacha pasado el mediodía donde las distintas secciones señalan cuáles serán los temas a desarrollar en la jornada. Para terminar, a última hora de la tarde, se envían las notas más importantes producidas durante el día ya en condiciones de ser publicadas.
“La finalidad principal es ser un insumo para los medios” explica Santiago Magrone, redactor de Economía en Diarios y Noticias (DyN). “No en vano son empresas conformadas por accionistas, a su vez titulares de distintos medios, que necesitan contar con información para el desarrollo de su propia dinámica y de sus propios negocios”, concluye. Los ejemplos locales son elocuentes. DyN es propiedad del Grupo Clarín, entre otros. Noticias Argentinas (NA) formaba parte del Grupo Kraiselburd, hasta que uno de los socios, Jorge Fascetto, se separó y se quedó con ella, además de Diario Popular.
Télam, NA y DyN cuentan con el aporte de más de 800 trabajadores de prensa que cubren la demanda informativa de la gran mayoría de los medios argentinos. ¿Quiénes son y cómo trabajan?
Una ponencia brillante en el Congreso Mundial
Para acceder a una mirada sobre el origen de las agencias de noticias y cÓmo el flujo informativo fue decisivo en la configuración del poder político mundial, nada mejor que leer la ponencia del histórico periodista uruguayo Federico Fasano, del Multimedios Plural - Diario La República.
Su disertación se dio en el marco del “III Congreso Mundial de Agencias de Noticias” que del 19 al 23 del mes pasado sesionó en nuestro país, en la ciudad sureña de Bariloche.
La argentina Télam, organizadora del encuentro fue designada al frente del Congreso Mundial hasta el 2013. En el sitio dedicado al evento, se pueden leer también las exposiciones de Alex Grijelmo, presidente de la española EFE y de Javier Álvarez de Andes, de Ecuador, entre otros.
Por la Argentina expuso el vicepresidente de Télam, Sergio Fernández Novoa.
También se pueden observar en el sitio las mejores fotografías de reporteros gráficos de agencias, que fueron premiadas en la ocasión.
Agencias S.A. (Servicio Anónimo)
“El lector no sabe que gran parte de las veces los diarios trabajan en función de lo que la agencia escribe”, advierte Walter Schmidt, Jefe de Política de DyN. “Muchas veces los colegas esperan los cables para empezar a trabajar en la búsqueda de algo más. De algo que los diferencie o, incluso, buscando los mismos entrevistados que la agencia pero adjudicándose el crédito”, agrega.
“Como agencia tenés la obligación de abarcar toda la coyuntura. Entonces el periodista de gráfica que está cubriendo, por ejemplo, los discursos en el Congreso, sabe que lo formal lo va a recibir desde la agencia y se dedica a buscar el plus, lo distintivo”, agrega Daniel Casas, Jefe de América Latina en Télam.
Esta práctica, tan enraizada en las redacciones actuales, tiene un amplio alcance en el sistema de medios nacional. Según Magrone, “la enorme mayoría de los diarios del interior cubren las noticias en un setenta por ciento con material de agencia. Y hay diarios en la Capital que lo hacen, al menos, en un cincuenta por ciento, dependiendo siempre del medio y su infraestructura”. En ese marco, la ausencia de crédito para las agencias que han difundido la información en primera instancia puede generar molestias.
Mariano Spezzapria no comparte el pensamiento: “Es una regla de juego. Cuando un medio compra un servicio de la agencia tiene derecho a citar o no. Por una cuestión moral debería hacerlo, pero hay diarios más mezquinos que no lo hacen”.
Eduardo de la Fuente, que en sus 16 años en Télam ha visto la evolución de esta tendencia, apunta: “hoy nadie pone de dónde saca la información. Se han roto ciertos códigos de honestidad”. Sin embargo, aclara: “Eso también pasa dentro de las agencias nacionales con las extranjeras. Antes poníamos siempre una sigla y expresábamos con claridad que era sacado de otra agencia. Hoy eso se va perdiendo. Creo que Internet ha causado mucha confusión y entonces la posibilidad de leer todos los medios hace que se robe mucha información y que no se sepa cómo manejarlo. Se eligió entonces la vía más rápida que es hacerse el boludo”.
A propósito del tema, De la Fuente menciona un ejemplo que da cuenta de una consecuencia inesperada de la omisión de la fuente: “En algunas provincias donde tenemos dos corresponsales nos ha pasado que el de la mañana manda un cable que la agencia reproduce. Luego, el diario de la provincia levanta esa información sin mencionar a la agencia. El corresponsal de la tarde, que no está enterado de lo que pasó, la levanta nuevamente del diario y la envía otra vez a la agencia. Si uno no se de cuenta, la información se vuelve a mandar y la noticia circula hasta que alguien se aviva”.
Si no te cito porque no y si te cito…
“Si te citan es porque están dando información delicada. Entonces lo hacen ante la posibilidad de que ésta no sea correcta. Pero la agencia no es como un portal de Internet donde podés borrar lo que pusiste o como un diario que sale al día siguiente. Los tiempos entre que un redactor de agencia arma un cable y un editor final lo saca al aire no superan los 5 minutos. Entonces puede pasar que te equivoques, aunque no es la generalidad”, plantea Spezzapria.
“Siempre está la posibilidad de que en la celeridad por sacar la información corras algún riesgo de pisar en falso. Eso implica un gran desafío por parte del trabajador de la agencia en el chequeo de las fuentes”, señala Magrone. “De esa seriedad sale el respaldo para lo que uno está produciendo y, en todo caso, el prestigio de la agencia. Yo, habida cuenta de que la primicia ya tiene un valor relativo, soy de la idea de que es preferible esperar para reasegurar la información antes de salir al voleo a decir algo de lo que después te tengas que desdecir. Las operaciones forman parte de la dinámica diaria y por eso uno tiene que estar alerta”, concluye.
La compensación va por dentro
“Hace unos años fui el único testigo de una discusión fuerte que había tenido Rafael Bielsa con las autoridades de un avión en un vuelo que iba de Nueva York a Miami. En ese momento, poco después del ataque a las Torres Gemelas, el control en los aeropuertos era muy estricto y lo habían hecho esperar como cinco horas arriba del avión. Cuando bajamos veo que él estaba discutiendo con los funcionarios de seguridad. Yo me quedé y escuché todo. Pero tenía que consultar porque no podía informar que el Canciller tuvo una discusión diplomática así nomás siendo de la agencia oficial. Al otro día a las 6 y media de la mañana lo chequeo y resulta que ya se había filtrado por otro lado. Entonces, cuando sale la noticia veo que dice: un periodista de la agencia Télam presente en el lugar contó esto. Esa fue la máxima aparición que tuve”, ironiza Casas. Su anécdota corre el segundo velo del anonimato. Detrás de la agencia, los periodistas.
“El trabajo de agencia en sí mismo tiene su costado apasionante que tiene que ver con la búsqueda de la información, la elaboración de esa información y luego ver cómo eso que uno ha producido amerita credibilidad suficiente como para ser publicado en diversos medios. De esta manera, cuando uno ve que eso que ha producido o generado alcanza la dimensión de una información conocida y compartida (incluso con un alcance hasta superior al que podría tener esa misma información escrita para un único medio), entonces ahí el ego la emparda”, reflexiona Magrone.
“En el fondo si vos hacés bien tu trabajo y ves que al otro día en los diarios está la misma información que vos trabajaste el día anterior, no tenés ningún problema”, apunta Spezzapria.
Tu nombre me sabe a letras
“Los que siguen el día a día de las noticias, los que están pendientes de lo que sale y lo que no, con las iniciales te conocen. Entonces, cuando hablás con ellos te citan cosas que vos escribiste y que han salido en la agencia. En el submundo en el cual vivimos, y me refiero al caso puntual del periodismo político, nos conocemos”, asegura Schmidt e introduce al público menos avezado en la lectura de cables de agencia dentro de un nuevo espacio de reconocimiento.
“Todos los cables salen con las iniciales primero de la persona que lo redactó, después del jefe que lo editó y tercero del editor de la mesa de edición. Cada uno va agregando sus iniciales y cuando llega al periódico lo hace con todas las letras. De está manera, el que conoce más o menos el paño puede identificar quién lo hizo. Así te sentís menos anónimo”, explica De la Fuente.
Magrone coincide con esa lectura: “Las iniciales con el tiempo también generan un cierto crédito. Porque hay un momento dentro de la dinámica de cada medio que cuando un periodista recibe los materiales identifica quién es el autor y le da más o menos credibilidad a esa información. Por otra parte, si se produjera algún problema o algo que amerite un examen de ese material específicamente, se sabría quienes fueron los que estuvieron en el tema”.
Esas letras, que cumplen el rol de firma, no solo dan sustento a la credibilidad del periodista para con los receptores de la información, sino también en relación con las fuentes. En ese sentido, Casas puntualiza: “Si bien las agencias siempre fueron un escalón muy anónimo de periodismo, no es así para el político, el funcionario o ´la fuente acostumbrada´ que sabe que la agencia es un amplificador importante. Por eso el trato hacia nosotros es parecido al de los colegas de otros medios”.
Con nombre y apellido
Más allá de lo mencionado, las agencias tienen algunas (pocas) notas que salen con firma. Se trata de columnas de opinión que se envían regularmente por sección y otras especiales que se redactan en ocasiones que la trascendencia del tema lo amerita. Esos artículos, que llevan el nombre completo del periodista y supondrían un mayor respeto del crédito en la publicación, también sufren la omisión de la fuente.
“No son pocas las veces en que el material de la agencia (ya sea que salga solo con las iniciales de uno o, lo que es más notorio y grave aún, que salga con nombre y apellido) aparece reflejado en algunos medios con la firma de algún colega. Lo cual, luego de la incomodidad y la irritabilidad inicial amerita un llamado a ese colega para aclarar los tantos. A partir de eso, muchas veces se corrige y no vuelve a ocurrir. Pero vuelta y vuelta aparece alguien en la agencia diciendo: pero mirá lo que me hicieron…” cuenta Magrone, con la experiencia de 25 años en la redacción de DyN.
Schmidt se suma a la denuncia: “Muchas veces los diarios de la capital utilizan la información que vos volcaste en una columna o en un panorama para darle una vuelta y hacer uso sin ningún crédito. Hacen como el robo del análisis o el robo del dato. Estos tiempos están signados por eso”.
Proveedor de información y algo más
Un último aspecto a destacar de las agencias de noticias es su característica de semillero profesional. Tal como dice Spezzapria: “Las agencias son escuelas de periodismo sobre la marcha y los diarios están todo el tiempo convocando a sus periodistas. Un agenciero es muy valorado porque es un periodista práctico”.
Schmidt comparte el diagnóstico: “El trabajo de agencia es una escuela obligada previa a trabajar en cualquier medio (gráfico, radio y hasta televisión). La dinámica se obtiene de trabajar constantemente con el minuto a minuto ya que la contundencia pasa por quién sale más rápido. A la vez necesitás poder de síntesis, porque en poco tiempo tenés que saber cuál es el título y transmitirlo, y volumen, porque la agencia tiene un espacio que es ilimitado y podés escribir cientos de despachos. En definitiva, trabajás en cantidad, calidad, poder de síntesis y rapidez”.
Características esenciales que, como los periodistas de agencia, son invisibles a los ojos.
¿Agencias 2.0?
Las innovaciones tecnológicas en materia de comunicaciones no se detienen. El uso de redes sociales, blogs y otras herramientas de comunicación instantánea obligan a las agencias a repensar su relación con las nuevas tecnologías y hasta ponen en cuestionamiento su futuro. ¿Cómo se vive este proceso en sus redacciones?
“Probablemente las nuevas tecnologías y la generación de nuevas formas de comunicación hagan que las agencias desciendan en su participación específica de producción de noticias. En este momento ya las han puesto en riesgo e incluso las han derrotado, en algunos casos, en lo que se refiere al llegar y difundir primero”, afirma Santiago Magrone, redactor de Economía de DyN.
Walter Schmidt, Jefe de Política en la misma agencia, hace otro enfoque con ribetes más esperanzadores: “Lo que ha logrado Internet es que la información que genera una agencia de noticias repercuta y empiece a rebotar inmediatamente. De esta manera, las declaraciones que vos obtuviste en exclusiva circulan con tanta velocidad que los propios portales de los diarios se ven obligados a repetirlas, así como los blogs, Twitter y Facebook. Entonces, el diario tiene que hacer un mayor esfuerzo para llegar con más información al otro día. De esa manera, si bien Internet no ha reivindicado el trabajo de agencia en cuanto al anonimato, sí lo ha hecho en cuanto a la inmediatez”.
Spezzapria pone el énfasis en el futuro: “Cada vez más nos están utilizando los medios digitales y las páginas web de los medios gráficos tradicionales. En ese sentido yo diría que en algún momento las agencias y la web van a ser una misma cosa”, reflexiona.
Con cuenta en Facebook y Twitter, Spezzapria señala que su preocupación es aggiornar NA mediante el uso de las nuevas tecnologías: “Junto con el portal, la presencia en redes sociales forma parte de la idea de darle visibilidad a la agencia. El contenido ya lo tenemos, lo que hacemos es volcarlo en distintas plataformas”.
Fuente Diario sobre Diarios.
Che, que buena nota!!!, al menos "algún" reconocimiento