Esta semana, Mario Cafiero presentó ante la fiscal Viviana Fein, que lleva adelante la investigación del resonante caso Nisman, un escrito con título “Aporta elementos que entiende concluyentes en relación a los móviles y modo del suicidio del fiscal Alberto Nisman”.
Concretamente, en la primera parte se exponen los móviles que llevaron a Nisman a suicidarse, “ante el fracaso de su aventurado intento de tratar de doblarle la mano al Gobierno con la denuncia por encubrimiento que efectuó contra él, para que accediera a llevar la cuestión de la AMIA al Consejo de Seguridad de la ONU, tal como lo había planteado antes de empezar a confeccionar esa denuncia”.
Con el objeto de desatar un gran escándalo internacional a favor de Israel, que abortara las tratativas entre EEUU e Irán por la cuestión nuclear, en la que actualmente intervienen altísimos funcionarios iraníes que habían sido sindicados por el fiscal Nisman como presuntos responsables de haber ordenado el atentado de la AMIA.
En la segunda parte se analizan las “gravísimas inconsistencias” que tiene el informe elaborado por los peritos Raffo y Salcedo para la querella encabezada por la ex esposa de Nisman, la jueza Arroyo Salgado, y los diversos móviles que impulsarían a esta en su obstinada postura para tratar de que el hecho sea calificado como homicidio o magnicidio.
Y se efectúa además una sencilla reconstrucción del suicidio de Nisman, que “despeja todos los interrogantes planteados” en dicho informe, consistente simplemente en considerar que Nisman se suicidó empleando ambas manos para sostener la pequeña pistola con la que lo hizo.
Según el autor, ello explica acabadamente la existencia de sangre en su mano izquierda, la curiosa disposición de ellas, y la inexistencia de rastros de pólvora en ambas manos. Dado que el área de deflagración de la mano derecha fue cubierta por la mano izquierda de Nisman, y la que se supone área de deflagración de la mano izquierda, quedó lejos de la deflagración real.
También explica la “inusual trayectoria” de los disparos en la cabeza de Nisman, proviniendo de un suicida, y la disposición en que quedaron finalmente los brazos de Nisman ya muerto. El derecho plegado sobre sí mismo, y el izquierdo sobre su pecho.
En las imágenes del expediente se puede apreciar la mancha de sangre en la mano izquierda, propia de la postura con la que asistió a su mano derecha para empuñar la pistola. Y el fenómeno del espasmo cadavérico en la mano derecha, en ademan de empuñar y gatillar un arma, que es una prueba irrefutable del suicidio, al quedar fijado en ella la última actitud volitiva que tuvo el difunto en su muerte súbita.