Que Colombia y Venezuela compartan la secretaría de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), es un triunfo de la diplomacia latinoamericana con méritos compartidos, pero sobre todo, comprueba el triunfo del pragmatismo sobre la ideologización de las relaciones entre países de la región. Así lo sostienen analistas colombianos de la realidad regional consultados para este artículo.
EL 11 de marzo los países integrantes de la Unasur designaron a la ex canciller colombiana María Emma Mejía y el actual ministro venezolano de Electricidad, Alí Rodríguez, como secretarios alternos para ejercer la secretaría de la Unasur por los próximos dos años, responsabilidad que llena la vacante dejada por el fallecimiento del ex presidente de Argentina Néstor Kirchner (1950 —2010), quien ocupó el cargo durante cinco meses.
Unasur está integrada por 12 países de la región sudamericana. Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam. Uruguay y Venezuela. La población de Unasur suma 397.075 millones de personas —el cuarto bloque a nivel mundial — posee un 27% del agua dulce del planeta y es la primera región mundial en producción y exportación de alimentos.
Cambio de escenario
La nueva realidad en las relaciones bilaterales colombo —venezolanas contrasta la situación planteada apenas un año atrás, 27 de febrero de 2010, cuando un helicóptero Iraquois venezolano sobrevolaba en el espacio aéreo de Colombia y en las baterías antiaéreas de la Brigada XVIII del Ejercito de Arauca se aprestaban a repelerlo.
Es que en diciembre de 2009 el presidente Hugo Chávez había dispuesto el avance de 40 tanques desde su base en Maracaibo para quedar apostados en Paraguaipoa, la guarnición militar más cercana a la frontera con Colombia, como informó en su número 865 de febrero de 2010, la hoy desaparecida revista colombiana Cambio.
Venezuela había dinamitado dos de los puentes que unen a ambos países en diferentes pasos a lo largo de una frontera de 2.219 kilómetros y para la fecha del informe de Cambio, veintiún colombianos habían muerto en diferentes puntos de esa frontera en los últimos tres meses.
En esa época el entonces senador oficialista colombiano Manuel Ramiro Velázquez integrante de la Comisión de Defensa de Seguridad Nacional, sostuvo que “la formación de milicias venezolanas apunta a la guerra (y que) en esos cursos los profesores les dan instrucciones sobre una toma simbólica de La Guajira (Colombia) porque, sostienen, ‘son de nosotros los venezolanos’”.
No obstante, el legislador colombiano señalaba que ante un eventual forzamiento de escenario bélico por Venezuela, “Brasil ha sido más ortodoxo desde su propia visión de líder, Chile también ha adelantado que no secunda esa posición y el presidente Correa, de Ecuador, tomó prudente distancia”.
Colombia y Venezuela mantenían rotas sus relaciones. Asimismo Colombia y Ecuador —aliado de Caracas— tras el bombardeo al campamento en territorio ecuatoriano de uno de los jefes de las Farc, Raúl Reyes, en marzo 2008, también habían interrumpido vínculos diplomáticos.
Sobrevinieron diferentes instancias entre las cuales la cumbre de presidentes en la OEA —4 y 5 de marzo de 2009— caracterizadas por dilatados enfrentamientos verbales en que los ejes del debate tenían que ver con las acusaciones de Colombia contra Venezuela por el apoyo prestado a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) y la acusación de Chávez sobre el papel de Colombia como ladero de los Estados Unidos en la región.
Recientes documentos ofrecidos por Wikileaks a la prestigiosa revista Semana de Colombia, evidencian que Estados Unidos tuvo una participación disuasoria ante los gobiernos de Caracas, Bogotá y Quito en aras de frenar esa escalada de resentimiento y desconfianza.
Paradojalmente, a fines de 2008 circuló la versión periodística de que Fidel Castro había atenido comunicaciones directas con los gobiernos de Colombia y Venezuela para bajar la tensión que, según esa versión, solamente favorecería “al Imperio”.
En uno de los cables se evidencia que el entonces embajador norteamericano en Bogotá, William Brownfield, sostiene que las posibilidades de una confrontación en la frontera eran "extremadamente remotas".
Los cables dados a conocer por Semana también informan sobre la ofensiva política de Estados Unidos en otros países a favor de Colombia, para evitar que la condenaran por violar el derecho internacional, en la cumbre de la OEA de marzo. "Argentina le bajó el perfil a su intervención el segundo día, como resultado de los esfuerzos de la Embajada en Buenos Aires de controlar al embajador Gil", dice un cable.
En ocasión de la reunión de Unasur de agosto de 2009, celebrada en Bariloche, Argentina, el entonces presidente Uribe, no salió malparado contrariando algunos pronósticos.
Durante más de siete horas de sesiones televisadas en directo, los jefes de estado sudamericanos analizaron qué agenda debía tener Unasur.
Venezuela, Ecuador y Bolivia intentaron inclinar la balanza a favor de de su posición radicalmente antinorteamericana, centrándose en el cuestionamiento al acuerdo de cooperación militar colombo —estadounidense.
Colombia, en esa oportunidad, advirtió que las principales amenazas a la seguridad regional están representadas por el narcotráfico, el terrorismo y el armamentismo. Esos fueron temas incluidos en la Declaración de Bariloche con miras a que Unasur los incorpore a una estrategia regional común:
“Reafirmar nuestro compromiso de fortalecer la lucha y cooperación contra el terrorismo y la delincuencia transnacional organizada y sus delitos conexos: el narcotráfico, el tráfico de armas pequeñas y ligeras, así como el rechazo a la presencia o acción de grupos armados al margen de la ley”.
Los reclamos de Venezuela, Bolivia y Ecuador respecto al acuerdo de Colombia y Estados Unidos en esa Declaración, quedaron reducidos a “Reafirmar que la presencia de fuerzas militares extranjeras no puede, (…) amenazar la soberanía e integridad de cualquier nación suramericana y en consecuencia la paz y seguridad en la región”.
“Esta designación desdibuja el concepto que muchos tenían de una institución ideologizada sobre Unasur y se pasa a un aspecto mucho más pragmático, de agrupar fuerzas en lugar de disputar ideológicamente”, afirmó Fabio Humberto Giraldo, director del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.
La normalización de relaciones entre los tres países vecinos sobrevino en agosto de 2010 con la asunción del presidente Juan Manuel Santos, quien al conocer la designación de Mejía como secretaria alterna de Unasur señaló que Colombia de ser “el patito feo” de esa organización, pasaba a tener una posición de destaque en Unasur.
Giraldo agregó que es un cambio político significativo —además de lo que supone la membrecía misma para el país y para la ex ministra Mejía — en el posicionamiento de Colombia ante la comunidad de países sudamericanos que reúne Unasur, “pues Colombia transita de un casi completo distanciamiento, a liderar en materia de organización y administración de una agenda sudamericana”.
“Unasur se muestra más abierta en la medida que ofrece la Secretaría de Unasur y Colombia se muestra más abierta en la medida que la acepta”, dijo Giraldo.
“Colombia como Secretaria de Unasur puede entenderse como un mensaje a Estados Unidos para que firme el TLC con Colombia, como un llamado para que Estados Unidos le tenga un mayor respeto a Colombia.” agregó el cientista político colombiano.
Martha Lucía Márquez Restrepo, directora de la Maestría de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Javeriana de Bogotá, valoró que la designación de Colombia “muestra el giro que se ha dado en la política exterior colombiana con la llegada del presidente Santos, así como el interés en regresar a la región y participar de espacios multilaterales. Es una diferencia con el gobierno del presidente (Álvaro) Uribe, (que) estaba orientado exclusivamente hacia las relaciones con Estados Unidos”.
Márquez agregó que en lo que tiene que ver con Venezuela, se venía discutiendo desde hace rato compartir la secretaria general con Venezuela, pero el presidente (Hugo) Chávez se oponía. “Cambió su postura y, no solamente aceptó la propuesta, sino también que Colombia ocupara en primer término ese cargo”.
A juicio de Márquez influye también que en Colombia se hable de un proceso de paz lo que supondría la desmovilización de una guerrilla con la que Chávez tiene afinidades.
Hugo Machín
CADAL
Si, sirvio para sacrificarlo al Nestor.
Pienso que solo es un rejunte de presidentes corruptos que pactaron para ayoyarce entre si ante la posibilidad de ser eyectados del poder por el pueblo. O tambien para darse asilo en caso de un escape rapido y salvarse d ela justicia. Otra utilidad no le veo
Comparto totalmente lo expresado por Curly. En cuanto al "sacrificio" del delincuente tuerto. ojalá hubiera ocurrido mucho antes, para bien del país.