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16 de septiembre

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ANIVERSARIO DE PERÓN Y LA NOCHE DE LOS LÁPICES
ANIVERSARIO DE PERÓN Y LA NOCHE DE LOS LÁPICES

 “En 1955 yo no caí del gobierno; yo me fui del gobierno para evitar al país una guerra civil. Jamás hubiera querido que en la República Argentina pasara lo que pasó en España. Yo hubiera podido tomar las medidas represivas del caso y aplastar el sofocón: bastaba con movilizar, declarar el estado de guerra y meter a los obreros en los cuarteles.

 

 No era un caso de valentía personal; total, los que mueren en la lucha no son los generales………estos mueren siempre en los sanatorios. Pero, ¿qué pasaba si tomaba esas medidas? Eso iba a costarle al país un millón de muertos, como en España. Y yo no estaba dispuesto a que la Argentina pasara por eso, simplemente por mi presencia o no en el gobierno”. Así le exponía a Félix Luna, en 1969 durante su larga estancia en Puerta de Hierro, Juan Domingo Perón su versión sobre los acontecimientos derivados del viernes 16 de septiembre de 1955. En esa jornada, teniendo como epicentro la ciudad de Córdoba, el general Eduardo Lonardi iniciaba el segundo y definitivo levantamiento contra el líder justicialista, teniendo como ladero a la Armada acaudillada por el inefable almirante Isaac Rojas. Éste en particular obedeció sin hesitar la proclama del general rebelde, que recomendaba actuar “con la máxima brutalidad”, bombardeando los depósitos de YPF en Mar del Plata, reduciendo a cenizas gran parte de Ensenada y amenazando con hacer lo mismo con la destilería de La Plata y con el propio puerto de Buenos Aires. Ya el 16 de junio anterior, no le había temblado el pulso para atacar desde el aire el centro porteño, con aviones navales, causando una masacre nunca vista hasta ese momento.

 Tres días después, el lunes 19 de septiembre, Perón resuelve dar un paso al costado: “Ante la amenaza de bombardeo a los bienes inestimables de la Nación y sus poblaciones inocentes, creo que nadie puede dejar de deponer otros intereses o pasiones. Creo firmemente que ésta debe ser la conducta y no trepido en seguir ese camino. La historia dirá si había razón de hacerlo”.


La Noche de los Lápices

 

 “Del 15 al 21 de septiembre (de 1976) fueron secuestrados nueve adolescentes entre 14 y 18 años en La Plata. Pertenecían en su mayoría a la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), de cuño peronista. Habían luchado por la defensa del boleto estudiantil secundario gratuito. El operativo fue realizado por comandos conjuntos del Ejército y la Policía Bonaerense dirigida por Camps, y con la colaboración de civiles de la derecha peronista. El operativo fue bautizado en las oficinas de inteligencia de la policía de la provincia como 'Noche de los Lápices' porque aludía al secuestro de estudiantes secundarios en las madrugadas de los días elegidos para consumarlos. La fecha también fue elegida con premeditación: esa semana de septiembre se cumplía un nuevo aniversario de la Revolución Libertadora que había derrocado a Perón, en 1955. El testimonio del único sobreviviente del grupo, Pablo Díaz, permitió conocer el itinerario de secuestro, torturas y muerte que recorrieron esos jóvenes. Inicialmente, estuvieron secuestrados, encapuchados y encadenados en la División Cuatrerismo de la policía bonaerense, donde funcionaba el campo clandestino llamado Pozo de Arana. A los pocos días, fueron liberados dos adolescentes del grupo. El resto fue trasladado a la Brigada de Investigaciones de Banfield donde funcionaba el campo clandestino el Pozo de Banfield, que dependía del comisario Héctor Vides y del teniente coronel Federico Minicucci, donde se los sometió a tortura, donde presenciaron el nacimiento y robo de bebés de otras desaparecidas, la agonía de heridos y torturados y la violación de dos de las adolescentes. Uno de los señalados como torturador fue el comisario Miguel Osvaldo Etchecolatz.” (El Dictador, de María Seoane y Vicente Muleiro).

 “Sólo nos preguntaban cosas como: “¿Y vos que hacés, qué grado tenés, qué pasa con vos, en qué andás, quién es tu responsable?”.

 Yo les decía que estaba en el centro de estudiantes, que era legal, yo no podía imaginar que estaba allí por eso. En algún momento me hicieron reconocer por alguien, que no pude ver porque estaba vendado. “No, ese no es –dijo- “ese estaba en el centro de estudiantes, participó en el boleto escolar” Entonces me llevaron a un cuarto, me desnudaron, me pusieron en una especie de catre, me ataron y me dijeron: “Te vamos a dar una sesión para que no te olvides más”, y empezaron a quemarme los labios.

 En algún momento me habían dicho antes que me iban a llevar a la “máquina de la verdad” y yo les había dicho que sí, que por favor me llevaran, porque tenía la ilusión que fuera una de esas máquinas que se ven en las películas, que se mueve un registro cuando uno dice una mentira. Pero yo no sabía que era, en realidad, la picana…

 A mí me aplicaron en la boca, en las encías y en los genitales. Inclusive con una pinza me arrancaron una uña del pie. A menudo éramos golpeados con cachiporras, golpes de puño y patadas…A todos nos preguntaban sobre el boleto, sobre por qué habíamos participado, qué nos movía a nosotros para haber pedido por el boleto escolar, quién nos guiaba.....” (testimonio de Pablo Díaz, en Dossier Secreto, de Martin Andersen).


Algunas reflexiones

 

 Aunque muchos detractores hayan atribuido la renuncia de Perón en septiembre de 1955 a su propia cobardía, es probable que su voluntaria defección se haya debido a la repulsión de erigirse como presidente sobre ruinas humeantes y montones de cadáveres. Quizá habría salido airoso luego de una larga contienda civil, pues conservaba intacto el poder disuasivo del Estado, pero pagando un altísimo precio que a la larga le sería fatal.

 De esta forma, se hizo más peligroso para sus enemigos sobreviviendo en el exilio que permaneciendo en el poder. Y así, la historia le daría la razón.

 Las almas de los adolescentes masacrados en la Noche de los Lápices, no deben creer que un primer mandatario proveniente de su mismo origen ideológico, haya otorgado el beneficio del indulto a sus cobardes matadores; en nombre de la pacificación y reconciliación nacional. Como tampoco, darían ningún crédito si se percataran en qué se travistió el movimiento nacional justicialista, sobre todo luego de la década menemista. En una caterva de carcamanes millonarios, bien apoltronados en mullidos cargos pero absolutamente alejados de aquellos postulados primigenios. La crisis de diciembre de 2001 echó por tierra el sueño neoliberal, así como también evidenció el quiebre del embretado bipartidismo. Sin embargo como se vio en análisis anteriores, los acontecimientos posteriores demostraron que el sistema horadado puede sobrevivir con sólo algunas manos de cosmética.

 En este 16 de septiembre quizá parezcan demasiado lejanos sucesos como los citados arriba, pero seguramente duelen aún en unos cuantos corazones. Sobre todo, las muertes de La Plata, sin sentido como las de todos los desaparecidos, todavía conmueven, indignan y movilizan. Pues desprovistos de memoria, no se puede pretender la construcción de un futuro mejor.

 

 Fernando Paolella

 

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