El 21 de marzo del año pasado, hace casi un año, unos mil vecinos de la aparentemente calma ciudad bonaerense de Baradero, arremetieron y causaron serios disturbios en distintos puntos de esa localidad, incluido destrozo de edificios públicos, a los que atacaron con piedras y palos, empezando incendio en la misma sede comunal. Todo ese enardecimiento ocurrió luego de un confuso episodio protagonizado en un control de tránsito donde murieron dos adolescentes, que escapaban de los controles de alcoholemia que emprendía la policía y la comuna, al parece producto de una colisión, los jóvenes caen del ciclomotor mueren.
En su momento, fue muy criticado el intendente comunal, Aldo Carosi —un ultra kirchnerista del FPV— por incentivar el decomiso de "motitos" (una verdadera desgracia de inseguridad, ruido y contaminación) que en toda la Argentina se están imponiendo por "adaptarse" a la cultura de la pobreza: Son baratas, gastan casi nada, sustituyen de hecho el inexistente trasporte público que, salvo en las muy grandes capitales, ha sucumbido en nuestro país, y además, de paso, uno aparenta que cuenta con "un automotor".
No solo no aceptó Carosi la remoción de este señor y algunos otros cuestionados, sino que desoyó la propia opinión de algunos miembros del Concejo Deliberante. Se le pidió, por parte de Concejales de la Coalición Cívica que separasen al comisario Franzoia, un duro, fue confirmado, y su dureza y la jactancia de la misma, se caracterizaba por su modus operandi. Los cuestionamientos fueron duros para Franzoia, pero, como surge de sus mismas declaraciones, realizadas en setiembre de 2010, no parecía importar a referido las condiciones sociales en donde le tocaban sus funciones “prevencionales” de policía. De las frases poco célebres que acompañan su accionar son del estilo, lamentablemente destacamos: “He sido cuestionado por gente cuestionable y con antecedentes penales. Si me cuestiona la gente que es cuestionada por la sociedad, quiere decir que voy por el buen camino”.
“Mi política de seguridad es tolerancia cero”. “Yo me capacité para ser policía y no para ser diplomático ni relaciones públicas. Yo soy amable con el noble y necio con el recio”.
La verdad, un sujeto aberrante, a todas luces. Los hechos del 2010 provocaron una honda huella en el espíritu de Baradero, descendió el turismo, y el clima social fue malísimo durante todo 2010.
La segunda tragedia
Tercer joven muerto en menos de un año. Hoy enfrentamos una nueva tragedia, Lucas Rotella, un joven de 19 años fue muerto por la espalda por personal de la Policía de la Provincia de Buenos Aires que realizaba controles en la Plaza Colón de la Localidad de Baradero. Al parecer el joven no escuchó la voz de “alto”, o quiso escapar.
Este mismo fin de semana, y por disposición del Jefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Juan Carlos Paggi, fue relevado el mentado duro, Comisario Raúl Franzoia. Como una especie de patética “revancha”, el cortejo fúnebre que acompañó los restos mortales del joven fue acompañada por decenas de “motitos” con otros jóvenes que se niegan a usar el casco.
Miguel Rotella, padre del joven expresó que “los políticos que dejen de buscar votos cuando se acercan las elecciones y eduquen a la sociedad". No dudamos que el hecho de un disparo en la espalda es obra de un verdadero loco, pero también existe un trasfondo social y económico, que tuvo una traducción política pésima, y las consecuencias están a la vista.
Corolario: la realidad social de los "ex pueblos chicos"
Detrás de estas tragedias, de esta increíble “guerra de las motitos” entre los jóvenes y las autoridades policiales y comunales existe una inconfesable y trágica realidad. El nombre de esta tragedia es la frustración, la falta proyecto, la falta de futuro. Atrás de estas oportunidades que se le ceden a la antisociedad, está la droga, muchas veces manejada por los punteros que en los pueblos hasta llegan a concejal, intendente o más aún. Las víctimas a la vez son los clientes compradores de droga, de los mismos policías que luego se disfrazan de homicidas.
Dicen que el análisis de los idiomas, en su construcción dinámica, permite estudiar la realidad de los pueblos. Los chicos de hoy han adoptado la frase “tener una vida”, “quiero tener una vida”. Es un objetivo, lo que hace 30 ó 40 años parecía algo “normal” hoy ya no parece seguro y en muchos casos es imposible (formar una familia, estudiar, educarse, desarrollarse, realizarse como persona dentro de una sociedad que a la vez se realiza y lo contienen como individuo, y parte).
Aparecen los mecanismos necesarios de justificación, y de partencia. “El aguante” es otra expresión, hay que aguantar, ser feliz, en nuestra Argentina, es una utopía para pocos… El caso de Baradero no es más que un emergente, un catalizador de varias realidades que están ocurriendo en los pueblos que ya dejaron de ser "chicos" y esto ocurre más en los que están cerca de las ciudades grandes, como Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Mendoza, Tucumán. Están a un paso, pero solo para envilecerse, no para aprovechar los supuestos beneficios de la gran ciudad. Son pueblos “conurbanizados” adoptan lo malo del Gran Buenos Aires: La barrita, la copa, el porro, el aguante antes descrito a la cana o al milico como dijo una señora por la TV, de unos 40 años, y que comparte la misma cultura de su hijo de 20, y la que seguramente vivirá su ya nacido hijo de 2 o 3 años.
Un “aguante”, una “pertenencia” con ninguna chance, seguramente. La imagen de "los buenos paisanos del interior" existe ya solo en el imaginario del folcklore. Sin grandes posibilidades de emigrar a las ciudades, los jóvenes de clase baja se resignan a quedars" en sus pueblos, a hacer"nada. No son marginales, si, marginados por un sistema de producción que no les da posibilidades.
La desocupación en los pueblos que ya no son chicos es de un alarmante 40% al 50%, y golpea en los sectores más vulnerables de la sociedad, los que no tienen red. La falsa democracia que supimos conseguir, allá por 1983, le mintió a las personas simplificándole las cosas (entra mejor un discurso fácil) al hacerlas creer que alcanzaba con la educación, el alimento y la salud. De alcanzarse estos objetivos que en la realidad tampoco ocurre (objetivos que de ningún modo negamos como una base de dignidad) los niveles de atraso, desinversión, planificación, estructura con los que cuenta la Provincia en particular y nuestra Patria en general demuestran que la cruda realidad es que los pibes no tienen futuro, en un país con agricultura, pero sin agricultores, con industria, pero maximizando ganancias y con pocas horas – hombre de trabajo, con una educación divorciada del aparato productivo, precisamente, por la ausencia de un proyecto de país que tenga al ciudadano, a la persona, como centro de las políticas públicas y privadas.
El bendito proyecto K, no parece cobijar desde el ningún resultado para ciento de miles de pobres de los pueblos chicos y las “barriadas” de las periferias de las grandes ciudades. No hay propuesta educativa, ni de contención, menos aún se dan respuestas productivas a los jóvenes.
Hoy, en día, en realidad, los únicos que pueden inmigrar a los grandes centros de consumo (el consumo, es el gran "Dios" de las nuevas generaciones, no les han enseñado otras maneras de ver la realidad) son los hijos de los “ganadores del modelo K”, los grandes productores agropecuarios y comerciantes, en especial relacionados con la bendita, que tienen acceso a pagarle a los hijos no solo una educación, sino alquileres de $2000- o $3000- quedando el hijo del pobre desplazado aún de la posibilidad de ser incorporados a la masa de asalariados, ello porque los empleadores han adquirido una gimnasia del contrato en negro y el descarte directamente proporcional con su cinismo. Parece que a los “empleadores” de tareas poco especializadas (los chicos de pueblos como Baradero no están bien capacitados, en su mayoría, máxime si no tuvieron más remedio que recurrir a la pésima educación que imparte el Señor Scioli).
Para el llamado empleo temporal o de “descarte” es más conveniente un extranjero que aceptan estar en negro y con sueldos inferiores a los de convenio. Se produce, en consecuencia, el fenómeno de cientos y miles de chicas y chicos pobres que sin ser marginales viven en lugares sin salida laboral y a Buenos Aires no los necesita más. Salen de un pésimo secundario con 17/18 años ninguna formación laboral y comienzan un ciclo de postergación y resignación: Estar al pedo. El alcohol y la droga son diversiones de fin de semana en la mayoría de los casos, y también una manera de tapar la triste realidad de vivir en pueblos que se han quedado en el tiempo en su estructura productiva, pero, que sigue fabricando gente. Y las chicas, fabricarán hijos, y cobrarán los planes, que les asegurarán, las remacharán a fuego en su situación de marginalidad.
Esto es solo el comienzo de muchos hechos que lamentablemente nos demostrarán los niveles de marginación de nuestra juventud, juventud a la que le seguimos quemando el futuro, y con el correr de las décadas, generando nuevas capas de frustrados y marginados de la vida económica, social y ciudadana.
Ahí, Cristina seguirá haciendo discursos, enorgulleciéndose, por la venta de “motitos” récord parece... esas que reemplazan el trasporte público que ya no le brindamos a la gente del interior... Y a los jóvenes, les seguirán mintiendo, con una falsa libertad que no es tal, y les venderán una “motito”, para que se sienta libre... siempre dentro de su triste miseria social.
Lamentablemente, es lo que el futuro nos depara, de no haber una sociedad que se levante contra esta forma inhumana de durar a los que algunos le llaman vida. Una prognosis lamentable, pero cierta.
José Terenzio