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Los efectos políticos de la inflación

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EL POCO RELATADO "APRIETE ECONÓMICO"
EL POCO RELATADO “APRIETE ECONÓMICO”

Existe un desespero oficial al que los kirchneristas llaman “regulación” y que nada tiene que ver con los mercados ni con el sistema de oferta - demanda (los accesos a los consumos) o la prestación de servicios. El eufemismo “relatado k” significa, literalmente, dominación.

 

La poca vocación democrática oficialista, es la amalgama de un sinnúmero de sujetos autoritarios sueltos que crisolaron en las personas del ex matrimonio santacruceño.

No hay nada de inocente o casual en la inflación que efectivamente vivimos. Esta inflación resulta, en consecuencia, una llave, un instrumento político muchas veces de legalidad dudosa, un mecanismo apto para el llamado “apriete”, localismo cuasi mafioso, que los gobernantes demagogos quieren concentrar en sus personas.

Así, el oficialismo de Cristina Fernández sigue “su” modelo, que no es otro que el que seguía de manera exactamente igual, su cónyuge y mentor. Todo sin solución de continuidad, a pesar de los esmeros de imagen, rebuscado uso —y abuso— del negro luto, y/o la ensayada y no siempre conseguida imagen de debilidad siempre aparentada de Cristina. El “modelo” no puede existir sin zonas grises, datos insuficientes, cálculos presupuestarios entrampados.

El Gobierno fomentaría una inflación controlada que produce —lo estamos comprobando desde fines de 2006— no solo efectos económicos distorsivos en el presupuesto (ocultar mayores ingresos fiscales para lograr contar con recursos para gastos arbitrarios) también produce efectos políticos decisivos. La inflación produce una reacción incalculada de manejos políticos, una sinergia negativa.

Corresponde primero ver el mercado monetario buscado. Una plaza inundada de billetes como quien tira los dados y espera a ver qué pasa. El efecto placentero de los primeros instantes se termina rápido, como con la droga, y comienza el “bajón” de la falta de poder adquisitivo de la moneda rodada de más. La política principal es la inflación y sus variados efectos. El pueblo paga el costo de la inflación alta, silenciosamente. La perversidad del relato de las milanesas compradas a $12 o los consejos de ir al mercado central para luchar contra los empresarios abusadores (en especial si el que escucha, vive en el interior del país) subleva a cualquiera. Pero, dicha sublevación es amortiguada con el aturdimiento cotidiano, y el pueblo se la banca todos los días, masticando la tomadura oficial de pelo. Masticando el vidrio, e intenta no tragarlo.

 

El látigo del que manda

 

La existente inflación, también produce milagros políticos inesperados. Toda administración sufre los mayores costos, pero, solo Cristina tiene una Casa de Moneda de donde sacar recursos…

La inflación pretendidamente controlada, resultaría una bala de plata que aplaca las ínfulas de varios de los actores belicosos siempre agazapados, pero que dependen directa o indirectamente de la concentrada “caja”. Léase gobernadores siempre confabulados, etc. que deben someterse a ese aporte federal sin el cual se le caen los sueldos provinciales, los proveedores, y demás Así, por ejemplo, los ATN u otros giros públicos a provincias o municipios (ya sea de manera directa como indirecta a través de la obra pública) no son una solución, sino, un simple paliativo para el beneficiario, al que luego se le cobrarán los respectivos intereses, en términos políticos obviamente.

En cuanto a la política fiscal, la segunda pata, vale aclarar para el que no lo sepa que este mecanismo político de sujeción también necesita de un unitarismo y un “regresionismo” tributario, si bien heredado por Néstor y Cristina, pero al que, lejos de modificarlo, lo hiper concentraron para sumar más poder en la administración central.

El tercer mecanismo clásico de la economía es el mercado externo. Acá es fácil, el costo lo paga el consumidor. Restricciones de importación (otro mecanismo de control y presión, esta vez para las cámaras empresarias, que se deben arrodillar convenientemente frente a la bragueta de Guillermo “Lassie” Moreno) y restricciones al mercado de cambio.

El primer efecto fundamental (motivo central de la debacle 2001) es devaluar los contratos oficiales. Así, mediante el mecanismo de concentración —garrote y zanahoria— el Estado que siempre paga tarde y de menos logra repartir papelitos de colores que todos los meses sirven 2% menos. Así, desde un “plan descansar” hasta la mega obra (seguramente cartelizada) se pagará, por cada mes de retardo, y a valores reales, “un par de puntitosh menosh”, como le gustaba decir al extinto.

El primer instrumento, entonces, es el gasto desmedido, o no medido, y acá encontramos ya una política no clásica en la zona gris del delito. El gasto desmedido es la puerta ancha y con alfombra roja para la corrupción, los manejos, compra de políticos y también de votos. Multas millonarias para los que osen calcular una inflación distinta (la real). El fraude de datos de la economía se empieza a reconocer como un pilar del “modelo”.

 

Otros perjudicados

 

La inflación mata lentamente la inversión privada, y es un mal pronóstico para la generación genuina de empleo que no sea subsidiado y/o regalado a través de un “plan descansar”. La inflación va comiendo la renta cual pac-man; salvo la financiera, la extractiva y la de exportación, cuyo mercado de retorno es el extranjero. Cada vez menos rubros son “negocio” y en consecuencia lo que no deja ganancia deja de incentivar, con los consabidos resultados. Menos afectado el comercio —beneficiado marginalmente y por periodos mayores o menores y por rubros— resulta otra tentación adicional al inversor productivo a “saltar” al comercio, o, decididamente, a la simple especulación financiera (que pocos impuestos tributa).

Así, la costumbre de la inflación (más aún la que es inducida como “plan de generación inflacionario” confundido bajo la palabra “modelo”) genera otras tentaciones que se van ofreciendo en el camino.

La primera agonizante es la inversión. Pero no ya la inversión pública (que se empieza a transformar en “inversión única”) sino la inversión privada. El crédito financiero solo se orienta a aquellos “nichos” de renta extraordinaria e incontrolada: el consumo. El público es incentivado al consumo por la nula rentabilidad en pesos de cualquier inversión privada. A la inversión privada también la mata el “clientelismo de empresa” o “capitalismo de amigos” otro glorioso jalón del gobierno corrupto K.

Este tipo de inversión, la obra pública cartelizada en solo las firmas amigas y quizá testaferros, ya lleva una inflación implícita, que en estas tierras gauchas se denomina “cometa”.

Así, Wikileaks, el sitio de filtraciones políticas de moda, expone que Julio De Vido en la Argentina, es sinónimo de corrupción. El ministro Ing. De Vido es el mandamás de las obras públicas, y responsable de la nula inversión privada en energía y trasporte, quizá la espada de Damócles del actual “modelo”.

 

Los jubilados: un plan de extinción

 

Otros de los grandes perdedores políticos del “modelo de inflación controlada” es el jubilado. Ya hemos observado sobre el aplanamiento y proletarización del jubilado (que el ministro Carlos Tomada, sin empacho lo definió como “decisión política de este gobierno”) con lo cual se estafa día a día a un 30% de los jubilados que no perciben las mínimas. El promediar, pero para abajo es denominado, en casi todos los proyectos desatinados como “integración” ó “igualitario” y al parecer consiste en que el Estado nada haga, por una parte, y por la otra se “quite” algo al mismo interviniente del estamento en cuestión. Así, si durante la convertibilidad un asalariado pasivo ganaba U$S 1.200 y otro U$S 300, el Estado decidió que ambos ganarían $1.200 (ello, defecándose en todas las leyes al respecto y los fallos de la CSJN al respecto).

¿Justicia? Para nada, una distribución malsana y autoritaria, contraria a toda lógica y aún al concepto de aportes (y su significado intrínseco).

Jubilados y pensionados no tienen escapatoria al “modelo”. No solo eso: el “modelo” ha tomado una de las peores prácticas heredadas, no hacer nada, y dejar que los parientes de los pobres jubilados financien los gastos normales o extraordinarios de sus amados abuelos, sacándose de encima el peso de dichos gastos. Esto le genera, a los encaramados en la administración (políticos) de unas muy buenas sumas diferenciales para pagar a punteros, políticos, repartidores de volantes, campañas publicitarias, y contratos corruptos de todo tipo que se obtienen a través de la hiper corrompida ANSES y de la pseudo obra social PAMI.

La situación de los jubilados quizá sea lo más revulsivo de la corrupción K el ver como con fondos del ANSES se financiaron a multinacionales (Chevrolet) o emprendimientos ridículos que solo servían para engordar el aparato propagandístico K. Esta es la materia pendiente más complicada para las futuras administraciones, ya que la distribución demagógica practicada por los K de cientos de miles de jubilaciones y pensiones sin aportes, produjo un incremento de los gastos de hasta el 70% de los fondos del Estado Nacional.

Para los K, sí había fondos para otorgarle jubilaciones sin aportes (de manera discriminada a sus seguidores o adeptos). Se han detectado algunas otorgadas a empresarios quebrados o personas con trabajo (en negro) pero, rara visión, no se podía pagar el 82% a los salarios mínimos. Otra perversidad del “modelo”…

 

Los “cuentapropistas” y los independientes: sin ajuste alguno del que valerse…

 

Otro gran sector apretad” por el “modelo de inflación controlada” es el cuentapropista. El cuentapropista es vulnerable a los cambios. Su condición lo hace un conservador nato. Pero, su adhesión al modelo, practicada desde el miedo al cambio, es doblemente errada. Por un lado teme que su hiperflexible ingreso (no atado a ninguna paritaria o mecanismo indexatorio) se vea aún mucho más perjudicado, si se para la economía, entendiendo por “parar” a la bola de nieve de circulante que, sin respaldo alguno, han echado a rodar. Es una especie de cadena, a la que llamamos “inflación”. Es también débil como el jubilado, y depende de la calle para su sustento. El cuentapropista es un desocupado camuflado. Tiene mil formas, muchas de ellas de vendedor ambulante, corredor de 3era o 4ta mano, etc., muchas veces, como vemos en gran parte de América Latina. Es el “buscavidas”.

El cuentapropista es un rehén perfecto del sistema, dado que si la calle se resfría, él será el primero en sentir el “parate”. Es un silencioso colaborador involuntario del apriete de la emisión, sabe que cuanto más se emita, algo le puede caer.

 

El trabajador “en negro”

 

Son el 40% de los activos, algo así como 4 millones de argentinos. El trabajador en “negro” nunca será blanqueado en un sistema de corrupción y arreglo entre un Estado mafioso y cómplice, un empresariado prebendario y un sindicalismo que solo pelea por sus derechos y no por los de los trabajadores.

Habría que preguntarle al ministro Tomada, otrora abogado de grandes sindicatos conocidos popularmente como “Los Gordos”, y que ahora quiere ser jefe de Gobierno, cómo no ha logrado aún doblegar el 40% histórico de trabajo en negro, luego de casi 8 años de gestión... en especial él, que guarda vínculos históricos con los sindicalistas y las cámaras empresarias, no puede alegar inexperiencia previa en la materia.

Deberemos pensar que en la Argentina, las paritarias hacen la vista gorda a un número porcentual de trabajadores en negro.

 

El trabajador en blanco

 

Por último, los trabajadores en “blanco”, que representan apenas el 24% del total de los trabajadores argentinos (esto es, si de la masa total descontamos a los jubilados, a los pensionados, a los cuentapropistas, a los profesionales y a los trabajadores “en negro”)

Son los únicos que cuentan con la posibilidad concreta de algún “enganche” inflacionario, y son los que pueden, luchas mediante, hacerle tablas a la inflación.

Son la capa más dinámica porque son los que crean la riqueza en el campo, el taller, la fábrica, el comercio y la administración, los “niños mimados” de los K, a los que se les permite “sacar la nariz de la m....”

Sin embargo, es quizá el sector que más tiene para perder y el que cree que la inflación es siempre manejable.

Son los que más cuentan con sus propias fuerzas (físicas y gremiales) y son los menos propensos a cambios temerosos de sufrir efectos, aunque también sufren la pérdida del valor de compra de sus salarios. Menos observados, son los efectos tributarios que sufren los salarios en blanco, como el peso de soportar su propia salud (obras sociales) el costo gremial (aporte gremial) y el mayor costo por el aumento inusitado de la cantidad de jubilados (costo futuro en su propio nivel de retiro). A eso habría que sumarle las exacciones ilegales que los gremialistas hacen a través del desvío (tangente) de los partes gremiales a su propio peculio y hacia sus propias ambiciones políticas. Esto representa no menos del 60% del ingreso, y sin perjuicio que el trabajador aporta solo una parte de ese 60%, en los balances empresarios se vuelca costo obrero con lo cual deberíamos pensar si no es ya necesario un profundo debate de si los trabajadores queremos entregar casi la mitad del costo obrero al Estado y a los sindicalistas, que, por de pronto, se han mostrado como muy malos administradores, cuando no, ladrones de esos fondos, hasta la fecha.

 

Conclusión

 

La base de sostener un sistema de inflación controlada es promovido como un mecanismo de dominación política, mediante un complejo de medidas, y que todas ellas apuntan a la discrecionalidad del gasto, y la dominación autoritaria de la voluntad de los actores y agentes políticos en cuestión. La estrechez de libertades guarda una necesaria relación con este esquema (autoritario, en sí mismo) y a la hora de contar los votos sabe, a través del miedo, generar pingues beneficios.

Nuestra Carta Magna cuenta con un espíritu liberal, y promueve dicha forma de gobierno, sin perjuicio de que ha sido convenientemente “aggiornada”, nunca ha abandonado el espíritu de la libertad del hombre, como centro de imputación de normas y de las políticas públicas. Es lógico, entonces, y hasta natural, que el kirchnerismo choque contra esta cúspide normativa, una y otra vez, logrando vulnerarla y violarla en muchas oportunidades

La restricción de derechos consagrados, tanto en lo individual como en lo colectivo, son el mecanismo descarnado que esta administración que lleva adelante Cristina Fernández ha de seguir utilizando, con mano de hierro, a fin de perpetuarse en el poder por 4, 8 o baja a saberse cuantos años más.

No por nada en Grecia ya los presocráticos aconsejaban: "Es necesario que el pueblo defienda su ley tanto como sus murallas." (Fragmentos: Heráclito de Éfeso).

No es poco.

 

José Terenzio

 

1 comentario Dejá tu comentario

  1. De todo lo leído, opino, cuál Cristina Fernandez???????que mano de hierro???????? Ella sóla, rodeada de un grupete que hace lo que quiere, por su lado. Perpetuarse en el poder??????? Ni se va a presetar a nada y estara pensando como rajarse lo más rápido posible. Que piensa en el pueblo???????Solamente algún estúpido puede creerse ese cuento.

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