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El retrato de Dorian Gray

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REMAKE POSMODERNA BASADA EN LA OBSESIÓN DE LA BANALIDAD
REMAKE POSMODERNA BASADA EN LA OBSESIÓN DE LA BANALIDAD

Ficha técnica:

 

Título para Latinoamérica: EL retrato de Dorian Gray

Título original: Dorian Gray

Dirección: Oliver Parker

Guión: Toby Finlay, basado en la obra “El retrato de Dorian Gray” de O. Wilde

Género: Drama, thriller sobrenatural - Solo apta mayores de 16 años

Reparto: Ben Barnes (Dorian Gray), Colin Firth (lord Henry Wotton), Ben Chaplin (Basil Hallward), Rebecca Hall (Emily Wotton), Rachel Hurd-Wood (Sybil Vane), Emilia Fox (Victoria Wotton), Fiona Shaw (Agatha), Maryam d'Abo, Douglas Henshall, Michael Culkin, Johnny Harris.

Montaje: Guy Bensley - Distribuidora: Aurum

Fotografía: Roger Pratt – Música: Charlie Mole

Producción: Ealing Studios / Fragile Films

País: R. Unido - Año: 2009 - Duración: 112 min.- Estreno Argentina: 13-01-2011

 

 La remake cinematográfica es cosa seria. Por un lado, se juega con la espada de Damocles de la anterior; y por otro, la construcción de un verosímil que aggiorne la nueva propuesta. La tensión por la superación está siempre presente, y la comparación asedia.

 Ben Barnes (Las crónicas de Narnia) y Colin Firth (Diario de Bridget Jones) protagonizan El retrato de Dorian Gray —versión posmoderna— del clásico de Oscar Wilde. Oliver Parker (el director), retoma la crítica a la obsesión por la belleza eterna. Ambientada en el Londres victoriano, el guión nos depara algunas apostillas nuevas. 

 Dorian Gray (Ben Barnes) es un carilindo aristócrata diletante de todos los placeres de la vida. Luego de un tiempo, arriba a su casa natal de Londres. Pronto comienza su obsesión por la conquista de la belleza permanente. Tras un breve conjuro verbal con las fuerzas del averno se produce el milagro: los años pasan y el está cada vez más joven. Un amigo lo retrata y su cuadro asume todo lo negativo del paso del tiempo, mientras su físico asume la armonía universal.

 Si bien el espectador reconoce la clásica historia, el lenguaje cinematográfico de los nuevos tiempos da libertad creativa al cineasta de turno. Abundancia en el arsenal de nueva conceptualización, la apuesta es doble en la nueva construcción de la dramaturgia de los dos mil. En esta encrucijada está el demérito de la versión Oliver Parker.

 La original adaptación de Picture of Dorian Gray (1945), dirigida por Albert Lewin, es superadora a la actual estilización en la producción del verosímil. El éxito se vio reflejado en el espejo de la Academia de Hollywood: premios 1945, Oscar Mejor Fotografía B&N. Tres nominaciones. En aquellos tiempos heroicos del cine americano, el protagónico de Dorian Gray era interpretado magníficamente por Hurd Hutfield. Bien secundado por Lowell Gilmore (Basil Hallward)  como su amigo que lo retrató e inmortalizó.


Colin Firth (izq.): notable primer actor de alta dramaturgia. Superando al protagonista Ben Barnes (der.) con altura. 

 

 Dicha obra de Oscar Wilde es considerada una de las máximas novelas góticas del siglo XIX. Un referente en primer término dentro de la vasta literatura occidental. Este es un punto de inflexión a la hora de confrontar los retratos del ayer y los de hoy.

 Es evidente el cortocircuito historia – guíon. En el mismo, Parker no supo o no pudo traducir el espíritu de Wilde. Reconstruir una atmósfera obsesiva de ese Londres en opacidades morales. Un verdadero “rosario de penumbras” que atormentaban a Dorian Gray. Un joven que salió a la vida adulta de los placeres desenfrenados. Sólo es rescatado por el juego de la indolente mano maestra de Colin Firth. ¿Hay lugar para el amor en el corazón de Gray? Otra cuestión que atraviesa el sentido del guión. 

 Una nueva identidad es dada al protagonista por el director: una moral de neto sesgo posmoderno. El joven Dorian está concebido en una dualidad sexual que inquieta. Consumidor de féminas a tiempo completo y degustador de mancebos en sus ratos de ocio. Pero singularmente con un rol definido: “bien activo” en sus picardías genitales. El determinismo biológico expresado en clave posmoderna.

 El coqueteo con la homosexualidad da una arista de comprensión abierta, pero también de obsesión de la banalización. Este es otro pecado del metraje. Más allá del desacierto de identidad, Dorian Gray es la moraleja de una sociedad global que ve en la pérdida de valores un puerto de fácil acceso.

 

 Gustavo Contarelli

Puntaje del film: 3 Tribunas.

Puntaje actor protagónico: Colin Firth 5 Tribunas

 

Referencias:

5 Tribunas: excelente/imperdible

4 Tribunas: muy buena

3 Tribunas: correcta - buena

2 Tribunas: regular

1 Tribuna: mala/pésima

 

1 comentario Dejá tu comentario

  1. Gustavo Coincido en todo contigo. No es una gran historia. Sólo la actuación de Colin Firth valió la pena del precio de la entrada Teresa

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