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Todos somos culpables de la corrupción en la Argentina

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EL PAPEL DE LOS POLÍTICOS, LAS EMPRESAS Y LOS MEDIOS
EL PAPEL DE LOS POLÍTICOS, LAS EMPRESAS Y LOS MEDIOS

    "Gordo, sos tan ladrón que ni siquiera respetás el código de los ladrones", le dijo hace unos meses en un "aparte" Luis Barrionuevo al ministro de Salud, Ginés González García, en el marco de la sesión del Senado donde se debatía la ley para intervenir al PAMI enviada por el entonces gobierno de Néstor Kirchner.

 

    Barrionuevo se refería a que Ginés García, quien manejaba una parte de la red de gerentes y directores de la obra social de los jubilados, se había sumado a la cruzada "anticorrupción" del kirchnerismo en esa institución.

    El ministro de Salud bajó el tono de su embestida después que Barrionuevo lo encarara nuevamente diciéndole al oído: "gordo, somos pocos y nos conocemos mucho ¿así que ahora mejicaneás para Kirchner?".

    El líder de los gastronómicos, el dirigente más atacado por los medios del sistema, es temido no por su lengua "filosa" sino porque es uno de los que en la Argentina es capaz de poner en evidencia la corrupción de "doble moral" que practican los políticos y funcionarios que se turnan en el aparato del Estado.

    "Kirchner es tuerto pero no boludo, sabe que con el PAMI suma imagen electoral y agrega dos mil palos más a su cajita musical", dice Barrionuevo entre sus pares de la CGT.

    Hace unos meses, durante una reunión con el dirigente West Ocampo y otros "gordos" prominentes de la CGT oficial, Barrionuevo les mostró una carpeta y les dijo: "muchachos, aquí está la vida y obra de Kirchner, todo detalladito, privatizaciones, Repsol, Corte adicta, platita por el mundo, cometas varias, y algunas cositas amorosas de su mujer con uno de los íntimos de su entorno". Y agregó: "esta historia la compra cualquiera, si quieren se la dejo".

    Como siempre, los "gordos" se callaron la boca ante la amenaza encubierta de Barrionuevo. "Luisito" como lo llaman, siempre hace sus "aprietes" por tiro de elevación.
    Cuando el gastronómico se refería al "prontuario" de corrupción de Kirchner le estaba diciendo a los "gordos": si no defienden mi tajada en el PAMI, les saco la carpeta a ustedes.

   Esto explica porqué a Luis Barrionuevo, titular del gremio de los gastronómicos, senador nacional, jefe del PJ Catamarqueño, corrupto casi confeso, nadie lo pudo derrotar hasta ahora.

    Sabe demasiado, lo tiene todo documentado, y es uno de los que pueden probar que en la Argentina todos los políticos son corruptos. Incluido él, que hace de su impunidad y peligrosidad su principal baluarte de supervivencia.


El "sistema"

    Cuando las mayorías salieron a hacer espontáneamente el cacerolazo en diciembre de 2001, lo hicieron en la convicción de que todos los políticos eran una sola cosa: corruptos. La consigna del "que se vayan todos" involucraba a toda la clase política sin distinción que desde 1983 viene administrando el país para los intereses de los bancos y transnacionales norteamericanos y europeos.

    Sin saber exactamente cómo funciona la maquinaria del saqueo económico del capitalismo en la Argentina, la percepción del cacerolazo apuntaba a "todos", desde Carlos Menem hasta las filas de los "progresistas" representados por Elisa Carrió.

    La corrupción política no es una suma de individualidades, sino que funciona como un sistema. Quien se dedica a la política integra un sistema corporativo de corrupción destinado a gerenciar el país para el Imperio y sus megaempresas financieras y comerciales.

    Los medios toman la primera parte, la corrupción política, y esconden la existencia de la segunda: el rol de los políticos en el saqueo capitalista trasnacional de la Argentina.

    De esta manera, al sacársela de su contexto de totalidad significativa, la corrupción se torna un fenómeno de personas, de funcionarios o de políticos, sin conexión con una red interconectada entre sí.

    Todos los políticos son corruptos, todos los jueces son corruptos, todos los funcionarios son corruptos, por la sencilla razón de que la única manera que tienen de cobrar por sus servicios administrativos a los bancos y transnacionales es por medio de la corrupción.

    O sea por medio de las coimas, las sub o sobrefacturaciones del Estado (nacional, comunal o provincial), o el otorgamiento de licitaciones, contratos, etc.

    ¿Y quiénes pagan a los corruptos? Los bancos, y las megaempresas, comerciales, industriales o de servicios, que se valen de la corporación política para administrar el Estado, sancionar leyes e implementar medidas económicas favorables a sus políticas comerciales.

    De todo lo que produce anualmente en la Argentina (su producto bruto nacional PBI) solamente el "presupuesto nacional" queda en casa.

    De ese presupuesto, además, hay que extraer prioritariamente el pago de los intereses de la deuda externa, y sufragar los gastos del Estado y de la red de seguridad social, que se van achicando para pagar esas obligaciones.

    Ese es el principio funcional de los "ajustes" periódicos.

    Lo que resta se lo embolsa el capitalismo que controla todos los resortes gerenciales del Estado (leáse Poder Ejecutivo, Poder Judicial y Poder Legislativo) por medio de la corporación política asociada a la depredación económica imperial.

    De toda esa masa de dinero, (más de 80.000 millones USA) una parte es transferida a Europa y a Estados Unidos, y otra parte está asignada (alrededor de 20.000 millones) a la financiación de la maquinaria política que administra legalmente ese saqueo capitalista de la Argentina.

   Los políticos (mandatarios, legisladores, funcionarios) tarifan sus "servicios" por dos vías: 

    A) las "cajas" del Estado (nacionales, provinciales o comunales) cuyo control les permite cobrar comisiones en negro (coimas) por cada pago contrato que haga el Estado con empresas proveedoras o prestatarias de servicios (en este rubro, se encuentra la caja del PAMI).

    B) las decisiones administrativas del Estado (nacional, provincial o comunal) sobre contratos o licitaciones con empresas privadas para realizar obras viales o de infraestructura, en cuya "legalización" entran en juego tanto el Poder Ejecutivo, el Judicial como el Legislativo, todos en manos de la corporación política.


Los unos y los otros

    La "coima" a la corporación política, es el mecanismo de pago que utiliza el capitalismo trasnacional para llevarse con total impunidad, y con una fachada de legalidad institucional, todo el producido económico y el trabajo anual de los argentinos. Unos dependen de los otros para subsistir.

    Esta forma de expoliación de riquezas, avalada formalmente por un Estado encuadrado dentro de normas "republicanas y democráticas", no podría existir sin la participación cómplice de los políticos, ni éstos ni su negocio podrían existir sin los bancos y transnacionales que pagan comisiones en negro por sus servicios.

    Sin la gestión de gobierno del Poder Ejecutivo, sin la sanción de leyes por el Poder Legislativo, sin la implementación de fallos por parte del Poder Judicial, el robo capitalista tendría que hacerse (como sucedió en otras épocas) con la presencia de una dictadura militar en el gobierno.

    La llamada "corrupción estructural" de los políticos, no es nada más que el eslabón menor de un robo legalizado en el cual el capitalismo transnacional se lleva la "parte del león", y la corporación política se queda con el resto.

    Los grandes consorcios mediáticos de la Argentina, con el Grupo Clarín a la cabeza, sólo muestran interesadamente la corrupción de la clase política, la parte menor de la tajada, y esconde sistemáticamente la macroexpoliación del capitalismo internacional en la Argentina que se vale de esa corrupción, que dice combatir, para concretarla.

    La complicidad de la corporación mediática, integrante y beneficiaria del saqueo a través de la publicidad y de las prebendas oficiales a sus negocios diversificados, lleva a las mayorías a pensar que los únicos culpables del hambre y la desocupación en la Argentina son los políticos y las "corporaciones".

    La complicidad mediática saca de escena a los "patrones" y coloca en su lugar a sus "empleados", o sea los políticos, que obran de "fusibles" para que esos ciclos se sigan repitiendo impunemente.

    Esa es la razón principal porqué las famosas "cámaras ocultas" de la TV sólo se ocupan de la corrupción política, particularmente de dirigentes menores, los "perejiles", con los cuales los periodistas ignorantes del sistema se dan el gusto de hacer "justicia mediática".

    Si alguna de esas cámaras fueran colocadas en los despachos de la City financiera o en cualquiera de las sedes del poder económico esos periodistas pasarían, en el mejor de los casos, a engrosar la lista de desocupados. Y nadie de esos periodistas "justicieros" come vidrio.

    Son "corruptos pero no boludos", como suelen decir sus víctimas preferidas.

    La corporación mediática con sus escribas rentados, conforman la "tercera pata" de la corrupción que posibilita el macrosaqueo legalizado y en paz por parte del capitalismo transnacional, amparado bajo la protección política y militar del Imperio norteamericano.

    Hay mucha información acumulada, muchas carpetas negras, con las andanzas sociales y comerciales de los periodistas argentinos, que nadie saca a relucir por el temor a ser convertidos en leprosos sociales por el poder mediático.

    Buena vida, buenos contactos con el establishment, buen nivel y pasar económico, pasajes aéreos abiertos en cualquier aerolínea, acontecimientos gastronómicos en los quinchos del poder, vacaciones con la familia en Europa o EEUU, que no salen precisamente de sus sueldos como profesionales.

    A ellos, los periodistas, también se refiere el sindicalista Barrionuevo cuando, amenazando con su "clásico archivo secreto" dice que en este país "somos todos ladrones".

   Razón por la cual la corporación mediática lo ha convertido en el personaje más odiado de la Argentina, pero a su vez teme que algún día las "carpetas de Barrionuevo" salgan a la luz del día.

Carlos Forte

 

1 comentario Dejá tu comentario

  1. Leyendo este comentario, me parece estar viendo una de esas películas de carácter apocalíptico. Creo que es verdad, y sólo lo creo, porque es muy difícil que pobre y desinformada gente como nosotros, pueda saber de primera mano y con pruebas exhaustivas, que los grandes personajes vivan de esa manera. Casi la única forma de ver el mundo que yo tengo, es hacerlo a través de la televisión, y del Internet. Lamentablemente- por una parte- vivo como en una pequeña caja, casi desconectado del mundo. Sólo un amigo me visita, y con él charlamos del evangelio, o de cómo puede hacer nuestro club para mantenerse en primera. Hace tiempo que he comenzado a vivir con temor. Veo que la mayoría de los habitantes viven entre rejas. Han puesto rejas en todas las ventanas. No salgo de noche. Mis compras las realizo una vez por semana o menos. Pensar que cuando como un caramelo en la calle, me cuido muy bien de no arrojar su envoltorio en la vía pública. No veo la hora en que el mundo se termine, como está profetizado.

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