El oficialismo reflotó esta semana la teoría del miedo, una estrategia política fundada en que si la oposición llega al poder derribará los cimientos construidos en diez años de Gobierno.
La jugada es válida como recurso electoral, pero en simultáneo hay problemas urgentes que el kirchnerismo no logra resolver.
La ofensiva se basó en los cabildeos del antikirchnerismo destinados a derogar leyes polémicas, como la de Abastecimiento o la Antiterrorista, a partir de 2016 y lo modificó a su gusto para señalar contradicciones en el discurso opositor.
Comenzó el funcionario Alex Freyre pronosticándole la muerte al coreógrafo Aníbal Pachano —dijo que un triunfo de Sergio Massa o Mauricio Macri lo dejarán sin medicación para el VIH—, pero rápidamente aparecieron ecos por parte del gobernador de Tucumán, José Alperovich, el titular de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, y hasta la propia Cristina Kirchner.
Con ironías hacia la oposición, la Presidenta salpicó de discurso electoral una de las acciones más celebradas de su Gobierno como el lanzamiento del satélite Arsat 1, desarrollado sobre la base de una política sólida y persistente en materia de Ciencia y Tecnología y puesto en órbita el jueves pasado.
Paralelamente, el Gobierno no logra encarrilar las dos principales demandas de la sociedad que son la inseguridad y la inflación, asociada esta última a problemas que reaparecieron en materia económica como la pérdida de poder adquisitivo del salario y las luces amarillas en el empleo.
El dato político de la semana significó la irrupción de Daniel Scioli como una de las voces de este coro oficialista.
El gobernador de Buenos Aires venía matizando sus apoyos con gestos diferenciadores, pero su llamado a cuidar la Asignación Universal por Hijo o la expropiación de YPF pareció más decidido. Scioli está jugado a lograr que todos los votos del kirchnerismo duro y del PJ orgánico vayan a su figura.
Para eso espera que Cristina Kirchner realmente apueste por un triunfo del Frente para la Victoria el año próximo. Ese respaldo fue puesto repetidas veces en duda en medio de rumores de "cesión" del poder a la centroderecha para buscar un retorno cuatro años más tarde.
¿Incide el apoyo presidencial? Un encuestador no vinculado al kirchnerismo puro señaló que la jefa de Estado reúne a un año de concluir su mandato una popularidad cercana al 40%, porción considerada decisiva para inclinar una elección.
Paradójicamente la gestión económica es rechazada por el 60% del electorado. De todas estas cuestiones estuvo hablando en las últimas horas Scioli con el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey, tanto en Salta como en Buenos Aires.
El mandatario del norte irá por su segunda reelección en la provincia y no descarta dar un salto hacia el Ejecutivo nacional meses más tarde.
Intriga a ambos una versión poco creíble de que Cristina buscará ser candidata a gobernadora bonaerense. Scioli cree que llevarla en su boleta sería positivo, pero teme que la lista se llene de incondicionales K con pocos votos.
Como sea, en los laboratorios del PJ orgánico elucubran el armado de frentes lo más amplios posibles para tratar de conseguir una gran afluencia de votantes en las primarias y luego un triunfo en primera vuelta con el 40% de los votos.
Las encuestas indican que en un balotaje, el candidato opositor, cualquiera sea, lleva las de ganar.
Urtubey le dijo a Scioli que el cordobés José Manuel de la Sota, potencial aliado de Massa, debería estar en la escudería oficial. El bonaerense le respondió que lo está intentando pero que es una tarea muy difícil.
Economía en problemas
La ilusión de un triunfo del oficialismo en primera vuelta podría tomar mayor sustento si la economía finalmente logra salir de su estancamiento.
Para eso, a su vez, parece central lo que ocurra con los "holdouts" ya que desbloquearía el acceso al crédito externo y franquearía inversiones retenidas.
En las últimas horas recrudecieron trascendidos respecto a la voluntad del Gobierno de acordar con todos los acreedores que no entraron a los canjes de deuda de 2005 y 2010 a partir de enero cuando esas reestructuraciones queden firmes y cualquier negociación no las ponga en riesgo por la cláusula RUFO.
Esa voluntad del Gobierno existe, precisaron fuentes del Palacio de Hacienda, pero la oferta no será por todo lo que reclaman los fondos buitre y debe quedar resuelta en una negociación que termine definitivamente con el problema, para lo cual se necesita que la totalidad de los holdouts la acepten o queden judicialmente obligados a acordar con la Argentina.
Mientras Scioli juega todas sus fichas a este acuerdo, Massa cree que el Gobierno conseguirá financiamiento por 5.000 millones de dólares y dejará la solución al próximo presidente.
El ex intendente de Tigre eludió los intentos de Scioli de "reunificar al PJ" y busca volver transversal a su Frente Renovador con figuras del radicalismo e independientes.
Mientras prepara su lanzamiento presidencial para el 10 de diciembre, el diputado nacional intenta hacer eje, con éxito dispar, en los problemas irresueltos de la Argentina.
Con la seguridad como discurso medular, ahora anunció que logrará remover el cepo al dólar en 100 días (NA).