Mario Vargas Llosa dio su esperado discurso en la Feria del Libro y no omitió referirse a los episodios que casi hacen que la visita quede en el olvido. “Agradezco a los organizadores haber resistido las presiones de adversarios de mis ideas políticas para desinvitarme”, dijo, y le agradeció también a Cristina Kirchner “cuya oportuna intervención atajó aquel intento de veto". “Ojalá esta toma de posición se contagie a todos sus partidarios y guíe su propia conducta de gobernante”. El escritor aseguró que sobre nuestro país habla "desde el cariño". "La Argentina es un país al que le tengo mucha admiración, que me formó intelectualmente", dijo, y afirmó que no critica a la Argentina sino "ciertas políticas" que le parecen "equivocadas".
"También he criticado las de mi país u otros, porque soy un hombre libre", dijo. "Me conmueve mucho y me desgarra", afirmó sobre el país, sobre el que dijo que era "del primer mundo cuando tres cuartas partes de Europa eran el tercer mundo todavía". "Era un país enormemente próspero y era una democracia a principios del siglo XX. Llegó a tener un sistema educativo que fue un modelo para el mundo, el más avanzado de su tiempo, que casi lleva a terminar con el analfabetismo en una época en que media Europa era prácticamente analfabeta", indicó.
"¿Qué pasó en un país que había dado pasos tan extraordinarios para que viva los problemas que vive?", se preguntó, y agrego: "Argentina era el ejemplo que veíamos, el país que envidiábamos, el país donde los jóvenes universitarios querían venir a estudiar". Vargas Llosa afirmó que "Argentina está en crisis casi permanente, porque hay crispación política". "Hubo errores políticos, el país desaprovechó oportunidades extraordinarias, hay que decirlo para no perseverar en el error", continuó, y aseguró que sus palabras no eran una "hostilidad" sino "un acto de gran solidaridad". "Voy a seguir criticando todo lo que me parece mal, aunque a algunos los ofenda porque creo que eso es la libertad", dijo, y recibió un aplauso cerrado, al que el escritor respondió que "la libertad hay que ejercerla".
El premio Nobel reafirmó su postura liberal y aseguró que la doctrina "tiene que ver con la libertad". "Defiende a los individuos frente al Estado. Hay siempre un peligro de que el Estado los arrolle. Para eso hay que tener un poder judicial independiente al que pueda acudir el ciudadano. El progreso de la humanidad ha ido en esta dirección", dijo."Asociar el liberalismo a una dictadura es una obscenidad. El liberalismo es la negación de una dictadura", continuó el escritor, y afirmó: "Yo he combatido toda mi vida a las dictaduras, hay una gran coherencia en mi vida en eso. A todas las he combatido en nombre de la libertad".
"Me opongo a todas las dictaduras, de izquierda y de derecha. Hacen las mismas cosas: acallan a los disidentes, no permiten la crítica, acuden a la tortura para evitar que la critiquen. Son catastróficas, traen pobreza para sus pueblos. Me indigno cuando veo que se asocia el liberalismo con las dictaduras", indicó. “Desde la primera vez que pisé Buenos Aires advertí que esta ciudad y los libros tenían una afinidad recóndita, comparable a la que sólo había advertido antes en París. Al igual que esta última era una ciudad de librerías y de cafés literarios”, afirmó, y dijo que no es casual “que Borges fuera un porteño”. “Tampoco es raro que la UNESCO haya declarado a Buenos Aires la capital mundial del libro en 2012, decisión que celebro con alegría”, agregó. El escritor a continuación pasó a expandir su discurso, titulado “La libertad y los libros”, en el que mostró su pasión por la literatura, a la que calificó como un “viaje a lo imaginario”. "Los libros nos ayudan a desterrar los prejuicios entre los pueblos y las personas, y descubrir que por debajo de las fronteras somos iguales, que los otros somos en verdad nosotros mismos", opinó el escritor, y agregó: "Los libros nos hacen más libres y críticos del mundo". Vargas Llosa se refirió a las dictaduras que vieron en los libros una amenaza y los prohibieron, al decir que "no es casual que hayan despertado el recelo de quienes se creen dueños de la verdad absoluta, de fanáticos y dogmáticos". "La inquisición lo vio clarísimo", indicó, y explicó que "dejar prosperar" los libros "sin censura seria poblar el mundo de teorías subversivas".
"Esa mentalidad llegó a hacer que la novela fuera prohibida en los tres siglos de la colonia en América", repasó el premio Nobel, para indicar que una de las consecuencias en el nuevo continente fue que las ficciones "se las arreglaron para contaminarlo todo". "Todavía en nuestros días los latinoamericanos tenemos grandes dificultades para discernir entre lo que es ficción y lo que es la realidad", sostuvo. El escritor destacó que "los seres humanos no podemos vivir sin ficciones", y aseguró que en la actualidad "los comisarios políticos han reemplazado a los inquisidores de antaño".
(Fuente TN)
Redacción de Tribuna de Periodistas