Enero suele ser el período de menor actividad y noticias en la Argentina, aunque el mes inaugural del 2015 acarrea una expectativa singular por la posibilidad de que el Gobierno encare una salida completa al karma de la deuda.
La viabilidad de dejar de una vez por todas el club del default está latente por la caducidad el primer día del año próximo de la cláusula RUFO, cuya incidencia podría poner en riesgo las reestructuraciones de deuda alcanzadas con los canjes de 2005 y 2010 en caso de saldarse un acuerdo previo.
Fuentes oficiales confiaron a este columnista que el Gobierno está dispuesto a avanzar en una solución para todos los holdouts, no solo los fondos buitre, a partir de enero, pero necesita un aval del juez Thomas Griesa. Se trata de una suma total de 15.000 millones de dólares, que se pagaría con bonos.
El magistrado neoyorkino hasta ahora se mantuvo firme en que la Argentina pague la totalidad de lo reclamado por los fondos NML, Aurelius y otros, lo que el Gobierno no acepta.
Ese fue el panorama que trasuntó el paso del ministro Axel Kicillof por la Asamblea del FMI y el Banco Mundial en Nueva York y con esa perspectiva, Daniel Pollack, el mediador designado por el juez Griesa entre el Gobierno y los fondos buitre, convocó a una nueva reunión para la semana próxima.
En el medio, se mantienen rumores sobre la participación de terceros en la compra de la deuda en cesación de pagos, actores que luego podrían ser recompensados con participación en los yacimientos hidrocarburíferos de Vaca Muerta.
La salida del default permitiría a la Argentina regresar a los mercados voluntarios de crédito y desbloquear los cuellos de botella que afectan a la economía doméstica: descenso de reservas, presión sobre el dólar, caída del nivel de actividad y amenazas sobre el empleo, todo decorado por la inflación.
Muchos analistas sostienen que sin acceso al crédito, la Argentina tendrá dificultades para afrontar los compromisos previsto para el 2015 electoral.
Gestiones
Mientras tanto, el Gobierno puso sus energías en sumar masa crítica contra "Griesa y los buitres". A los respaldos obtenidos en la Asamblea General de Naciones Unidas y el Consejo de Derechos Humanos de esa organización, se sumó el del FMI y ahora busca un pronunciamiento del G20, el grupo que aglutina a países industrializados y emergentes, del que forma parte.
Las gestiones fueron confirmadas a este columnista por fuentes diplomáticas nacionales y extranjeras y apuntan a la cumbre que se celebrará en Australia a partir del 15 de noviembre.
Si bien el escenario no es del todo favorable porque en el G20 se alistan países clave que hasta ahora votaron en contra o se abstuvieron de las declaraciones de apoyo a la Argentina en los foros internacionales, en el Gobierno hay confianza.
De mínima, la reunión de líderes que se desarrollará en Brisbane podría emitir una declaración basada en la necesidad de "encontrar una solución" al problema de la deuda argentina.
El Gobierno choca con las grandes potencias del G7, a excepción de Francia, y con el anfitrión Australia, países que se resisten a tratar el tema y proponen otros foros como el FMI o el Club de París para que sea abordado.
Sin embargo, Francia ya anunció que acepta el planteo argentino y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durán Barroso, busca por estas horas que la UE fije una posición común. Varios países del bloque europeo consideran que el G20 es un ámbito apropiado para tratar el caso argentino.
La posición nacional también es compartida por China, Rusia y Brasil, pero Axel Kicillof y Héctor Timerman pretenden sumar otros aliados entre los emergentes como México —está reticente— Sudáfrica y Arabia Saudita, entre otros.
Los problemas de la deuda explican en parte que el 60% de los argentinos tenga una visión negativa de la gestión económica del Gobierno. Sin embargo, hay un dato llamativo: la presidenta Cristina Kirchner conserva aproximadamente un 40% de popularidad, según las últimas mediciones de Poliarquía Consultores.
"Ningún presidente desde el regreso de la democracia llegó al último año de gobierno con 40% de imagen positiva", analizó el director de Poliarquía, Fabián Perechodnik. Así las cosas, la mandataria podría ser un actor de peso en las elecciones del año próximo.
Esa consultora viene midiendo un escenario de paridad en el último trimestre entre Daniel Scioli, Sergio Massa y Mauricio Macri de cara a las elecciones de 2015, pese a que la Argentina se encuentra montada en una montaña rusa de anuncios y conflictos.
En ese marco, el retroceso de Massa y el ascenso de Macri motivó al líder del Frente Renovador a visibilizar acuerdos con hombres de la UCR, como el senador jujeño Gerardo Morales y el diputado tucumano José Cano, entre otros.
Tanto Morales como Cano señalan públicamente que los entendimientos son solo provinciales, aunque las fotos con Massa abrieron otro foco de conflicto en el desgastado Frente Unen.
Macri, por su lado, se consuela con el discurso de que el PRO es la tercera vía —no radical, no peronista— pero sus hombres trabajan desde hace tiempo en seducir a los "radicales que gobiernan o pueden gobernar" provincias o municipios.
Massa no descarta avanzar en un acuerdo de mayor organicidad con el partido de Alem, Yrigoyen, Balbín y Alfonsín, cuya expresión de máxima sería encumbrar a un vice radical, aspiración compartida con Macri para amalgamar una opción "no peronista" (NA).