Probablemente porque en política la palabra "traiciones" tenga cierta espectacularidad con destino de título, la asamblea nacional que realizó la Coalición Cívica el pasado sábado, en un coqueto reducto porteño, terminó impregnada casi en exclusividad de cierto halo de lamento y bronca hacia los que tomaron la decisión de alejarse de ese partido en disidencia con su líder, Elisa Carrió.
Pero en verdad fue un gran acto catártico luego del magro 3% de los votos obtenidos en la Primaria del 14 de agosto. Aquella bofetada movió tanto la estantería interna de la CC que ese último encuentro sabatino, con unos 200 cuadros presentes, sirvió sobre todo para dejar en claro que muchos dirigentes no están de acuerdo con la manera de liderar que tiene Lilita.
Y que, aún sin ánimo de romper el partido pero sí de redefinir estrategias, la responsabilizan a ella del decepcionante acompañamiento popular.
Porque cuando se sentó en el estrado sobre el cierre del plenario y tiró un dramático "esperen a que su maestra pierda en octubre y después asuman el partido", Lilita les hablaba a los que la escuchaban ahí mismo y durante la tarde habían estado elaborando un documento de espíritu crítico.
Nombres y apellidos
Confiesan ahora en la CC que no se refería Carrió sólo a Patricia Bullrich, a quien todos dan afuera del partido luego de octubre; ni al caso provincial del diputado Sebastián Cinquerruí, ahora militante del Frente Amplio Progresista de Hermes Binner.
Carrió, en verdad, apuntaba a un principio de revolución intestina que se caldea en la Coalición Cívica. "Si no entendemos que el 3% fue contra Lilita no podemos hablar de renovaciones internas", contó una fuente de ese sector crítico.
Contrariamente a lo que podía pensarse luego de que se autorresponsabilizara de la pobre performance de su partido en las primarias, Carrió parece haber vuelto de sus vacaciones dispuesta a no dejarse arrebatar así nomás el liderazgo de una fuerza que ella misma creó.
El sábado, por ejemplo, quedaron en el freezer las ilusiones de los críticos que pensaban que podría salir de esa asamblea una mesa de conducción colegiada que reemplace el férreo manejo personal de Lilita, incluso contándola a ella entre sus miembros.
No sucedió eso y hay que ver si logran imponer la idea el 26 de noviembre, fecha de un nuevo encuentro (se eligió ese día porque es el décimo aniversario de la fundación del ARI, el partido eje de la CC), ya con el resultado final de la elección de octubre sobre la mesa y con la certeza de los cargos institucionales que podrá mostrar la Coalición desde el 10 de diciembre próximo.
Ideas y estrategias
El ala menos "lilita" de la CC viene planteando que deben abandonar la intransigencia que exige Carrió casi como un dogma para poder pertenecer y a la que ven como una limitación para hacer política. Se discutió mucho este punto en aquel encuentro.
Plantean los críticos la necesidad de abrirse al diálogo, al acuerdo con ciertos sectores relativamente afines. "Tenemos que recuperar la pertenencia al espacio de centro izquierda aún cuando en algunos temas, sin traicionarnos, estemos cerca de lo que piensa el oficialismo", se dijo allí.
Esa presión para la redefinición de esa filosofía de la intransigencia que cultiva Carrió, se dejó ver en el punto 5 del documento final, aunque se cuidaron las formas.
Mientras esperaba en su casa el desenlace de la jornada, Lilita fue alertada por fieles incondicionales como Juan Carlos Morán —candidato a gobernador bonaerense— o la diputada nacional Elsa Quiroz, del espíritu revulsivo de la asamblea. Por eso el cierre tuvo mucho tono de reto, acaso de defensa, y también, como se dijo, de pase de facturas para los que se alejaron.
Renovación
Como sea, los pro Lilita y los críticos coinciden en la necesidad de preservar y hacer crecer a figuras jóvenes de la CC, como el economista Alfonso Prat-Gay, los porteños Fernando López y Fernanda Gil Lozano, la bonaerense Maricel Echecoin Moro y el que en los hechos es el número dos de Carrió, Adrián Pérez, su compañero de fórmula.
Y para ese fin, entre otras cosas, se desarrollará una campaña que buscará apuntalar la "necesidad" de votar a los candidatos legislativos de Lilita para que se conviertan en un elemento controlador de lo que, se supone, podría ser una avasallante presencia cristinista en los cuerpos deliberativos del país.
El debate que se viene ahora, cuando luego de octubre el poroteo entre los que se quedan y los que llegan obligue a constatar cuántos diputados nacionales, legisladores provinciales y concejales tendrá la CC en su rol opositor, apuntará a establecer quiénes tienen más jinetas para influir en la nueva etapa de esta fuerza.
Si aquellos que ostentan esos cargos o aquellos que, maliciosamente y adelantándose a las elecciones, dentro mismo de la Coalición ya definen como los "mariscales de la derrota".
Mariano Pérez de Eulate
NA