Julio Chávez era una versión light del puntero argentino en el exitoso unitario emitido durante el 2011 por Canal 13. Rodrigo de la Serna era una especie de mano de obra barata del líder villero que soñaba con ocupar ese lugar. Mónica Noemí Ruejas es una versión femenina de Chávez, también protagonista de “Un Oso Rojo”, emblemática historia de un ex convicto con menos suerte que los integrantes del Vatayón Militante que aspira, sin éxito, alcanzar una vida “normal”.

En la guía “T”, Lacarra es una arteria que conecta a la Avenida Rivadavia con Francisco Fernández De la Cruz, en el sur de la ciudad. Como en otros barrios, el mapa falsea la realidad. Pero la calle muere mucho antes, entre puestos clandestinos de comida al paso, casas levantadas con esfuerzo y cientos de personas que deambulan constantemente.

El sábado por la tarde, en Lacarra y Janer, una especie de puerta de entrada a la villa, un hombre vende tarjetas SUBE, un matrimonio prepara choris por 10 pesos y un móvil de la Metropolita va y viene. Mientras que observo, un colosal puesto de frutas y verduras ubicado debajo de la autopista AU7, rebautizada Héctor Cámpora, un niño de 12 años me pregunta: “¿El periodista?”.

Asiento; comienzo a seguirlo por los intrincados pasillos de Los Piletones hasta que nos topamos con un grandote que pareciese ser uno de los lanzadores de jabalina de las Olimpiadas. Atravesamos la puerta de un comedor abandonado. Sentada, aguarda Mónica Noemí Ruejas, con sus dos celulares sobre la inmensa mesa en la que también apoya sus brazos. El gigante se sienta a su lado mientras que el niño comienza a bostezar en medio de la entrevista.

Piletas

Los Piletones era un enorme basural ubicado al costado este del Lago Soldati. A mediados de los ochenta, las cuatro hectáreas que conforman hoy el barrio, se inundaban cada vez que llovía. En 1985, un numeroso grupo de vecinos comenzó a alzar la voz pidiendo que, ese lugar en donde comenzaban a asentar sus precarias viviendas, fuese reconocido como villa, una de las tantas que forman parte del paisaje de la ciudad de Buenos Aires. Margarita Barrientos inauguraba su comedor por el que pasarían políticos, funcionarios, el mundillo artístico y parte de la farándula políticamente correcta a reconocerle su constante lucha.

Con Fernando De la Rúa como intendente, el Concejo Deliberante empezaba a recibir las solicitudes de los vecinos que demandaban agua potable, la instalación de postes de luz y un sistema de desagüe decente. Ruejas ganó su primera elección en 1999 y se quedó al frente de la Comisión Junta Vecinal hasta el 2007 cuando, en medio del furor de los sueños compartidos de Sergio Schoklender y Hebe de Bonafini, perdió la elección contra Marcial Ríos, quien contaba con el apoyo de Barrios de Pie, Luis D´Elia, entre otras tantas organizaciones.

La historia del barrio es un síntoma de estos tiempos. Líderes que perduran, otros que caen en desgracia de la noche a la mañana, grandes proyectos que quedan en el olvido, clientelismo, engaños y cinismo. Por si fuera poco, las denuncias cruzadas entre los referentes, no tienen fin.

No se trata de los “Buenos Muchachos” de Martin Scorsese, ni de la ficción televisiva citada en el copete de esta nota. Esta es una entrevista desde adentro del mundillo de un sitio en que la peor cara de la política mete la cola, un fenómeno complejo sin simples soluciones. Mientras tanto, hay algo que no quedan dudas: No hay lugar para los débiles.

Tomas

La primera semana de diciembre del 2010 se gestó la toma más importante de los últimos 20 años en un inmenso espacio público abandonado: el Parque Indoamericano. Tres personas fallecieron y la justicia, 19 meses después, no encontró a los responsables materiales, mucho menos, los políticos. En medio de los tiroteos, la Presidenta le quitó el manejo de la cuestionada Policía Federal a Aníbal Fernández para nombrar en su lugar a Nilda Garré. Fue el comienzo del vertiginoso ascenso de Sergio Berni, una especie James Gordon y Batman a la vez, pues puede estar presente cuando incautan toneladas de narcóticos, apresan delincuentes o para resolver hechos como el del Indoamericano. Por la toma, los principales líderes sociales de la zona, fueron imputados por incentivar a ocupar el espacio público. Pero, Ruejas, zafó.

-¿Cómo resolviste la imputación como instigadora en la Toma del Parque Indoamericano de diciembre del 2010?

Ruejas: “Con ese tema nos sentamos para acordar con los abogados de Corporación del Sur donde reconocieron que no cometí ningún delito. Uno, porque a nivel político, teníamos un proyecto que era la obra de la Fundación. Eso contradictorio decir que había incentivado la toma. Peleo por la urbanización del barrio. Ellos reconocieron que hubo un malentendido. Cuando empezó la toma, con la junta vecinal, fuimos a resguardar las viviendas. Mi aparición fue por eso, pero no dentro del Indoamericano sino dentro del sector de las viviendas, donde se habían tomado 500 personas”.

El acta de Mediación del 22 de marzo del 2012 , en la causa Nº59884/10, caratulada “Perez Ojeda Diosnel y otros S/inf.. art (s). 181 INC 1 CP”, le da la razón. Diosnel Pérez, líder de la villa 20 –ubicada frente al Parque— y referente del Movimiento Darío Santillán, en cambio, aun puede quedar detenido. El mediático Alejandro “Pitu” Salvatierra también llegó a un acuerdo con la Corporación Buenos Aires Sur. El convenio que hace referencia Ruejas lo firmó el 13 de diciembre del 2006 con Enrique Rodríguez, en aquel momento Presidente de la Corporación e implicado en la megacausa por lavado de dinero y estafa al Estado en la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Según lo establecido, Rodríguez aceptaba que Ruejas propusiera un listado de personal de obra según los estatutos. Así fue que la propia Ruejas relata que se ocupó de nombrar al personal que trabajaría en dicha obra. Como el destino de los 32 millones de pesos destinados a la Fundación, el Estado no los controló correctamente, según Ruejas tampoco lo está haciendo el gobierno de la ciudad con los cuantiosos fondos que le giró a Marcial Ríos en el período del 2007 al 2011.

Ahora, de regreso al poder, Ruejas pide apoyo entre los vecinos que la votaron contra las dos listas opositores de La Cámpora y que hicieron campaña, bajando al barrio con cuantiosos fondos, y promesas irrealizables.

Un Estado que no controla, que hace la vista gorda y que terceriza la construcción de viviendas y el asistencialismo, es un Estado ausente. El Acta firmada el 13 de diciembre del 2006, entre la Fundación, la referente local y la Corporación, le daba plenos poderes a Ruejas para manejarlos de manera discrecional. Esto es, para conseguir trabajo en el obrador había que hablar con ella. Un año después, Sergio Schoklender desembarcó con prepotencia, se peleó con la referente y les dijo a los empleados de la construcción que no debían votar a esa mujer. “En esa época, a Schoklender lo denuncié con el Ministerio de Trabajo por incumplir con la Junta Vecinal y nadie me daba bola. Los contratos laborales no eran lo prometido. Hablé con Tomada y no pasó nada. Ahí aparece Osuna.”

El violín

Miguel Osuna era un expolicía con varias causas pendientes con la Justicia. Dicen en el barrio que salía vestido de militar o agarraba el viejo uniforme de policía para llevarse a algún pibe o a las adolescentes para el Carrillo (Ramón Carrillo es otro pesado barrio de la zona) o donde dé.

Cuatro de sus cinco hermanos, tuvieron problemas con la Justicia, pero zafaron pues “ahora los presos caminan en libertad”, ironiza la puntera. “Hizo un arreglo político y se acerca a Sergio, luego de cansarse de perder conmigo en las elecciones previas. Sergio se mete con el chabón y se reúnen. En el 2007, los matones, éramos nosotros. Cuando él ve que se queda solo y encima lo denunciamos, busca otro tipo de respaldo y aparece ‘Pocho’”.

Rubén “Pocho” Brizuela, excustodio personal de Sergio y luego también de Hebe de Bonafini, aún trabaja junto en villa 15 y Elefante Blanco para el Movimiento Evita. Gestiona limpieza y seguridad en el club Sacachispas, cuya cancha lleva el nombre de su padrino político: el radical Beto Larrosa. Otro club que protagonizó una escandalosa toma fue el Albariños. Su presidente es Jorge Sampedro, conocido como Corea. Sampedro acompañó a José Rucci en los instantes finales de su vida y tiene una unidad básica a pocas cuadras de su club. Alfredo, su hermano, es dueño de una empresa constructora como la que creó el citado Osuna tras caer derrotado con Ríos en el 2007. Los Piletones LTDA fue autorizada por el INAES –organismo que controla, supuestamente, a las mutuales y cooperativas— para ocuparse de tres obras de infraestructura en el barrio, entre ellas dos canchas de fútbol por 80 mil pesos. Pero, en este caso, la pelota sí se manchó y Osuna siguió tocando el violín.

Allí no termina la historia. Mientras que el hombre de Schoklender, vencido en las elecciones, pasaba a gestionar la obra pública del barrio (una corrupción a mini escala), otro personaje cercano al presidente del Albariños reaparecía extrañamente en la Toma del Indoamericano. Hijo del ex legislador, Carlos Elías, “Chapita” deambuló la zona con sus muchachos en el caluroso diciembre del 2010. Temido, los testigos que lo vieron, prefieren cambiar de tema al mencionarlo. En su momento, el periodista Horacio Verbitsky lo vinculó con el macrismo y con la comisaría 48. En cambio, una exarquitecta de la Fundación y la mujer de un convicto en Ezeiza enfrentado con los punteros del barrio, afirman que esa comisaría la maneja Pocho. Los punteros hoy son macristas o cristinistas, ayer fueron todos duhaldistas.

Son coherentes: siempre oficialistas, como gran parte del sistema político. La trama continuará con la aparición del Padre del Candidato y la muerte de una beba asfixiada entre la mugre del lago que no es.

Luis Gasulla
Twitter: @luisgasulla