“Esto no se desmadró, se apadrinó”, dijo Cristina Fernández de Kirchner en la seguridad del feudo de José C. Paz el martes a la mañana. Mientras hablaba, habitantes de la Villa 21 de Barracas ocupaban otro predio cercano, y horas más tarde, otros hacían lo propio con las canchitas de Casa Amarilla, linderas a la mítica Bombonera. Mientras el primero era rodeado por la Guardia de Infantería, ante la indignación de los vecinos de la zona, el segundo era desalojado violentamente por quienes no querían la instalación de otro asentamiento en una zona de por sí bastante pesada. Hasta allí se apersonó la diputada radical Silvana Guidici, tratando de aquietar los ánimos exaltados de los vecinos boquenses: ‘’Estuve en La Boca con los vecinos que salieron a proteger los terrenos de Casa Amarilla de un intento de toma. Clima de tensión y de miedo. Les pido al gobierno de la Ciudad y a la Policía Federal presencia a fin de evitar desbordes y llevar calma a tanto ánimo exacerbado”, expresaría luego a través de la red social Twitter.
Un par de horas después, tendría lugar la anunciada reunión entre Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, Florencio Randazzo y Aníbal Fernández para intentar destrabar un conflicto que amenazaba con salirse de madre, a pesar de las irreales palabras presidenciales.
¿Qué pasó realmente? ¿Los mismos que promovieron el desorden, tiraron la toalla justo antes de ser devorados por el mismo? La cara del ex convicto devenido dirigente K Alejandro Pitu Salvatierra, anoche cuando intentaba disimular que había sido entregado en bandeja por quienes fogonearon su movida, además de cansancio denotaba incertidumbre por el engañoso porvenir. Es que, como noticia, el título, aporte estupendo de Hernán Haines, ante la resistencia de los porteños, la desaprobación de las colectividades boliviana y paraguaya, y el fracaso del intento de cercar a Macri, a la Presidenta se le mostró descarnadamente un futuro nefasto en cuyo final se silueteaba un helicóptero.
Es que seguramente, habrá pasado por su cabeza una reedición de los tumultuosos días que antecedieron a la caída de Fernando De la Rúa, hace 9 años en otro candente diciembre.
Borrando con el codo
Cuando comenzó esta ordalía, a ciencia cierta el gobierno nacional ocultó ardorosamente la filiación real de los que manejaban a los okupas de Soldati. Hasta que con el correr de los días, su identidad salió a la luz y muchos pensaron que esta opereta no era otra que una movida intraestatal que luego sería casi fatal para sus detentadores.
Quizá no evaluaron convenientemente la reacción de la mayoría de la gente, que no salió a vitorear a los hermanos latinoamericanos del Mercosur, si no que por el contrario su reacción legítima de defensa se vio opacada por la infiltración de los sempiternos integrantes de las escuadras lumpen todo servicio, que provocaron las 3 muertes confirmadas. Por eso, es imprescindible tener en cuenta las afirmaciones de Margarita Barrientos, quien señaló que ‘’ la mayoría de los que están ahora ahí o alquilan en la villa o son propietarios de casas que le alquilan a otros. Y muchos cobran planes sociales del Gobierno .Yo sé quienes estuvieron movilizando a la gente para que vaya a ocupar el parque, los conozco con nombre y apellido. A mí no me van a convencer con esa historia de los bolivianos, peruanos y paraguayos; lo que hicieron es una vergüenza. Yo los vi cómo alzaban gente en una combis, debajo del puente, y la dejaban adentro del parque. Eran punteros del Gobierno; la camioneta tenía una leyenda de apoyo a Cristina 2011, hasta tengo anotado el número de patente. Yo hace dos días que no puedo dar de comer. Porque no va nadie, los punteros presionaron a los padres para que no manden a los chicos a comer". Por estas declaraciones certeras, su hija fue agredida a ladrillazos por una puntera kirchnerista y ella misma tuvo que soportar los embates de la prensa adicta al modelo nac and pop cristinista.
Luego de siete años de sembrar distintas variantes de división y debilitamiento de la sociedad argentina, en la Capital Federal se estuvo al borde de un peligroso enfrentamiento social, casi una mini guerra civil larvada, motorizada y alentada por elementos irresponsables del Estado, que ante el marasmo provocado ulterior, primero se hicieron los otarios, luego alegaron demencia, y finalmente cuando percibieron que la cosa iba a arder feo, llamaron al diálogo y a la concordia porque no tenían más remedio.
Fernando Paolella