La decisión de los hijos de Ernestina Herrera de Noble de presentarse en forma voluntaria a realizarse los ADN lleva la intención de cerrar un tema muy extenso y doloroso, pero no escapa que el anuncio se formuló en un tiempo político muy especial.
Justo en el momento en que Cristina Kirchner debe decidir, casi en la más absoluta soledad, si se presentará a la reelección presidencial.
Es difícil pensar que después de tanto tiempo y negativas permanentes, Marcela y Felipe hayan aceptado el análisis sin una importante dosis de certeza sobre los resultados. Porque, de lo contrario, las consecuencias políticas serían imprevisibles.
Tampoco resulta convincente la hipótesis de que este paso haya sido dado en el marco de un alto el fuego entre el Gobierno y el principal grupo mediático del país, luego de tantos cruces y reclamos judiciales.
Más verosímil es la posibilidad de un mensaje político para la Casa Rosada y un golpe de efecto contra el oficialismo si el resultado de los análisis es igual al relato histórico de los Noble.
Estos dilemas quedarán develados en pocos días, ya que la Justicia llamará a la brevedad a los jóvenes para los análisis pertinentes, mientras que Cristina tendrá hasta el sábado próximo para anunciar si seguirá en la primera magistratura.
Sin tregua para el bipartidismo
Más allá de esto, como está presentado el cuadro preelectoral, el bipartidismo seguirá con el dominio de la escena política durante los próximos años.
A no ser, claro está, que el Socialismo del santafesino Hermes Binner dé un batacazo en las urnas, algo que hoy por hoy parece improbable.
La jefa de Estado tiene sólo una semana para decidir su postulación y son pocos los que dudan que será afirmativa, ya que no hay "Plan B" para nadie.
Es más, la incógnita pasa por estas horas por saber quién será el candidato a vice y lo único que se descuenta es que será una persona de entera confianza y fidelidad al proyecto de gobierno.
La jefa de Estado también se encuentra abocada a dar la puntada final de todas las candidaturas según sea la elección de turno o los tiempos que vencen.
También tuvo varias reuniones con el gobernador Daniel Scioli para el armado bonaerense, en especial, por el candidato a vicegobernador.
Scioli no quiere que la Rosada le marque la cancha, pero tampoco rechaza las sugerencias. Julián Domínguez y Gabriel Mariotto fueron dos nombres que se escucharon de boca de los funcionarios nacionales como alternativas para ese cargo.
Pero, volviendo al bipartidismo, las encuestas sólo tiene en el radar a Cristina y bastante más lejos, pero pujando por la segunda vuelta a Ricardo Alfonsin y Eduardo Duhalde.
El ex presidente y gobernador bonaerense captó los votos de aquellos que apoyaban a Mauricio Macri y tuvo un repunte en las encuestas, aunque aún sin poder aspirar aún al ballotage.
Alfonsín lleva como compañero de fórmula al justicialista Javier González Fraga y su candidato a gobernador es Francisco de Narváez, de la misma extracción partidaria.
Los gobernadores son todos Justicialistas, radicales K o cercanos al oficialismo, como el reelecto Jorge Sapag, en Neuquén o Fabiana Ríos, en Tierra del Fuego.
La gran mayoría de los partidos vecinalistas, nacidos como respuesta a la crisis de 2001, terminaron abrazados también al calor oficial, ante la desnudez a los que lo somete el teatro bipartidista.
Bipartidismo bastante light si se tiene en cuenta que la UCR trata de salir aún del efecto devastador que le provocó su pertenencia y liderazgo de la Alianza, de hace una década.
El Socialismo es que se presenta como alternativa para una tercera fuerza, aunque en una aparente asociación política con dirigentes, como Pino Solanas, que también da muestra clara de sus ideales peronista.
Este acuerdo nacido el sábado pasado en el Congreso del Socialismo, en Santa Fe, ya tuvo un traspié a poco de empezar, por las críticas de Solanas a sus aliados por "cortarse sólo" en varias decisiones, como el nombre del Frente anotado en la Justicia Electoral o por diversas candidaturas.
El gran problema de las terceras fuerzas es que siempre, con el correr del tiempo, entraron en un proceso de disolución por divisiones internas o por asfixia provocada por los partidos dominantes. Por lo visto, nada ha cambiado demasiado bajo el sol de la política nuestra de cada día.
Daniel Casal
NA