El pasado martes 30 de agosto en el auspicioso programa “Reporte Final” que se emite por FM La Isla (89.9) mantuvimos una charla con el Médico Legista del Poder Judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y profesor de la Universidad del Salvador, Dr. Omar Gabrielli.
El tema: la muerte digna. La entrevista arrojó las consideraciones que siguen:
La introducción de más tecnología en los cuidados de salud, principalmente en emergencias y unidades de terapia intensiva, nos interpela a formular algunas reflexiones éticas acerca del problema del prolongamiento inútil de la vida humana, lo que técnicamente se denomina “distanasia”
Hay que comenzar por distinguir el concepto de muerte, que ha ido evolucionando desde la idea dominante hasta los años 60, esto es el paro cardiorespiratorio, al actual concepto que se centra en la denominada muerte cerebral o más precisamente muerte encefálica.
La muerte encefálica consiste en el daño del tronco encefálico, donde se encuentran los centros del automatismo, el paciente esta clínicamente muerto, siendo sus órganos susceptibles de ser donados en el marco de la ley de trasplantes.
Posteriormente debemos diferenciar este estado de muerte del estado vegetativo permanente, donde hay perdida total de la conciencia, el paciente carece de conciencia de sí y de terceros, no oye, no hay dolor, no responde a pruebas o estímulos de sonido y de piel. Puede haber funciones mínimas no del cerebro superior, pero si ciertos automatismos, como el ciclo de sueño-vigilia o movimiento de los ojos, pero sin ver. Se denomina permanente o persistente cuando el estado se prolonga por más de un año.
Ahora bien, la cuestión medular se presenta cuando ese estado vegetativo permanente merece un diagnostico de irreversible.
En estos casos debemos evitar el encarnizamiento, la obstinación o futilidad médica (medical futility), esto es el tratamiento terapéutico exagerado que no deja a la persona morir con dignidad, que impide el proceso natural de la muerte.
En conclusión, debemos entender que, inevitablemente, cada vida humana llega a su final. Entonces es necesario garantizar que transcurra de una forma digna y lo menos dolorosa posible.
En los casos de pacientes que presentan un estado vegetativo permanente e irreversible, y estas definiciones son avaladas por comités de bioética, la ciencia médica debe cuidar vida de la persona manteniendo la hidratación y la alimentación y no incurre en alargamientos abusivos con la aplicación de medios desproporcionados que solamente producen sufrimientos adicionales.
En síntesis, no utilizar procesos terapéuticos cuyo efecto es más nocivo que los efectos del mal que se debe curar, o inútil, porque la cura es imposible y el beneficio esperado es menor que los inconvenientes previsibles. Es lo que se denomina ortotanasia, son que popularmente llamamos cuidados paliativos.
Carlos Llera