Bajo el comando exclusivo de Cristina Fernández y a un mes de la muerte de Néstor Kirchner, el gobierno respira por estas horas una gran confianza respecto a su continuidad después del 10 de diciembre de 2011.
El optimismo se nutre de encuestas, que le sonríen al Gobierno mucho más que cuando el ex presidente se encaminaba a ser candidato, pero también se basa en la hoja de ruta trazada en los principales despachos de Balcarce 50.
Ese camino señala para los próximos 10 meses la salida del default, la posibilidad de contar recursos casi a discreción para desplegar en materia social, infraestructura y propaganda; y el liderazgo presidencial creciente para dominar su partido y forjar una política nacional de alianzas mucho más amplia que en 2009.
Como se ve, Cristina Kirchner es una pieza irremplazable en el esquema de continuidad del grupo político que gobierna y a su alrededor dan por hecho que buscará seguir cuatro años más al frente del país sin su principal sostén político y afectivo.
Si bien se la ve dolida en los actos públicos y pidió postergar cualquier tipo de definición electoral hasta marzo, lo cierto es que dio señales claras de querer seguir.
Bajo la premisa de su esposo de que el poder no se delega, Cristina asumió formalmente la conducción del PJ. Desde ese lugar frenó un choque de camiones entre Hugo Moyano y los intendentes que resisten el liderazgo del jefe cegetista en la rama bonaerense, con Daniel Scioli como prenda de paz entre las partes.
Pero también antes de fin de año, habrá un acto fundacional del PJ nacional. Cristina Kirchner reunirá —posiblemente en la residencia de Olivos— al Consejo Nacional del PJ.
Aquí los roles se invierten, porque la conducción formal es de Scioli –en su carácter de vicepresidente primero- pero ese acto servirá como una toma de mando por parte de la mandataria.
¿Efecto espuma o números definitivos?
Las encuestas de distintas consultoras que llegan a la Casa Rosada dan cuenta de un triunfo seguro de Cristina Kirchner en las elecciones del 23 de octubre.
Los sondeos son revisados en todo el país y el nuevo escenario facilita la política de alianzas para el oficialismo.
Ya tiene abrochado un acuerdo electoral con José Manuel de la Sota en Córdoba (en principio iba a haber dos listas del PJ pero ahora se habla de una encabezada por el ex gobernador).
En la estratégica Buenos Aires espera sumar por izquierda con Martín Sabbatella, quien llevará a Cristina Kirchner como candidata presidencial pero enfrentará a Scioli. Se espera la reglamentación de la ley electoral para ver si el candidato de Nuevo Encuentro puede plasmar ese acuerdo en las boletas o no.
En Capital Federal, el esquema contempla en primer lugar a Daniel Filmus —dentro de un conglomerado de alianzas con eje en el PJ— pero no se descarta que también Jorge Telerman pueda hacerse candidato del kirchnerismo si compite y gana la interna en principio prevista para el 20 de marzo.
El panorama todavía no está tan claro en Santa Fe: los armadores del PJ hablan de una unificación del peronismo, pero cargan con el lastre de la última directiva de Kirchner a sus referentes Agustín Rossi y Rafael Bielsa: no acordar con el sector del PJ disidente que encabezará Jorge Obeid.
Estilo CFK
Se sabe que en el Gobierno hay una puja ya histórica entre halcones y palomas. Pues bien, el ala moderada entiende que para no pasar ningún sobresalto la jefa de Estado necesita maquillar su estilo de conducción, algo que entienden está ocurriendo en este tramo final de 2010. Ponen como ejemplo el nuevo lanzamiento del pacto social entre empresarios y sindicatos.
Estos interlocutores piden no confundir moderación con negociación porque eso podría trasuntar señales de debilidad que es lo menos indicado para una presidenta viuda. Pero, a su vez, intransigencia no es lo mismo que agresión verbal.
Esa inflexibilidad se vio en el reciente debate del Presupuesto 2011, con el agravante que se discutía allí otro de los pilares del esquema de poder: la caja.
Finalmente la Presidenta no tiene presupuesto pero tiene la posibilidad de manejar una cantidad muy importante de recursos a través de decretos y superpoderes. La caja servirá para profundizar algunas medidas sociales y la obra pública nacional.
Después del anuncio de un pago extra de 500 pesos a jubilados que ganan menos de 1.500, ahora prepara otro para antes de Navidad: una asignación universal por hijo a cada uno de los beneficiarios por única vez.
Dentro de ese maquillaje de estilo presidencial se inscribe el franqueo de puertas al FMI para elaborar un índice creíble de precios, señaló un funcionario con llegada al despacho principal de la Casa Rosada. En verdad, una de la decisión más contradictorias de la era K –después de haber tenido un discurso beligerante hacia el Fondo- obedece a varias razones.
En primer lugar se trató de un pedido insistente del Club de París. Además, había amenazas de las autoridades del todavía influyente ente multinacional de crédito de sacar un informe lapidario sobre las estadísticas de la Argentina.
El último eslabón es que se necesita reconstruir la confianza para que finalmente el país reciba los mismos porcentajes de inversión extranjera que llegan a los vecinos más disciplinados.
Kirchner tenía como premisa anunciar la salida completa del default antes del final del mandato de su esposa y como caballito discursivo para la campaña de 2011. Para realizar ese anuncio se necesita un acuerdo con el Club de París por una deuda de unos 7 mil millones de dólares.
Las negociaciones comenzarán el 9 de diciembre y si bien el Gobierno piensa en pagar a largo plazo, en verdad ya trabaja para saldar los compromisos en dos años con reservas del Banco Central.
La deuda con ese grupo de países desarrollados funciona como un dique para las inversiones, porque las empresas extranjeras no pueden contratar seguros de inversión.
Gabriel Profiti
NA