Mucho se ha hablado y escrito sobre la existencia de prevaricato en los más altos niveles de la Justicia nacional, especialmente referidos al tratamiento de causas de "lesa humanidad", en la que una lectura marcadamente asimétrica del pasado mantendría encarcelados a decenas de presos políticos. Algunos de ellos añosos y enfermos habrían muerto ya por falta de la asistencia médica adecuada y oportuna.
En las proximidades del 24 de marzo hay quienes temen una nueva embestida funcional a las necesidades mediáticas de grupos de poder por parte de los magistrados cuestionados.
Si la gravedad de la situación fuese la expresada, a estos funcionarios muy especialmente la sociedad les dirige una seria advertencia: prevaricar o vulnerar conscientemente a la Justicia y la ley para salvar a un culpable es ciertamente reprochable, pero hacerlo para condenar a quién sea, es siempre gravísimo e imperdonable.
La sociedad los está mirando. Dice nuestro Martín Fierro: "No hay tiempo que no se acabe ni tiento que no se corte", y una vieja sentencia popular debiera motivarlos para rectificar el descamino evitando dañar más a sus víctimas: "cuique porco sanctum martinum sui advenit", lo que traducido para los que desconocemos los latines de sus señorías vendría a significar que..."A cada chancho le llega su San Martín"
Santiago Floresa
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