El gobierno nacional se está blanqueando, pero no por sincerar políticas ni tan siquiera por limpiar funcionarios oscuros. Se está blanqueando aún a su pesar.
Como esos picos montañosos que a lo lejos muestran sus cumbres nevadas, el poder en general y el gobierno en particular se está blanqueando pero de droga. Y eso no es bueno absolutamente para nadie.
Cuando a mediados de 2008 aconteció el triple crimen de Gral. Rodríguez, el por entonces ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, Aníbal Fernández, declaraba en el programa Tres Poderes de América TV, que la Argentina era apenas un país de mediano tránsito de droga. Ni de producción ni de alto consumo. Cuando los periodistas atinadamente le consultaron acerca de la avasallante irrupción del paco, Fernández rememoró a Rafael Videla y los desaparecidos cuando dijo que “del paco no se puede hablar porque ni siquiera se sabe lo que es, no está claro, puede ser cualquier cosa, puede ser vidrio molido o residuos de algo, no hay datos, no hay nada”. Pudo haber consultado al respecto a Madres contra el Paco, una organización que desde el 2006 viene trabajando duramente para alejar a sus hijos de ese flagelo. Cuando el ministro minimizaba la existencia del Paco ya hacía dos años que existía una red de madres desesperadas luchando contra aquello que prácticamente no existía, pero se llevaba las neuronas y hasta la vida de sus hijos.
Algunas toneladas de efedrina más tarde, ya en 2010 nos enteramos mediante Wikileaks que los gobiernos extranjeros advertían sobre la laxitud de controles por parte de la Argentina hacia el lavado de dinero proveniente del narcotráfico y de los resquemores que el mismo Fernández, para entonces ascendido a Jefe de Gabinete, despertaba en esos mismos gobiernos. Ya entrado 2011 el blanqueo cae a baldazos con la tonelada de cocaína descubierta en un vuelo privado a España con el hallazgo de la módica cantidad de 700 kilogramos de cocaína en la finca de un edil del FPV de la provincia de Formosa que, para no gastar en intermediarios, también tenía una pista de aterrizaje clandestina en sus tierras. Otros 700 kilogramos pero de marihuana en dos micros procedentes del Paraguay, y más decomisos variados siempre en cantidades realmente industriales, completan un panorama que cubre la geografía nacional.
Si analizamos las toneladas de droga descubiertas, y al mismo tiempo tomamos en cuenta que la Argentina ya es el primer consumidor de cocaína de América junto a los Estados Unidos, según informa la Oficina Contra la Droga y el Crimen de las Naciones Unidas, puede ir tomándole el peso al volumen alucinante de droga que circula por nuestras rutas, ríos y cielos libremente y sin control.
Llueve droga y tiñe de blanco al poder
Hay que decir que la droga no entró a la Argentina merced al kirchnerismo, ni tan siquiera al gobierno de Menem en los 90. La realidad indica que con el advenimiento de la democracia en 1983 se fue incrementando paulatinamente la existencia de alucinógenos disponibles en el mercado local, pero que a medida que pasa el tiempo se incrementa de manera exponencial y llega, lamentablemente, a la situación actual. Parafraseando aquél leiv motiv de Raúl Alfonsín, en la Argentina, con la droga, se produce, se consume y se exporta.
Si se considera que Colombia está en lucha encarnizada contra las FARC y que Brasil regula muy astutamente lo que pasa y lo que no pasa por sus fronteras, resulta inevitable concluir que la Argentina es hoy un genuino paraíso para el refugio del narcotraficante. Pueden entrar sin problemas, pueden salir sin problemas, pueden instalarse y producir, y, como si fuera poco, tienen un mercado de consumo local que nunca podrían tener en otros países de la región por una cuestión de envergadura de clases consumidoras.
Paco para los más humildes, cocaína, heroína y lsd para las clases medias y altas, drogas de diseño para el bolsillo del caballero y la cartera de la dama, y, desde luego, el programa nacional y popular "Marihuana para todos" auspiciado por la revista THC, las posiciones despenalizadoras de parte de la justicia local, y las interesantes declaraciones del funcionario del INADI, Claudio Morgado. Pero si aún estas condiciones no les resultaran suficientes, también pueden lavar en el mercado local el producido de sus fastuosos negocios porque les dictamos leyes de blanqueo al 1%.
La Argentina que no he tanto fue crisol de razas, diseñadora y productora de sus propios automóviles y aviones, formadora de los principales catedráticos de todas las universidades de Latinoamérica, y capital cultural de esa Latinoamérica, hoy es la principal consumidora de cocaína del continente, tiene la inflación más alta del mundo (a valores reales y no a los ficticios del Indec), tiene los más elevados índices de corrupción estructural, niveles inéditos de inseguridad ciudadana, carece de controles fronterizos serios y exporta drogas a Europa de a toneladas.
Algo nos pasó, muchachos... creo que al final nos ganaron.
Fabián Ferrante