Se acabó la fiesta del gran fiestero. Me
gustas cuando callas porque estás como ausente. Cien
años, el joven Neftalí cruza Temuco, 1921 en la palabra poesía, Santiago
crepusculario, Maruri 513 y la leyenda de un Sur lluvioso, melancólico,
remoto, no se detendría hasta el fin de sus días.
A sus cien años, el Vate retornó a sus raíces en gloria
y majestad. Fiesta nacional, mundial para la poesía, un respiro frente a la
farándula, al dorado vicio de la banalidad, ese toque mágico de la estupidez
mediática.
Neruda regresó como la figura emblemática, totémica, mítica
de la poesía chilena. Moros y cristianos oficializaron al poeta y pasearon
por Chile y el mundo como un Buda de la suerte. El poeta frotó la lámpara de
su poesía en Carahue, Santiago, Rangún, Madrid, DF, Capri, Buenos Aires. El
amor y la materia, fue la materia de su poesía.
Más universal y chileno, como su poesía, el país vivió
la atmósfera nerudiana. Un lujo en estos tiempos banales, mediáticos,
esquizofrénicos, época-mercado, que un poeta muerto hace treinta años,
convoque tantos sentimientos, pasiones, y una nación del Sur, concite la
atención del mundo a través de su figura y obra. El poeta está más vivo
que muerto, deja atrás a los
ratones encantados como Hamelín con su música.
Más allá de la retórica, de la canonización, de las
medallas, del poeta franquicia, ícono indiscutido de la chilenidad, están
los 80 años de la residencia poética de Neruda en la tierra. Ha permanecido
lo sustancial, un verso no metálico, de madera.
El poeta sé auto calificó generoso de amores y lo fue.
Allí escarbaron urracas y aves carroñeras. También lo fue en amigos y
adversarios. Vivió intensamente, se exilió después de ser expulsado del
Senado de Chile y murió perseguido por los militares, el 23 de septiembre de
1973. Murió sin cumplir su sueño, de levantar la casa de los Poetas en
Cantalao. Una especie de “fábrica para escribir poesía” Es una tarea
pendiente aún de la Fundación Neruda. ¿Si se le sigue pidiendo rendición
de cuenta al poeta que ya no está para responde, por qué los vivos no se
responsabilizan de sus compromisos, además por un mejor
y más humanitario Chile?
El poeta, desnudado para su centenario, porque también
algunos hicieron fiesta con su vida personal, se brindó en vida y en muerte
en cuerpo y alma al pueblo de Chile, su gente, y no dejó por fuera ni a las
hilanderas de Isla Negra.
Desmesurado amante de la vida, rompió con la regla del
afecto a cuenta gotas. Ningún escritor famoso, exitoso, chileno, actual, ha
contribuido a nuestras letras, a Chile, en vida y muerte, como pablo Neruda.
No han promovido un mísero taller para los jóvenes escritores ni han abierto
las puertas del exterior para los inéditos, desconocidos, o de quienes ya
cuentan con una copiosa obra.
En este centenario, el país confraternizó alrededor de la
palabra de Neruda. Es probable que muchos hayan consultado sus libros en algún
rincón de Chile y del mundo.
Ya es usual escuchar en el extranjero a visitantes que
Chile cambió. No sólo el país, sino los chilenos. De gris afable, solidario
de los 60, al silencio desconfiado, escurridizo, a partir de 1973. Otro Chile
tu cielo azulado. ¿País de altas torres
y techo de vidrio, en medio d e las arenas movedizas?
Si Neruda estuviera vivo se habría pronunciado sobre todos
los temas sociales concernientes al futuro de Chile. No se consideraba un
poeta Topo o Avestruz.
La sangre pareciera coagulada en el Chile Actual. Una
enfermera nos espera en cada estación del metro. Mide el smog que cada
chileno lleva entre ceja y ceja, y les recomienda un día frente a la
Cordillera de los Andes. A los sin recursos, les regala una fotografía del
macizo andino que ya no se ve con sus nieves eternas desde las calles de
Santiago.
La poesía es un paisaje interior, íntimo, se carga
individualmente, no se requieren mayores recursos que la imaginación.
Desde hace muchos años sabemos que la Poesía es un artículo
ni siquiera sospechoso. Un producto no comercial, un bien en realidad, como lo
es, intransferible.
Bien o mal, la Poesía existe.
Y esperamos que el homenaje a Neruda y su poesía, nos e
haya quedado en el corazón de las manzanas frente a La Moneda, como una fruta
prohibida, la pecaminosa Poesía, expulsada del Paraíso terrenal.
Muchos, con sus discursos oficiales, premiaciones
arbitrarias, amañadas, con la elaboración de antologías personales, quienes
le niegan la edición al libro y a la poesía, relegan al Arte Mayor de la
palabra, al tranvía del olvido, al cuarto de la tía loca de la casa.
No olvidemos que la prestigiosa, reputada y poderosa en ese
entonces editorial Ercilla, se negó a publicar el Canto general de
Neruda. La Mistral editó sus primeros libros en el extranjero: Estados Unidos
y Argentina. Losada fue el editor de Neruda.
¿Después
de Neruda, la poesía seguirá siendo un ruido lejano del tren lastrero del
maquinista Reyes? ¿Poesía que va ala mar y es el morir?
Después del festival nerudiano, con el Premio Nacional de
Literatura, se probará el temple de ánimo y la transparencia del jurado.
Fallo difícil, pero debe ser una legítima decisión ante la obra y nada más.
¿La
originalidad de Hahn?
¿Lo
cotidiano, la mesa de cada día, el ser de las cosas de barquero?
¿La
trascendente intrascendencia de Armando Uribe Arce?
Los tres tienen méritos suficientes. Poetas de una larga,
consagrada y reconocida trayectoria de la poesía chilena y castellana.
A Barquero lo conozco y es mi amigo. A Hahn y Uribe Arce, sólo
los he leído. No hay duda que son representantes de lo mejor de nuestra poesía.
Poetas ya entre dos siglos, parte del tronco poético y en la ruta de Neruda,
la Mistral, Huidobro, De Rokha, Parra, Gonzalo Rojas etc.
Es curioso, cuando menos, ser curioso y preguntarse: ¿ Por
qué un país como Chile tiene tantos y buenos poetas? Jaime Concha, acucioso
crítico de la obra de Neruda y Huidobro, se preguntó un lejano 22 de febrero
de 1973 en uno de esos coloridos cuadernillos de la editorial Quimantú, de la
colección Nosotros Los Chilenos.
¿Qué
significa que un pueblo pobre y subdesarrollado como Chile pueda darse el lujo
de tener poetas?
Premonitorias, fatales palabras. menos de siete
meses después, el Tata Riggs, capitán General de Chile, guillotinaría miles
de libros de Quimantú, quemaría
otros tantos, cerraría diarios, apagaría la luz de Chile. Nada personal quizás
contra la poesía, que no leía ni entendía, pero si contra Neruda.
En
sus memorias, el Vate anotó palabras de vidente, que ya nadie recuerda.
Volodia Teilteiboin, en su ensayo biográfico intitulado
Neruda, reveló que 11 día antes del golpe militar de 1973, Neruda fue
visitado en Isla Negra por el Secretario General del Partido Comunista del
Chile, Luis Corvalán. Neruda estaba inquieto por los acontecimientos políticos.
Corvalán lo calmó:
”Puede haber un golpe. Pero a ti pablo, no te tocarán.
Eres suficientemente grande para que se atrevan a hacerlo.”
Te equivocas, respondió con calma Neruda, García Lorca
era el Príncipe de los gitanos, y ya sabes lo que con él hicieron2. La
historia le dio la razón.
En país se fracturó y la convivencia nacional se hizo
polvo. 17 años de soledad. Un país para los muertos, torturados,
desaparecidos. Los exiliados se quedaron sin país. Y otro país para los dueños
de Chile.
Neruda recorrió Chile de Norte a Sur y viceversa. Como un
gran albatros, como un poeta, senador, candidato a la presidencia, como
chileno. Sintió la historia bajo al suela de sus zapatos y caminó con ella.
Aprendamos de esta historia, la nuestra, la que corre en el
telón de Chile.
Rolando Gabrielli