Las crisis generan, como su misma definición lo expone, una situación de la realidad consistente en una coyuntura en el cual se presagian cambios y en una situación que aparece como organizada, pero a la vez inestable. Hoy vivimos una crisis.
Una —o varias, una sumatoria de crisis— de las tantas que hemos vivido los argentinos. ¿En qué consiste esta crisis? ¿El dólar? ¿La inflación? ¿El dibujado crecimiento sin desarrollo? ¿La falta de institucionalidad? ¿La estabilidad financiera? ¿Todo al mismo tiempo?
Bueno, quizá todo eso al mismo tiempo, y nada de eso al mismo tiempo. Las realidades que le tocan vivir a los argentinos nunca son simples, sino, muy complejas, aunque aparezcan o se pretendan como simplificadas, masticadas, sabroso vidrio que cada grupo de interés da a sus propaladores, a morder. Estamos condenados a la complejidad los argentinos.
Sin embargo, la ductilidad cultural local que anida en el interior de cada argentino, es lo que permite siempre salir adelante. En buen criollo, la “viveza” nos consiente superar realidades que desde afuera no se llegan a comprender.
Así, la mayor habilidad de la administración actual, que pretende transformarse en una gestión unívoca y hegemónica desde 2003, consiste en primero tirar el tiro, y después, ver si se cazó el faisán ó, en su defecto, si se le acertó a la pierna vecino. Ese tipo de razonamiento y acción lleva aparejado que lo que se no desea, puede visualizarse como posible, aún por los propios actos. Eso, quizá nos esté pasando una vez más ahora.
¿En qué consiste entonces la mentada actual crisis cambiaria que a todas luces amenaza con desembocar en una crisis del ámbito cambiario - financiero, y por último en la actividad económica?
Hoy el llamado “goteo” se lleva la friolera del 1% del total de los depósitos en dólares. 1,14% diarios, si restamos los encajes, intuidos por perdidos por algunos operadores del sector.
Hay que, ante nada, entender las maneras de pensar del poder político hegemónico K y su desenvolvimiento, que no es otra cosa que la verbalización de una mascarada, una especie de “pensamiento lateral” que se verbaliza expositivamente, por lo general, a través de la construcción del relato de los más destacados y conspicuos operadores K.
Así, ayer nos pasamos un año discutiendo y desmenuzando la cuestión de la problemática rural, en donde el pensamiento kirchnerista embarcó todo su potencial movilizador y de destrucción en la propaganda de la llamada “lucha contra el enemigo oligarca agropecuario”, cuando en realidad no existía ninguna otra voluntad concreta que la apropiarse de una caja legítima, ergo, la productividad agraria-granaria, con un tributo “móvil”, a la postre, un esquema teórico pretendido en las tertulias de estudiantina de Olivos por el ex joven estrella Martín Lousteau, y en la época que el poder era presidido desde las sombras por el hoy extinto ex presidente Néstor Carlos Kirchner.
Así, en 2008 y parte de 2009, la mayor parte de el parroquianismo político y periodístico se devanó el cerebro teorizando y analizando una realidad que se resumía en solo una idea: el estado Kirchnerista se quiere apropiar de la renta cerealera.
Un poco por el azar y otro poco por la “profecía autocumplida”, aquel fracaso lleva la impronta de los fracasos inconscientemente buscados. Estamos, hoy, frente a un fenómeno parecido.
El denominado “modelo” que proclama el kirchnerismo no es otra cosa que la apropiación por parte de una facción partidaria de los beneficios de una determinada coyuntura económica (interna y externa) mediante la cual se teatraliza un supuesto progreso, y que ello se logra a través de una supuesta —e inexistente— “matriz distributiva diversificada”, o algunas otras definiciones más o menos raras de ese tipo; definiciones que dejamos para las tertulias de los muchachos de la simpática agrupación Carta Abierta.
La referida definición del mentado modelo responde más a la literatura fantástica que a la que nos brinda la academia económica.
En este caso actual, entonces, ¿en dónde está la profecía autocumplida, dónde el pensamiento lateral, dónde está la farsa, y cuáles son los objetivos reales que el Gobierno oculta bajo montañas publicitarias y discursivas?
Solo basta, para desentrañar la respuesta, hacerlo dentro de las acciones e intenciones de los actores políticos, sin necesidad de confrontralo con teorías y demostraciones que huelgan la necesidad, ante evidencias que se presentan ante nuestros ojos.
Al mismo tiempo, se deberá comprender la dinámica de los acontecimientos, ya que nos irá mostrando realidades cambiantes en muy poco tiempo, situaciones que se acrecentarán de manera radical, geométricamente.
Basta comprobar esto con solo pensar que el 24 de octubre —hace solo 18 días— no existía la brutal corrida cambiaria que hoy amenaza con llevarse puesto a varias entidades bancarias. En los próximos meses, si no se dan algunos cambios que la ortodoxia kirchenrista no está pensado a dar bajo ningún concepto: la gloria o el helicóptero, esa es la verdad a voces, y quien dude será expulsado con el San Benito de traidor a la cúpula mandante.
Como en toda profecía que se busca —consiente o inconscientemente— se debe degustar la receta del cocinero, y no la que leemos o nos reza la letra del manual.
¿Había situación de crisis cambiario-bancaria antes de las elecciones de octubre? La respuesta es sí, aunque ningún elemento monetario lo establezca o lo haya preanunciado, es evidente que ni aún con resultados electorales triunfantes se pueden sostener posiciones de heterodoxia que rozan el paroxismo. ¿Cómo es esto? Muy simple, la Presidenta habla de ortodoxia capitalista en foros internacionales… ¿La aplica? ¿O hace todo lo contrario?
Veamos. ¿Puede existir una economía sostenible, con 25/30% de inflación negada y ningún mecanismo de indexación, aunque sea sectorizado, que la reconozca? Evidentemente no, y Grecia lo demuestra.
¿Puede sostenerse una economía en donde, dos de cada 10 empleos en blanco son públicos y, a la vez, si sumamos los pasivos, la relación es de casi 1,5 x 1? No, es insostenible en cualquier parte del mundo.
¿Puede sostenerse una sobreemisión de papel moneda, del orden del 40% anual, y pretender que la moneda siga contando con el mismo poder de compra? Evidentemente, no.
¿Puede afirmarse que se está ante una economía de desarrollo, cuando lo real es que el sector exportador externo es nada diversificado, la industria súper estoqueada, sin crédito a largo plazo y que en el sector industrial proyectado solo logra seguir desbalanceando la cuenta externa? Evidentemente, no.
¿Puede afirmarse que la desocupación está baja, cuando todos sabemos que se oculta un nivel de desempleo de por lo menos un 20% que se oculta debajo de 70.000 millones de pesos de subsidios, 2 millones de planes y 3 millones de jubilaciones regaladas? Evidentemente, no.
¿Puede afirmarse que es viable una economía sin autonomía energética, sin decisión soberana sobre gas y petróleo, sin inversión en trasporte, y que cada año debe aumentar sus pagos al exterior? Evidentemente, no.
¿Es viable un Estado que permite girar “utilidades” al exterior, no ya la producción de los privados, sino los pagos de los mismos dineros públicos que se paga a contratistas del Estado, que nada producen, repatriando utilidades a sus casas matrices, desnudando la falta de estructura productiva interna tanto púbica como del sector privado, y que por eso sale a buscar afuera? Evidentemente, no.
En consecuencia, esta crisis autogenerada por parte de la actual administración, no responde a una situación de base financiera —como muchos economistas de las escuelas liberales se empeñan con ríos de tinta justificar— sino, que el trasfondo ocultado es el de la economía real, la tangible, una economía en coma cuatro, quizá la más ineficiente y subsidiada del mundo, gran chupadora histórica de la teta del estado, la vieja “patria contratista”, una economía de las mas burocratizadas y corruptas, además.
Tan es así que, valga la paradoja, los mismos analistas llegan a la conclusión de que lo que está pasando no debería pasar… pero pasa, señores, pasa.
Siguiendo una lógica oficialista, vemos que los nuevos molinos de viento contra los que los quijotes y sanchos se abalanzan, no son otros que los que visualizan como los perversos manejadores y detentador de dólares: las clases medias, comerciantes y productores chicos.
El Gobierno es capaz de justificar cualquier lógica… y fundamentarla, claro. Los objetivos políticos actuales, inmediatos e inminentes, son pararse arriba de todo dólar que se encuentre en tierra, aire o agua. A lo que cueste.
Las inminentes designaciones de la nueva administración, que comenzaría el 10 de diciembre próximo, no traerían grandes sorpresas y estaría orientada a sostener a los adalides de la estatización de los billetes verdes y la pesificación del tipo CUC Cubano (1) compulsiva y forzosa de toda divisa que, aún tangencialmente, salga de los bancos o se mueva por estos lares.
Las figuras serán Mercedes Marcó del Pont, Ricardo Echegaray, Guillermo Moreno, Hernán Lorenzino. Es la palabra de Cristina, casi, la del Estado.
Ningún cambio se espere en las variables reales de la economía, salvo las que seguramente serán negadas sistemáticamente por el Gobierno, y que responderán a las medidas que se vienen.
Se seguirá estatizando el mercado externo. Todo dólar, al bolso K. Se seguirá pesificando, vía AFIP o compulsivamente, la cartera dolarizada. Se seguirán emitiendo pesos al ritmo actual, o más, si las medidas estatizantes respecto al cambio provocan un parate económico, y en consecuencia, de la recaudación fiscal. Se intentará pesificar totalmente el mercado del crédito. Se obligará a las empresas aéreas a pesificarse, cuando los costos son en dólares, muchas rutas se perderán inevitablemente. Se hará asumir el costo a las empresas privadas, que dependen del mercado externo, una especie de sustitución de importaciones al estilo soviético.
En concreto, el objetivo de retener todos los dólares es retener el poder político, que a esta altura se confunde con el poder partidario de los encaramados, algo muy lejano a intentar solucionar la economía real de las empresas y de las familias argentinas, a quienes se les transferirán la totalidad de los costos que demanden dichas lides, y que los popes oficiales imaginan como necesidades políticas del segundo mandato presidencial.
En cuanto a las grandes corporaciones exteriores, se les seguirá otorgando las ventajas evidentes con las que cuentan hoy en día, solo basta ver las grandes ganancias de la minera Barrick Gold, que ya se birló 20 Tns. de oro al exterior. Las cerealeras, las cárnicas, las petroleras “amigas”, ellas no son el nuevo enemigo; los apuntados ahora por el “relato” serán las clases medias, comerciantes locales, empresarios ahogados por los sindicalistas oficialistas, etc.
La nueva guerra, en vez de “gaucha” es contra toda la clase media y el empresariado chico que osa pretender ahorrar o producir en moneda dura, dólares, y no en los billetitos locales cada día más parecidos a los del viejo juego “El Estanciero”.
Sobre dichas capas medias recaerán las quitas masivas de subsidios —con o sin razón, que es otro cantar— las persecuciones fiscales de la “Gestapo AFIP”, el empujón hacia las cuevas que se hacen los distraídos pero hacen pingues “spreeds” del orden del 10% por operación de cambio marginal… una ganancia más que envidiable, por cierto.
En fin, el gobierno ya encontró un nuevo enemigo. ¿Habrá una reacción de estos sectores medios, a los que les quieren hacer pagar la fiesta?
José Terenzio
(1) CUC: en Cuba existen 3 monedas: a) El peso cubano, casi sin valor, se cambia a la razón de $20 x U$S 1, lo que transforma al trabajador cubano en un “sin sueldo”. b) EL “CUC” que es un peso convertible, manejado por el turismo, la ínfima clase media y la clase burocrática del PCC (Partido Comunista Cubano) c) El dólar.
En Cuba existe un sistema de capitalismo de Estado brutal, en donde grandes capitales trasnacionales operan con absoluta libertad (mayor que en EEUU y quizá con menos presión tributaria) y en donde la población general se muere mayormente de hambre, con sueldos de U$S 15 o U$S20 y un enorme mercado negro y de delito “hormiga” que el Estado cubano resolvió hace poco expulsando a 1 millón de trabajadores por “improductivos”. Nuevos miniemprendedores, unos 300.000 subsistes cortando el pelo, dando de comer a los turistas, arreglando bicicletas o autos, construyendo, etc. La gran mayoría del pueblo subsiste como puede, en un sistema estatal que, hace poco, retiró las denominadas “libretas de racionamiento”, lo único que realmente tenía gran parte del pueblo para comer, y que ahora, debe arreglárselas con lo que pueda. Para las gentes populares, en especial en la capital La Habana, la única salida de subsistencia es algún grado de prostitución, que en el ámbito local se llama “jineteo”. El jineteo es acercarse a los turistas como asistente, proveedor de contrabando, vivienda, y en algunos casos, de sexo.