Nací un día de septiembre de 1949. En nuestro país vivíamos en democracia y era presidente Juan Domingo Perón desde el 4 de junio de 1946, quien se había impuesto con el 55 % de los votos. Hacía solo 4 años de la firma del armisticio que había puesto fin a la segunda guerra mundial, Europa se estaba reconstruyendo después de tanta devastación y Japón lloraba los muertos dejados por la nueva tecnología bélica. La guerra fría estaba dando sus primeros pasos.
Nuestra patria ya había superado dos golpes de Estado, uno en 1930 y el otro en 1943 (en este último, el coronel Juan Domingo Perón había sido vicepresidente de facto). El 4 de junio de 1952, Perón es elegido nuevamente por el pueblo con más del 62 % de los votos.
Cuando me faltaba poco para cumplir los 6 años, el 16 de junio de 1955 en un intento de derrocamiento de las autoridades constitucionales, aviones de la aviación naval y de la fuerza aérea bombardean
A partir de allí se suceden los siguientes presidentes: 20/09/55 al 13/11/55 General Eduardo Lonardi (de facto), 13/11/55 al 01/05/58 General Pedro Eugenio Aramburu (de facto), 01/05/58 al 29/03/62 Arturo Frondizi (constitucional destituído por golpe de estado), 29/03/62 al 12/10/63 José María Guido (Presidente provisional del Senado en ejercicio limitado de la presidencia tras el derrocamiento de Frondizi), 12/10/63 al 28/06/1966 Arturo Umberto Illia (constitucional, derrocado por golpe de estado), 28/06/1966 al 08/06/1970 General Juan Carlos Onganía (de facto), 08/06/1970 al 23/03/1971 General Roberto Marcelo Levingston (de facto), 23/03/1971 al 25/05/1973 General Alejandro Agustín Lanusse (de facto), 25/05/73 al 13/07/1973 Héctor José Cámpora (Constitucional renuncia tras 49 días en su función), 13/07/1973 al 12/10/1973 Raúl Alberto Lastiri (Presidente de
Como se puede ver por las fechas citadas, mi niñez y adolescencia se alterna entre gobiernos constitucionales y golpes de Estado. Por la edad y la nula participación política, todos estos acontecimientos me parecían hechos alejados de mi cotidiana existencia. Empiezo a tomar conciencia de la realidad cuando en el año 1970 cumplo con el servicio militar obligatorio en una unidad de
En mi período de conscripto, entre innumerables hechos de violencia, acontece el secuestro y asesinato del General Aramburu y recrudecen las diferencias entre miembros de las fuerzas armadas, tanto es así que derrocan al General Onganía y asume el General Levingston. A mediados de diciembre de ese año, me dan la baja en el servicio y vuelvo a mi paz pueblerina a trabajar y a estar junto a mi novia desde la escuela secundaria.
Allí es donde comienzo a interesarme en los comentarios periodísticos y leo que unos jóvenes “idealistas” están llevando a los hechos, desde hace años, la lucha armada para combatir a la dictadura, conseguir el regreso de su líder al país y restablecer la democracia (1). También hay otras organizaciones armadas que tienen como “ideal” la imposición del marxismo-lenilismo en el marco de la guerra fría internacional. La realidad que empiezo a ver en ese momento es que estábamos desangrándonos entre argentinos desde 1810.
El 11 de marzo de 1973 —cuatro días antes de mi casamiento después de 7 años de noviazgo—, votamos con mi novia por primera vez; teníamos veintitrés años y la alegría de volver a vivir en democracia y con la esperanza de desarrollar nuestro futuro en paz y sin violencia para criar los hijos que el Señor nos enviara. Ese 25 de mayo de 1973 asume el Dr. Cámpora y en su primera acción de gobierno libera de la cárcel a todos esos muchachos “idealistas”. En ese momento creí que se terminaba la lucha armada porque los objetivos estaban cumplidos. Estábamos en democracia y la vuelta del líder ya era un hecho. Craso error.
Inserto a continuación una recopilación de hechos terroristas cometidos en plena democracia según información extraída de internet y que sería necesario que la justicia investigara si fueron acontecimientos fehacientes, para poder castigar así a los culpables del ataque a las instituciones y ciudadanos en plena vigencia del estado de derecho y convoco a todos los argentinos y sobre todo a las fuerzas políticas, sin distinción de ideología, a honrar, como héroes defensores del orden constitucional, a los muertos, heridos y mutilados de las fuerzas armadas y de seguridad que cayeron en cumplimiento de su deber y recordar e indemnizar a todos los deudos de los civiles inocentes muertos por los “asesinos idealistas”, dándoles a estos el justo castigo que se merecen, pues no podrán aducir que en este período estaban luchando contra una dictadura.
Mucho me temo que alguno de estos delincuentes —la justicia tendrá que determinarlo— estén hoy ocupando puestos de funcionarios gubernamentales clave y algunos de ellos utilizando en sus despachos o en sus boletas eleccionarias las fotos y emblemas del líder del partido gobernante en la fecha analizada, o sea la hipocresía llevada a su máximo nivel y sumisamente aceptada por la mayoría de las autoridades y pueblo argentino. Será Justicia.
¿Cuantas cosas cambiarían para bien del pueblo argentino si en nuestro país estableciéramos como delito imprescriptible toda violación a nuestra Constitución Nacional?
Ricardo Alfredo Rey
(1) Anexo: hechos terroristas ocurridos en plena democracia