No es ninguna novedad mencionar que aquellos que militan en las filas del kirchnerismo no son muy afectos a las entrevistas y, mucho menos, a las conferencias de prensa, salvo, claro está, si estas son hechas por periodistas y/o medios amigos (de ellos).
Esta metodología, impuesta por Néstor, que incluso en alguna oportunidad se molestó, y mucho, cuando le preguntaron sobre ciertas cuestiones que lo incomodaban, se ha convertido en uno de los sellos K.
Por supuesto que mucho menos aceptan, salvo raras excepciones, el debate, que rara vez podemos ver solo en algunos programas del canal de noticias TN o el programa “Hora Clave” de Mariano Grondona.
Esta metodología no es, claro está, producto de la casualidad, sino que se debe, lisa y llanamente a que, para ciertas preguntas, el oficialismo no tiene respuestas.
Siempre, absolutamente siempre, vemos tanto a la Presidenta Cristina Fernández como a cualquier ministro, legislador, o funcionario hablar él solo y decir lo que piensa,sin permitir que el entrevistador en cuestión repregunte.
Entonces comenzamos a escuchar todas las bondades que —según el gobierno, claro está— se han generado en estos ocho años de gestión K.
El punto en cuestión sería, entonces, por qué no se realizan conferencias de prensa o debates, en los que sería muy interesante que alguien, cualquier representante del Frente para la Victoria, nos diera detalles sobre ciertas cuestiones. Por ejemplo: por qué si a la Argentina le va tan bien siguen apareciendo planes sociales; por qué hay inflación y encima mienten con los índices truchos del Indec; por qué hay problemas de energía; o por qué cada vez hay mas pobres.
Sería muy interesante, también, que nos expliquen, siempre siguiendo la lógica de la visión kirchnerista, por qué el sistema de salud es un desastre, como la educación y, fundamentalmente, porque crece la delincuencia.
Ni hablar de que respondan por qué desapareció en nuestro país el orden institucional, o a qué extraña razón se debe el crecimiento de la pobreza y del crimen organizado y/o el narcotráfico.
¿Sería mucho pedir de mi parte, que alguien me responda estas inquietudes?
Podríamos pensar, claro está, que serían muchas preguntas para una sola nota, lo reconozco. Entonces, en lo personal, me conformaría con poder hacerle solo cinco preguntas a Cristina Kirchner, solo cinco, como por ejemplo:
-¿Dónde están y a cuánto ascienden los fondos de Santa Cruz?
-¿En qué quedó la denuncia por la compra y venta de tierras fiscales en el Calafate a $2,50 la hectárea y vendidas en una cifra millonaria en dólares a un grupo inversor chileno?
-¿Qué ocurrió con el escándalo de las valijas de Guido Antonini Wilson?
-¿Cuándo y dónde se recibió de abogada?
-¿Como hizo, junto a su esposo, para juntar casi 70 millones de pesos, que es lo que figura en la última declaración jurada?
Insisto, me conformaría con que Cristina responda alguna vez estas cinco preguntas, solo estas cinco. Con eso me conformo.