Dicen que para las elecciones del 2007 Alberto Balestrini, por entonces ya formal candidato a vicegobernador, lo fue a ver a Néstor Kirchner con las listas de postulantes a legisladores provinciales de varias secciones electorales. Los nombres que figuraban en esas nóminas habían sido acordados, en general, entre los referentes peronistas de esas regiones y en algún caso el entonces Presidente de la Nación quiso vetar un candidato.
Así pasó con el marplatense Juan Garivoto, propuesto para diputado por la Quinta Sección, pero, cuentan, Balestrini convenció a Kirchner de la importancia de ese dirigente en el juego de acuerdos de esa región y Garivoto fue candidato y electo diputado.
La anécdota es mencionada con frecuencia por estos días en el conmocionado mundo del peronismo oficialista bonaerense.
Por supuesto, en las listas que presentó Balestrini a Kirchner ya estaban anotados, sin discusiones, algunos candidatos que el Presidente había "pedido"; y las postulaciones que habían definido los referentes seccionales, lejos de conformar a todos, habían dejado atrás un tendal de dirigentes enojados que, con razón o sin ella, se sentían injustamente excluidos de las nóminas. Como interlocutor de todo el PJ bonaerense ante Olivos, Balestrini fue siempre duramente cuestionado.
Pero el recuerdo de la historia en estos tiempos apunta a rescatar su condición básica: la mera —y capital— existencia de un representante válido del peronismo de la provincia ante el líder del oficialismo, con capacidad para defender posturas y decisiones del sector.
Y no es, claro, un recuerdo antojadizo. El oficialismo bonaerense ha perdido a su negociador y la actual líder del espacio, Cristina, no trata, al menos por ahora, "detalles electorales" con los referentes de la Provincia, mientras su vocero para estas cuestiones, Carlos Zannini, resulta accesible sólo para unos pocos que no son precisamente referentes del PJ.
Borradores y dudas crueles
En ese clima de orfandad instalado sobre la inevitable realidad preelectoral de siempre —demasiados aspirantes para pocos cargos—, y ya casi contrarreloj (el plazo para inscribir candidaturas vence en seis semanas) la "mesa chica" del gobernador Scioli (los ministros Alberto Pérez, Cacho Álvarez y Eduardo Camaño y el subsecretario Isidoro Laso) inició en las últimas horas el intento de reeditar el rol de Balestrini.
En ese sentido, el mismo es propiciar el armado de acuerdos seccionales para la definición de listas —tanto legislativas como municipales, con las candidaturas a intendente como asunto
central— que luego puedan ser presentadas ante Zannini como decisiones consensuadas del peronismo provincial.
Con todo, la eventual concreción de esos "borradores" de las listas no despeja la preocupación mayor que recorre al peronismo bonaerense: los lugares que pedirá finalmente en esas nóminas la Casa Rosada (o sea, el kirchnerismo puro) para La Cámpora y otros sectores ultra K, y las listas colectoras —sobre todo para disputar intendencias y concejales— que impondrían desde Balcarce 50.
La convicción dominante es que la estrategia que diseña Zannini prevé la utilización de las dos variantes a un nivel que podría reducir a la nada las listas originales del peronismo y, en el caso de las colectoras, poner en riesgo triunfos o "gobernabilidades" en los distritos.
El factor Moyano
Por lo demás, los operadores del sciolismo iniciaron los contactos de "armado territorial" luego de que se conociera que Sergio Massa avanzaba en firme hacia la posibilidad de presentarse en la primaria del PJ para competir por la candidatura a gobernador que, sin proclamación, ya tiene un aspirante seguro, Daniel Scioli.
La conjunción de una serie de factores, sin embargo, determinó que el intendente de Tigre apareciera casi como "el" candidato "de" un sector del sindicalismo moyanista, justo en horas en que la Presidenta lanzaba su más dura estocada verbal hacia ese sector, lo que llevó a Massa a colocar el asunto por un tiempo en el "freezer" y revisar si finalmente jugará o no ese partido.
Moyano y sus gremios afines, en tanto, se preparan para una doble apuesta. Mientras el taxista Viviani y otros gremialistas de estrecha vinculación con el líder de la CGT ofrecía respaldo a Massa, el propio camionero se reunía con Scioli para pedir definiciones sobre los hombres propios que integrarán las listas (de todo tipo de cargos) que presente el sector del Gobernador, y renovaba en ese encuentro la pretensión de que un sindicalista sea su vice.
Negociación abierta
El radicalismo y el peronista disidente Francisco De Narváez, por otra parte, ingresaron por estas horas en el tramo final y decisivo de la negociación que podría desembocar en una alianza electoral.
Ricardo Alfonsín llegó hasta esa mesa con el alivio que, sobre la hora, le otorgó el socialista Hermes Binner anunciando públicamente que aceptará un "acuerdo provincial" que lleve a De Narváez como candidato a gobernador del espacio.
Pero la acotación del santafesino no es inocente, porque el referente del PJ anti K está planteando al radicalismo, justamente, un "acuerdo nacional" que supere holgadamente la definición de las candidaturas bonaerenses y que incluya definiciones, por caso, de las carteras nacionales que ocuparía el peronismo en un eventual futuro gobierno de Alfonsín.
Marisa Álvarez
NA
AHHHHHHHHHHH QUE PLACER ME DA VER ESTA FOTO!!!! DOS HDP MUERTOS. UNO BIEN MUERTO Y EL OTRO MUERTO EN VIDA.