Daniel Scioli espera que el reparto final de indecisos lo corone presidente, Mauricio Macri aspira a que el voto útil aparezca para depositarlo en un balotaje y Sergio Massa se ilusiona con que un malón de votos de última hora lo convierta en el retador del candidato oficialista.
Así viven la última semana de campaña los tres candidatos con posibilidades de ser sucesores de Cristina Kirchner, aunque el favorito es Scioli que está, según la mayoría de las encuestas, cerca de ganar en primera vuelta.
Para ser presidente sin reválida el gobernador bonaerense necesita como mínimo el 40% de los votos con una diferencia de 10 puntos sobre el segundo o ganar con 45%. Esta última posibilidad está prácticamente descartada, por lo que apuesta a superar aquel umbral y que ni Macri ni Massa superen el 30%.
Según Mariel Fornoni, directora de la consultora Management & Fit, a una semana de las elecciones el 20% del electorado aún no decidió su voto y otro 10% está entre dos candidatos. Scioli es el que tiene a los electores más fieles y le sigue Macri; en cambio los votantes de Massa son más volátiles.
Con ese panorama, el podio de aspirantes presidenciales espera una empujón del último reordenamiento de votantes. Si no hay triunfo en primera vuelta, el balotaje sumará un mes de campaña hasta el 22 de noviembre, en medio de un fin de semana largo.
Estrategias
Scioli ya quiere cerrar la cuenta, pero corre con el riesgo de una victoria muy ajustada, con antecedentes de denuncias por parte de la oposición en las PASO y en Tucumán, que restarían legitimidad al inicio de su eventual Presidencia.
En cuanto a los rivales, Massa sigue por debajo de Macri. Esa diferencia según quien sea el encuestador oscila entre tres y diez puntos, pero su sola permanencia en el escenario impidió hasta ahora una polarización de la elección entre el candidato del FPV y el de Cambiemos como se preveía luego de las Primarias.
El exintendente de Tigre fue hábil en presentar propuestas concretas, consolidar el frente UNA con Roberto Lavagna y José Manuel de la Sota y apuntar a que él debe ser el destinatario del voto útil porque es el único capaz de vencer a Scioli en balotaje.
Todo indica que no le alcanza pero neutralizó a Macri. Por estas horas aspiraba a un malón de votos o a un último conejo de la galera de propuestas antes de la veda electoral que comenzará a regir el próximo jueves.
Scioli evitó definiciones polémicas en torno a lo que habría que cambiar, pero envió señales de que modificará cuestiones sensibles de la economía y la política exterior. Entre otras cosas en las últimas entrevistas habló de desmantelar subsidios y establecer una "agenda positiva" con Estados Unidos.
En los últimos días recibió apoyos explícitos de la Presidenta, aunque con el voto kirchnerista asegurado, su negocio por estas horas pasa por convencer a los indecisos no K.
Así, el gobernador salió a mostrar un gabinete más naranja -color que lo identifica- que de continuidad nacional. Ya confirmó como eventuales integrantes a Alberto Pérez (jefe de Gabinete), Silvina Batakis (Economía), Ricardo Casal (Justicia) y Alejandro Collia (Salud), todos ellos colaboradores en la provincia.
Además, encumbró a los gobernadores salientes como Sergio Urribarri (Interior y Transporte) y Maurice Closs (Turismo y Deportes) y sumó al elenco a Diego Bossio (Infraestructura) y Julián Domínguez (Industria).
El viernes se sacó una foto en su comando del piso 19 del Banco Provincia con Daniel Filmus, ex ministro de Educación, ex senador y actual secretario de Asuntos Relativos a las Islas Malvinas, quien sería su ministro de Ciencia y Tecnología. Cuando integró el gabinete kirchnerista su cartera incluía estas áreas que luego se convirtieron en otro ministerio.
En ese marco, Scioli buscó mostrarse como el más sólido para "construir sobre lo construido", al tiempo que acusó a sus rivales de presentar propuestas irresponsables, de preparar un ajuste y de carecer de gobernabilidad en caso de llegar al poder.
Gobernabilidad es otra de las palabras que seguramente acompañará el punto de partida del próximo presidente porque, tal como están las cosas, el Congreso requerirá de acuerdos más amplios para avanzar con leyes estructurales.
En el Senado, el PJ tendrá una holgada mayoría, pero en Diputados esa bancada perdería el quórum propio (se logra con 129 y reuniría 115 con aliados) y estará dividida entre peronistas orgánicos y kirchneristas puros, mientras que Cambiemos mantendría bloques separados entre PRO, la UCR y la CC y apenas superaría los 80 legisladores.
Macri necesita un impulso en la provincia de Buenos Aires para asegurar sus posibilidades de ir a segunda vuelta. Allí, sorpresivamente María Eugenia Vidal sería la más votada si se votaría a gobernador por separado. Pero el arrastre de Scioli en la boleta permitiría que Aníbal Fernández sea gobernador.
El tercero en discordia, Felipe Solá de UNA, es buen candidato y puede poner un freno a la candidata de Cambiemos. Más allá de eso y a diferencia de lo que ocurría antes de las Primarias, cerca del jefe de Gobierno porteño esperan a que Vidal traccione a Macri en el principal distrito electoral del país.