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NERUDA CREA UNA VERDADERA CONSTELACION DE EMOCIONES
NERUDA CREA UNA VERDADERA CONSTELACION DE EMOCIONES

Las entrevistas por teléfono son un ejercicio dudoso, incurren en la inexactitud, lo extraliterario, suelen ser palabras al viento, una suerte de pronunciamiento circunstancial, algo de arena movediza verbal  las agita y hunde, mercancía que no logra convencer del todo a un lector avisado.
  
 El teléfono y la distancia demuestran la urgencia de esa comunicación, una manera de privilegiar el momento, el hecho, el mensaje. El verbo lleva esa ala dormida de la lejanía, es un pesado arcabuz  que se dispara en la lejanía, la pólvora que no siempre estalla en el objeto, el pájaro que sigue volando sobre el ojo impávido del cazador cazado.
    Pero no deja de ser un testimonio real.
  
 Harold Bloom es más que está metáfora, lector empedernido, sagaz, crítico, viejo zorro de las letras  anglosajonas y castellana. Cuenta con una suficiente cantidad de enemigos, una fuerte dosis de arbitrariedad, se deja llevar por el gusto, el placer de la lectura, y dispara sin complejos, con la autoridad de un ejercicio de medio siglo en este ambiguo ámbito de la literatura.
    A sus 74 años, confesado como un viejo socialista, el camarada Bloom no ha dejado de mostrar sus preferencias por el bibliotecario ficcionador de si mismo, Jorge Luis Borges, su antipatía por Harry Potter, y devoción por Shakespeare y Cervantes.
    Su canon es occidental, arbitrariamente anglosajón, y lo ha dicho a los cuatro vientos, y en el odio visceral de sus colegas, recoge la bilis de sus pares en la distinguida Universidad de Yale, una de las cunas del saber de Estados Unidos. Allí, el profesor Bloom, cocina la literatura occidental, prepara sus brebajes, la alquimia de su pensamiento desde hace medio siglo. Escapan de sus linderos, Juan Rulfo, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti y Alejo Carpentier. Ahí está casi toda nuestra  gran narrativa.
    Desde Connecticut, norteño Estado norteamericano, el profesor Bloom conversó telefónicamente con el diario chileno La Tercera, sobre la obra de Pablo Neruda, en víspera de su centenario y en medio de un avispero de homenajes, elogios y críticas sin fin. Lo cierto es que Neruda no ha dejado indiferente a nadie, ni siquiera al Alcalde conservador de Santiago de Chile, Joaquín Lavín, quien viajó a Rusia para encargar una estatua colosal del poeta, como en los viejos  tiempos de Stalin. ¿La derecha chilena quiere rescatar y perpetuar un Neruda totalitario, Profesor Bloom?
    El discutido Vate de Isla Negra, la animita poética de Chile, el fantasma gordo, glotón del caldillo de congrio, alegre, amante sin fin, omnipresente personaje de la poesía sureña-universal, sobrevive en las librerías con cara de long seller en los lectores más heterogéneos que pudiésemos imaginar en el mundo y sigue siendo odiado con placer, entusiasmo, por quienes no comparten su pensamiento político, poesía, su manera de ver y enfrentar la vida, su compromiso con las causas sociales, tan “desprestigiadas” hoy en día. Un poeta que se consideraba de utilidad pública, “un hombre de papel” dijo en Valparaíso.”poeta para toda la gente”,  “de la vieja historia del mundo y de la informalidad salvaje de lo desconocido, de la selva, del mar, del océano, de la profundidad. Pero también he querido ser el poeta de las cosas más elementales, más pequeñas, más consabidas, más rústicas, más despreciadas. He querido ser el poeta esencial de los sentimientos nacionales”.
    Uno de los últimos Aedos, dijo Enrique Lihn, uno de sus más fieles, entusiastas y respetados detractores, coincidió con Bloom en que es “uno de los dos o tres más grandes creadores, en su tiempo, de nuestro idioma, y en cualquier caso, el más influyente de todos por espacio de varias generaciones.”  Lihn, un poeta chileno sobresaliente en un país de poetas, se inclinaba por el Neruda de las Residencias, por quien profesó en su juventud una pasión inevitable, y el Neruda del discurso delirante (repito) de Tentativa del hombre infinito, El habitante y su esperanza y Anillos. El Neruda trasgresor.
    Lo que se olvida a menudo, es que un poeta pertenece a su tiempo, y más aún, Neruda, que escogió el camino de la participación social, se inscribió, militó en el Partido Comunista hasta el final de sus días, cuyo precio fue ser velado en su casa vandalizada por los militares de Chile ,no ser enterrado en Isla Negra, como él había dispuesto en su Canto General y prohibidas sus memorias: Confieso que he vivido.
    Harold Bloom, ha escogido el ya estigmatizado poema nerudiano, Canto de amor a Stalingrado (1942), para criticarlo, por una parte como se hace por décadas desde ese ángulo, y también ha destacado que Neruda es de los dos o tres poetas más grandes del habla castellana.
    El autor de Residencia en la Tierra (tres volúmenes), escribió alrededor de  3 mil páginas, y el escritor Jorge Edwards ha documentado en Adiós Poeta y en  entrevistas, que Neruda había comprendido los errores políticos y que su poesía a partir de Estravagario, daba cuenta en entre líneas de muchas cosas. No sé en realidad si se arrepentiría o no, habría que ponerse en los zapatos del poeta y en su época. Nuestro Gran Taimado, con más errores que la accidentada geografía de Chile, no ha mostrados señas de arrepentimientos, y la  mala memoria chilena aún no pasa esa cuenta de la historia, deja que el viento la escriba con mano renga. Durante décadas la crítica se ha instalado en ese pecado, un personaje de la Guerra Fría, e inclusive, se sostiene en un documento revelador, que la C.I.A, le habría manejado un expediente muy detallado con seguimiento para que el Premio Nobel no se le concediera. En esos años, todo era posible, porque Neruda llegó a ser candidato a la presidencia por el Partido Comunista. Difícil separar al hombre y su obra, Mr. Bloom, pero más absurdo aún tomar con pinzas una pequeña parte de su obra y desde luego menos aconsejable en un poeta que corrió la maratón universal de la poesía.
    Muchos recodos en la ruta poética nerudiana, de ismo en ismo, el hombre dónde estuvo?: Neruda no se detuvo en el modernismo, surrealismo, ni en el clasicismo, sino que fue  siendo él mismo, y perdonen la cacofonía, la rima, esta retórica inútil arbitraria. Este Neftalí Reyes Basoalto, tocaba su propia campana en Isla Negra.
    Bloom, ha tenido comentarios elogiosos, sin duda, y trascendentes, cuando dice que tal vez  Federico García Lorca, sea el púnico que se le iguale en su tiempo, seguido de César Vallejo, pero sostiene que Jorge Luis Borges “Muy probablemente sea mejor como escritor, más completo y universal”.
  
A nivel poético, Neruda está más solo en la carrera, seguido muy de cerca por el peruano César Vallejo, el mexicano Octavio Paz, el propio chileno Nicanor Parra y nuevamente el argentino Jorge Luis Borges", sostuvo Bloom.
    Desconozco el olvido de Bloom de Vicente Huidobro, un poeta vanguardista, el primero en castellano, e indiscutiblemente innovador. ¿No lo conoce el profesor de Yale? ¿O lo encuentra muy afrancesado? 
  
Vallejo y Lorca murieron jóvenes. Neruda no sólo vio para contarla, sino hacer la obra, y en lenguaje, uno de los más revolucionario fue  César Vallejo. El asesinato del duende andaluz por el franquismo, le arrancó la luz a España, por décadas, y no sabemos hasta donde hubiese llegado Federico García Lorca, del que Romancero Gitano  influyó la primera obra, Cancionero sin nombre, de Nicanor Parra. Lo que nos queda de los poetas, son sus obras y palabras, los supuestos van al baúl de las conjeturas, tan vasto y profundo, laberíntico a veces, o más, que la propia obra.

    Neruda, que mantuvo una ácida polémica con sus pares: Vicente Huidobro y Pablo De Rokha, y que fuera motivo de muchas críticas por poetas españoles y latinoamericanos, Octavio Paz y Juan Ramón Jiménez, por mencionar a dos conocidos, sólo le dedicó unas palabras a Huidobro en su discurso de agradecimiento del Premio Nobel en 1971. “El poeta no es un pequeño Dios. No, no es un pequeño Dios”. No creía en un destino cabalístico superior asignado al poeta sobre el panadero. Neruda nunca perdonó a sus detractores y si estuviera vivo, dudo que tanto aparecido hubiese hecho fiesta con su poesía y persona.
    Rimbaud, fue el otro poeta recordado en esa memorable ocasión en Estocolmo: sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.
    Neruda viene del simbolismo francés, no sólo de Whitman como suscribe el profesor Bloom, quien reconoce la generosidad del poeta chileno frente al poeta nacional de Estados Unidos, al reconocer su indudable influencia, en ese yo profético whitmaniano, reflejado en el Canto General. Neruda leyó algo más que a Whitman, asimiló probablemente muchas lecturas, incorporó a su mundo poético todo lo que le era útil, indispensable, necesario, la materia de quien sería el más grande poeta materialista de su siglo y quizás de la historia de la poesía universal.
    Cuando Neruda negoció la deuda externa del gobierno de Salvador Allende en el Club de París, reconoció ante los banqueros que él era un poeta endeudado aún, y que su mayor deuda era con Walt Whitman. Definió a Chile como un albatros herido. Quizás recordó en ese instante el hermoso poema de Charles Baudelaire.
    Su protagonismo político, a partir de la derrota de la Guerra Civil española, lo ubicó en el centro de la historia, le significó un cambio ”radical” en su  futura poética, decisión militante que años más tarde le llevaría a ocupar un puesto en el Senado de Chile y exiliarse, tras ser perseguido por el Presidente Gabriel González Videla. El mito de Neruda se anudaría con firmes eslabones en todos los continentes, al cruzar perseguido la Cordillera de los Andes, y persistiría hasta hoy día, fecha de su centenario, a tres décadas de su muerte.
   Días después del golpe militar del 11 de septiembre, le pregunté a Enrique Lihn, que pensaba de Neruda como poeta, hombre público, y me dijo con su acostumbrada franqueza: los acontecimientos universales le ayudaron enormemente, la época en que vivió, y no se repetirá otro como él. Pienso que algún talento tenía ese muchacho desgarbado, melancólico, traspasado por las lluvias  de Temuco, olvidado en los muelles del alba, en Carahue, hambriento de amores, generoso en sueños sociales, poeta de la materia, tan curioso como los científicos que llegaron a oler, hurgar, por primera vez a La Patagonia, dotado de la fuerza, magia, del encanto, de la pasión Sur. Nos cambió la poesía Neftalí. Fue el referente de la poesía chilena y  de Latinoamérica durante el siglo XX. Influye aún a la poesía norteamericana. Nicanor Parra es a partir de Neruda. Toda su poética es “contra” la de Neruda, su visión, estilo, la concepción, forma y contenido, indiscutiblemente su hablante, su yo, el sujeto poético.
    No se si el profesor Bloom conoce o ignora esta materia escolar de nuestra historia poética. “Viva la cordillera de los Andes/ Muera la cordillera de la Costa”, dice el antipoeta, refiriéndose al habitante de Isla Negra. Chile es un país de poetas con varias estrellas en su firmamento: de Norte a Sur, y en centro del país. De costa a costa, el poema rema la variada  geografía chilena y así es su poesía. Los críticos como Bloom, deben detenerse ahora en el conjunto de la poesía chilena, porque es un naipe de muchas cartas, una baraja nueva más allá de toda retórica, que durante el siglo XX ganó el pulso en el idioma castellano. Neruda tuvo sus pares: la Mistral, Huidobro, De Rokha, posteriormente Parra, Rojas. La lista es mucho más larga y como enumeración, innecesaria, pero es real, existe, y se trata de una variada, rica, compleja poética, y no siempre están todos los que son. Es el momento de una revisión real, acuciosa, que este centenario nerudiano sea el punto de partida de un reconocimiento a la poética chilena y se destinen algunos fondos del Fondo de Cultura, a un proyecto de esta naturaleza. Serio, crítico, y que se transforme en un texto de consulta para chilenos e interesados. No vasta con izar la bandera de la poesía en el centenario nerudiano. La poesía es  nuestro tango, bolero,  cumbia,  samba, vals, rancheras, cantejondo, vallenato,  Danzón, cha cha cha, blues, son, trova, country.  Poesía Made en Chile, debiera llevar por sello esa Antología, para que las embajadas no sólo promovieran los vinos, las frutas, los grandes lagos y los 4.300 kilómetros de la larga costa chilena.
    Fue un poeta audaz en su propia retórica, lo que no hizo Borges en poesía, lo realizó Neruda.
    Sus curiosos críticos, hoy merecen un altar, llevan años intentando armar el rompecabezas Pablo Neruda, especialmente  al hombre político y al amante, al sujeto público y privado, abandonando su poética, o tomando parcialmente algunas muestras para el sastre o algún maquillador de turno.”Me publicarán hasta los calcetines”, dijo, una frase que me agrada repetir, por lo chilena, cotidiana, nerudiana. Debiera hacerse un inventario de toda esta crítica de utilería,-que tiene mucho de cretina- y no hace otra cosa que recordarnos la vigencia del poeta, su trascendencia, la vitalidad de su poesía, cuan honda caló en la loca geografía. América y el mundo.
    He leído infinidad de textos escritos en el mundo entero,“a favor y en contra”, la mayoría poemas de jabón, ejercicios repetitivos, opiniones obsesivas, anécdotas triviales, con ese vano intento de apropiarse del poeta. No he visto ni una sola palabra de los poetas chilenos, salvo algunos detractores. ¿No tienen tribuna? ¿No les interesa el tema? ¿Es un tema  muy conocido? Este era el momento que los poetas se apropiaran del tema de la poesía en su justa medida, y se hablara con propiedad sobre un poeta que cambió el rumbo de la poesía castellana. El escenario no son los corrillos, los pasillos, ni las opiniones chuscas de quienes no lo han leído y heredaron un antinerudismo  visceral y hormonal. Nadie puede estar de acuerdo con la obra íntegra de un autor. Tampoco compartir sus actuaciones públicas. Pero de ninguna manera, negar una obra cuando todos sabemos que es universal.
    Sorprende leer a estos censores, tan alejados muchas veces de la poesía y de la vida misma, exigir responsabilidades, conductas, normas, estilos, y toda suerte de excelencias y perfecciones, cuando ellos están tan distantes de  quien critica y de la realidad.
    La poesía está de fiesta. Neruda fue un chileno esencial. Se equivocó, ni más ni menos que cualquier mortal, pero pocos como él han engrandecido tanto a Chile, con su palabra, su vocación social, su actitud, su compromiso con la Nación, no sólo con el hombre de nuestra tierra, sino en cualquier parte del mundo. No aspiró  a la santidad y no debemos montarlo en un altar. Si  Chile le hubiese hecho una estatua años atrás, dejaría de ser Chile. Su obra y figura política son recordadas en más de 50 países y son titulares que pocos poetas podrían aspirar, tratándose de un artículo tan venido a menos, francamente suntuario, un lujo por lo “inútil” en un mundo idiotizado. La Poesía es el arte mayor de la expresión en el lenguaje humano, pero la palabra hoy es una pasajero de un tren loco, descompuesto, que no encuentra destino.
    La gente sencilla que lo lee y visita hoy en Isla Negra, su poesía descolgada desde los cerros por las calles de esa aldea frente al mar que tanto amó, son el gesto más humano, verdadero, que el poeta agradece seguramente con su vieja sonrisa de niño.

 

Rolando Gabrielli

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