A los políticos bonaerenses les quedan apenas dos semanas y media para presentar las alianzas que puedan conformar, y diez días más para anotar las listas de candidatos.

Pero el destino electoral de la enorme mayoría está todavía en un estado que definiría bien una figura penal: en grado de tentativa. Cuestiones tan troncales como las posibles alianzas o los compañeros de fórmulas, así como la cantidad de candidatos a intendente que presentará una misma fuerza en un mismo distrito, están aún en pañales, entre una infinidad de aspectos sin definir.

En ese paisaje, el radicalismo y el sector del peronismo disidente que lidera Francisco De Narváez avanzaron en los últimos días más de lo que dejan ver los chispazos que genera la eterna pulseada entre Ricardo Alfonsín y el socialista Hermes Binner, que mantienen aún increíblemente abiertas las opciones de ser socios e integrar un binomio o ser cada uno candidato presidencial de diferentes espacios.

En estos días la UCR bonaerense aportó una decisión clave. Los máximos referentes de sus diversos sectores internos resolvieron que una alianza con De Narváez que lleve a ese diputado como candidato a gobernador es su objetivo innegociable. Acordaron, en suma, rechazar la exigencia del socialismo y del Gen de Margarita Stolbizer de dejar afuera al peronista para formar el autodenominado frente progresista.

La UCR consolidó de esa manera una estrategia que tiene base en la Provincia pero apunta a un objetivo nacional: que, de la mano de la postulación de De Narváez a la Gobernación, Alfonsín obtenga en la Provincia una victoria o un caudal de votos suficiente como para ubicarlo en la segunda vuelta por la Presidencia.

¿Terminará Binner aceptando integrar un frente nacional que postule en Buenos Aires al peronista? Todo indica que no.

En la UCR creen que el rechazo a De Narváez sería una excusa para cristalizar la ambición del santafesino de ser candidato presidencial; una convicción fortalecida por los acuerdos que Binner ya cerró en la capital federal y en Córdoba, dejando afuera al radicalismo, con fuerzas dispuestas a promoverlo a la Rosada.

Un caso singular

Con todo, el acuerdo Alfonsín-De Narváez, aún avanzado, aún está en grado de tentativa. Si al final el socialismo aceptara al Colorado como una movida "exclusivamente bonaerense", el acuerdo Alfonsín-De Narváez, avanzado como está, podría caerse.

Pero mientras tanto, ambos sectores ya han avanzado en los últimos días en las definiciones "de abajo", las referidas a candidaturas a legisladores y a intendentes, con el objetivo de sentarse lo más pronto posible a compatibilizar esos borradores para la confección de las listas definitivas.

Una tarea que será ardua, porque una pauta ya establecida, aún antes del cierre del acuerdo, es que este frente no presentará colectoras en ningún nivel.

El radicalismo avanza también en la definición del compañero de fórmula de Alfonsín sin Binner en los planes. Y allí aparece Graciela Ocaña en una situación singular.

La más persistente denunciante de Hugo Moyano estuvo al borde de ser la vice de Pino Solanas en la capital federal.

Al final la vetó un dirigente de ese espacio, Claudio Lozano. Pero ahora está anotada en el primer lugar de una corta lista de posibles vices de Alfonsín; figura con chances para acompañar a De Narváez en la fórmula a la Gobernación si no se diera la primera alternativa; y es tenida en cuenta tanto por los radicales como por el peronista para encabezar alguna de las dos nóminas de candidatos al Congreso nacional.

Pero "La Hormiguita" todavía no definió si participará de ese entramado electoral. Y Roberto Lavagna —con quien Alfonsín ya se reunió para hablar de la posibilidad de que se sume a un acuerdo entre la UCR y De Narváez— también figura en las alternativas evaluadas para la vicepresidencia.

Sin avances

En el oficialismo, en tanto, las definiciones de buena parte de las candidaturas aún no superaron el estadío de los borradores.

Para la Legislatura, los referentes regionales del peronismo ensayan nóminas permanentemente sometidas a borrones, agregados y supresiones, con la novedad, en los últimos días, de la inclusión de algunos aspirantes de La Cámpora, a partir de la evidente intención de evitar el mal trago de que sea la Casa Rosada la que los añada a último momento cuando presenten las listas para su "aprobación".

Los intendentes peronistas que se proponen ir por la reelección aún ignoran si tendrán contrincantes ultra K en la interna, o en la general por la vía de las colectoras.

En la Gobernación, consolidan la idea de impulsar a la ministra de Infraestructura, Cristina Alvarez Rodríguez, como compañera de fórmula de Daniel Scioli, pero le han pedido que empiece a mostrarse "más sciolista", o al menos como "una defensora enérgica" del gobierno provincial.

Y la sobrina nieta de Eva Perón, adscripta a una corriente ultra K, prefiere pasar desapercibida los próximos días, para no irritar sensibilidades en las cumbres del  kirchnerismo, mientras en la Gobernación afirman que, llegado el caso, si la ministra no da el perfil de "pertenencia absoluta" al sciolismo, el elegido podría ser alguien de quien no habría dudas en ese sentido: el jefe de Gabinete, Alberto Pérez.

Todo, con la perspectiva de que la elección de Scioli sea compartida por Cristina Kirchner.

Marisa Álvarez
NA