Uno de los paseos de fin de semana más alentadores, es irse a caminar por la Reserva Ecológica Costanera Sur. Sobre todo si es un día soleado, pues así se aprecia mejor la contundencia del paisaje con toda su flora y fauna en magnitud. Pero a poco de andar, se advierte un par de edificios monumentales que se recortan contra el paisaje. Entonces, la alegría proporcionada por el interesante paseo se vuelve ira y el encanto inicial se hace pedazos.
En octubre de 2003, al mes de uno de los tantos incendios extraños en ese predio natural, Punto Doc emitió un programa dedicado al megacurro de Puerto Madero que pretende avanzar sobre la Costanera Sur y la mencionada reserva. En el mismo, se presenta como en el sitio donde estuvo emplazada la famosa Ciudad Deportiva de Boca Juniors (otro megacurro, pero de los 70), la empresa IRSA pretende construir un barrio para ricos y poderosos denominado Santa María del Plata. Según Antonio Brailovsky, defensor adjunto de la Ciudad de Buenos Aires,“IRSA pretende construir un barrio cerrado sobre 57 hectáreas; una especie de country metido en el interior de la ciudad.” Este futuro emprendimiento urbanístico, ubicado en Avenida España 2230, estará emplazado en terrenos que fueron vendidos por el Estado menemista a dicho grupo económico a mediados de julio de 1997 en 50 millones de dólares. Allí se pretende instalar 20 torres, siendo estas una nueva guarida para vips.
“A fines de 2002, Duhalde e Ibarra firman un acta acuerdo —señala Norma Bevillaqua, defensora adjunta de la Nación— para transferir a la Corporación Antiguo Puerto Madero S.A la isla Demarchi, es decir la zona sur del Puerto de la Ciudad de Buenos Aires”. Si esta área estratégica pasara a manos privadas, dejaría de funcionar el mencionado puerto y se tirarían a la basura 50 mil millones de dólares por año.
“A mis espaldas, las Torres Gemelas porteñas —dice Miriam Lewin— el complejo El Faro, que cuando esté terminado va a abarcar nada más y nada menos que 57.000 metros cuadrados. Están ubicadas justo frente a la Reserva Ecológica, por eso muchos ambientalistas sostienen que afecta seriamente el equilibrio ecológico”. Quien escribe estas líneas, hace un alto y se asoma por el balcón para contemplar que ya casi está concluida la segunda torre.
“Para aprobar ese edificio y la serie de torres proyectadas en Puerto Madero, —continúa el mencionado Brailovsky— modificaron especialmente la ley de impacto ambiental de la Ciudad de Buenos Aires, justamente para que no se hiciera el impacto ambiental de esa serie de torres. Los estudios ambientales previos a la construcción de las torres El Faro, los hizo el mismo grupo constructor. Y como era de esperar, los estudios indicaron que no iba a haber impacto ambiental. Una presión política sobre la Legislatura porteña, que cambió la ley 123 de evaluación de impacto ambiental; quitándole ese aspecto que decía hay que evaluar eso de los grandes edificios. Es claro que para el interés inmobiliario, esto no es una reserva ecológica sino una reserva de tierra para invertir en el futuro”.
Poderoso caballero, es don Dinero
La Corporación Antiguo Puerto Madero S.A. fue creada en 1989 por el binomio Carlos Menem-Carlos Grosso, compuesta por integrantes del gobierno nacional y del porteño por partes iguales. Este Estado nacional le cedió por decreto a la mencionada corporación, el espacio público cuando lo correcto hubiera sido hacerlo por ley. Así, se pudieron embolsar más de 500 millones de dólares con la venta, arrendamiento y concesión de 150 hectáreas de tierra públicas. La corporación citada ha estado eludiendo los controles estatales desde 1996, dado que la SIGEN asegura que esta En nunca le brindó la información necesaria a tal fin.
En una megalópolis con un déficit alarmante de espacios verdes, plagada de contaminación ambiental, visual y auditiva, resulta peligroso la cesión de espacios públicos al mejor postor a pulpos inmobiliarios; la mayoría de estos conformados con capitales de dudosísimo origen.
Y como siempre, la gente conformará aquella miríada de bajas colaterales al ser víctima de la desidia de sus supuestos representados. La mayoría de estos, de fortunas multimillonarias, moviéndose en medio de un lujo asiático, sonriendo para los flashes y acordándose de la gran masa del pueblo cuando pintan elecciones.
La Argentina trabaja y avanza, porque es un país en serio.
Fernando Paolella