En los hechos, y debido entre otras cosas a la deliberada ausencia de Elisa Carrió durante varios días, las riendas nacionales de la derrotada Coalición Cívica han quedado en las manos del joven diputado Adrián Pérez, quien secundó a Lilita en la fórmula que en las primarias del 14 de agosto pasado apenas cosechó algo más del 3% de los votos.
Un magro resultado que está llamado a redefinir a esa fuerza fundada por la chaqueña, que se enfrenta, como nunca antes, con el fantasma de la extinción lisa y llana si en la general de octubre no mejora en algo su último desempeño.
No es fácil la tarea de Pérez, a quien en los corrillos políticos comparan físicamente con el cantante Luciano Pereyra: el hombre debe trabajar, en estas semanas que restan de campaña, para frenar posibles drenajes de dirigentes de la CC hacia ofertas acaso más tentadoras.
Como el Frente Progresista de Hermes Binner, ese polo de atracción al que, según coinciden diversas fuentes, estarían destinadas las adhesiones de aquellos votantes que nunca optarán por el kirchnerismo pero que han quedado desencantados con la escueta recolección de votos de Carrió en la primaria.
Son esos votantes que, según la jerga de los encuestadores, quieren sentir que su sufragio tendrá alguna utilidad para resistir la imparable ola cristinista que promete octubre.
Lo dicho: del universo de "lilitos", Pérez surgiría como la apuesta a la reconversión. Siempre atado, claro, a que el papel que haga la fuerza en octubre sea al menos digno. Según fuentes del sector, y más allá de lo que haya trascendido hasta ahora, la CC no optaría por una conducción política colegiada antes de las elecciones presidenciales.
Esa idea, la de mostrar una mesa compartida que toma decisiones, es una opción que impulsan los que están urgidos por dar señales efectivas de cambio antes del 23 de octubre, en el sentido de transmitir que la Coalición Cívica ya no será un partido "lilito-dependiente". O, lo que es igual, que no girará sólo alrededor de los pareceres y humores de Carrió, como sucedió hasta ahora.
Para apuntalar esa idea de cambio se le reconoce a Lilita el gesto de absorber el peso total de la derrota, en aquella conferencia de prensa que brindó, solitaria, un día después de las primarias del domingo 14. "Sería injusto echarle la culpa de lo que pasó sólo a ella. Ahora hay que buscarle un papel en la nueva etapa", se ilusiona una optimista fuente de la CC ante la consulta de este diario.
El papel en cuestión sería hacer campaña en aquellos lugares donde su figura sume y esconderla en los distritos y provincias donde su imagen le reste a los candidatos locales. En estos últimos casos, obviamente, los postulantes de la CC tenderán a provincializar o municipalizar sus respectivas campañas.
La Coalición acaba de contratar a una gran firma nacional especialista en campañas políticas, que ya trabajó con otros partidos. No será menor el desafío para esta empresa que no es de las más baratas: debe transformar la obvia lógica presidencial del comicio de octubre próximo en una lógica más legislativa.
Esto es: convencer a la gente para que vote a los candidatos de la CC que se presentan para cargos al Congreso o a las legislaturas provinciales con el argumento de frenar el supuesto cheque en blanco a favor de Cristina Fernández que supondría la hegemonía kirchnerista en los cuerpos deliberativos de los dos niveles.
Lilita volverá al país el próximo 5 de setiembre luego de unas vacaciones. Sólo unos días después, el sábado 10, se reunirá un plenario reducido de la mesa de conducción de la Coalición Cívica para analizar las tácticas y estrategias de una campaña que, a priori, será muy cuesta arriba. Sobrevuela, también, una apuesta de los más cercanos a Carrió: mostrar allí que no existe clima de revolución o de golpe interno contra la líder, como sí insinúan por lo bajo muchas fuentes de ese partido que observan, impotentes, cómo surgen las charlas con referentes de otras fuerzas del arco opositor.
No sería el caso, más allá de alguna foto maldita que anda dando vuelta, de la diputada Patricia Bullrich, lugarteniente de Carrió en el Congreso y de quien se dijo que estaría en conversaciones con el PRO por ciertas reuniones de camaradería que mantuvo con gente cercana a Mauricio Macri.
Puede que a nadie le sorprenda esa hipótesis, dada la tendencia histórica de Bullrich a transitar todo el abanico partidario, pero lo real es que ha consolidado una amistad férrea con la diputada macrista Paula Bertol, que trasciende el ámbito político.
De aquella reunión del 10 de setiembre próximo probablemente salga la idea de explotar, en términos de opinión pública, cierta frescura política que pueden ofrecer dirigentes de la CC a un segmento de votantes relativamente jóvenes. Digamos de entre 35 y 50 años. Mostrar mucho más a los candidatos de esa misma franja etaria, dice el borrador que se pergeña por estas horas.
Hablamos, por ejemplo, del citado Pérez; del economista Alfonso Prat Gay; el postulante a la gobernación bonaerense Juan Carlos Morán; el candidato a diputado por Santa Fe, Pablo Javkin; la candidata a gobernadora de Río Negro, Magdalena Odarda; y otras caras "juveniles". Porqué no pensar que eso puede sumar si a la Presidenta le ha dado buen resultado la avasallante voracidad de los jóvenes de La Cámpora y la inexplicable guitarrita del ministro Amado Boudou.
Mariano Pérez de Eulate
NA