Los diciembres en la Argentina son extraños. En diciembre del 2012, la sociedad en general conoció al intendente de Bariloche Omar Goye, quien denunció un intento de golpe institucional encubierto en medio de los saqueos. En Junín se comprobó la presencia de militantes de La Cámpora durante los disturbios. Rosario fue un caos y el gobierno nacional no se inmutó. En San Fernando se produjo saqueos a un hipermercado y noviembre del 2013 terminó con un intento de robo generalizado en la misma localidad.
El mes terminó con un extraño incidente, otra vez, en Rosario en el que se habló de bandas narcos. Tan similar a las conjeturas previas esbozadas por Sergio Schoklender y parte del gobierno nacional en diciembre del 2010, cuando miles de personas tomaron el Parque Indoamericano.
El ministro que manejaba la Policía Federal, Aníbal Fernández, fue eyectado del cargo, horas después. Su reemplazante inauguró la era del "garantismo militante" que concluyó en la OEA. Garré a la embajada, Berni al poder.
Esta semana asumió otra militante, María Cecilia Rodríguez, experta en crisis, al frente del polémico Ministerio de Seguridad. Hasta ahora no se le conoce la voz.
El único funcionario nacional que habló de los históricos saqueos en Córdoba fue el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich. Hasta sus defensores del establishment comunicacional se sorprendieron cuando el licenciado gobernador del Chaco se excusó, recordó que Argentina es una República, dio clases de civismo a los movileros que se están hartando de las falsas conferencias de prensa a las corridas del exmarido de Sandra Mendoza y se fue porque lo esperaba un encuentro de salud en Asunción, Paraguay.
Capitanich recordó que José Manuel De la Sota, gobernador cordobés, estaba fuera del país cuando estalló el conflicto con la policía de su provincia, pero no se puso colorado para informar que se iba, él también, del país.
La solidaridad selectiva es una regla no escrita del gobierno nacional. La discrecionalidad y falta de criterio para enviar a Gendarmería Nacional al interior del país, la expresa correctamente el director de este medio en su análisis de este miércoles. Pero la virulencia con que los delincuentes tomaron una de las ciudades más importantes del país desde el martes 3 de diciembre y la insensibilidad de los funcionarios nacionales, no tiene precedentes.
En Córdoba, el kirchnerismo obtuvo menos votos que en ningún otro distrito. De la Sota también fue duramente cuestionado. La anomia es total. El acuartelamiento policial escondería motivos no expresados por sus referentes. ¿Cuánto menos gana un policía cordobés que su par de la provincia de Buenos Aires? Nada. No existe la diferencia. La intransigencia de los uniformados recuerda a los estudiantes de la ciudad de Buenos Aires tomando las escuelas contra la reforma educativa del PRO mientras que en Formosa o Jujuy, los chicos no tienen un ventilador para sobrevivir las altas temperaturas en el aula.
Capitanich nada dijo de lo que está sucediendo en estas horas en su propio territorio como relaté en Perfil recientemente. ¿Cómo seguirá esta historia?
Escenario 1) El gobierno nacional desembarcará en Córdoba con un Sergio Berni exultante y el caos terminará abruptamente.
2) Los saqueos se reproducirán en otros distritos del país.
3) El final es incierto.
4) 1 y 2 irán de la mano. En todo caso, para Capitanich y el gobierno nacional, hoy por hoy, Córdoba es una provincia de Marte.
Luis Gasulla
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