Este miércoles Jorge Lanata comienza un ciclo televisivo de entretenimientos llamado “El argentino más inteligente”. Es la adaptación vernácula de un formato originado en Canadá.
De esta manera, deja cuatro años exitosos al frente de “Periodismo para Todos” desde donde logró denuncias sumamente impactantes y ganó más premios nacionales e internacionales que cualquier otra propuesta periodística audiovisual.
Jugó un papel decisivo en las derrotas del Frente para la Victoria de 2013 y 2015.
Las producciones de PPT sobre Leonardo Fariña, Federico Elaskar y Lázaro Báez, entre otros, cambiaron el clima social y político del país gracias a mediciones que superaron los cuarenta puntos de rating.
Sin embargo, en momentos en que llueve sopa, el gordo anda con un tenedor en cada mano y una gran sonrisa dibujada en su rostro.
¿Se puede ser tan pelotudo como para no darse cuenta que en 2016, más que nunca, el televidente estaba esperando su programa?
¿Qué tipo de sangre hay que tener para no denunciar a un juez como Sebastián Casanello que por estas horas está permitiendo que se borren todas las pruebas que lo incriminan?
¿Por qué un profesional que luchó toda su vida para llegar a semejante éxito de audiencia repentinamente opta por no cosechar todo lo que sembró desde 2012?
¿Por qué alguien rehúsa capitalizar el crédito y rechaza dar la estocada final a un kirchnerismo moribundo?
Su excusa es que quiere dejarle el primer tramo a Mauricio Macri libre, porque sus críticas podrían afectar la gestión presidencial.
Tiene la misma lógica que señalar que le va a poner palos tutores a un árbol dos o tres años después de ser plantado.
No todas las plantas y arbustos necesitan un sostén, pero cuando deben soportar vientos fuertes o superficies arenosas (cualquier similitud con la política argentina no es mera coincidencia) los bastones no solo se vuelven imprescindibles sino que hasta es imperioso ajustarlos cada dos o tres meses para que puedan cumplir su función correctiva.
Alejado del célebre Charles Gardiner y sus consejos basados en los secretos de los jardines, Lanata tropieza dos veces con la misma piedra.
En abril de 2003, cuando se jugaba el ballotage entre Carlos Menem y Néstor Kirchner, Jorge decidió ponerle alfombra roja al patagónico y le cedió todo el protagonismo en la última edición de Día D antes de la segunda vuelta.
Ese mismo día y a la misma hora, en Canal 9 (Hora Clave) mostrábamos un informe sobre los desaparecidos Fondos de Santa Cruz y explicábamos que un gobernador que había manejado mil palos verdes de manera turbia era un “presente griego” que estábamos comprando sin un mínimo chequeo.
En un mapa de la provincia de Santa Cruz, puntualizamos cómo no se había desarrollado el procesamiento de frutos de mar; no se habían erigido destilerías o refinerías de hidrocarburos: no se habían vertebrado gasoductos; no se habían levantado aerogeneradores; no se había aprovechado la cuenca carbonífera y se había destruido la ganadería local.
Mientras tanto, a diez cuadras de distancia, Jorge “compraba” todas y cada una de las mentiras que el matrimonio K le vendía de manera descarada.
En ese momento, creí que el odio hacia el impresentable caudillo riojano había nublado al conductor de Día D y por eso promovió tanto a un corrupto como el “lupo”.
No obstante ello, pocos meses más tarde, terminó pagando cara su “inocencia” ya que le pidieron la cabeza en América TV por no frenar una denuncia sobre el titular del PAMI Juan González Gaviola.
Trece años más tarde, otra vez en abril, el periodista comete el mismo “error”.
En lugar de contarle las costillas a un régimen manejado en el discurso por un tipo como Jaime Durán Barba que sostiene que no hay que avanzar sobre Cristina Kirchner y “el pasado”, el gordo optó por dejarle el campo desierto a quienes están orquestando la supuesta inocencia de los máximos responsables del más feroz saqueo perpetrado en democracia en nuestro país.
El año pasado describí, a lo largo de más de 200 páginas del libro llamado “Socios” cómo MM y CFK iban a ensayar un sketch para dejar en el camino a Daniel Scioli y luego polarizar entre ellos postergando al resto de las expresiones políticas.
Lanata, al que le reconozco que puso de rodillas al Frente para la Victoria, hoy es completamente funcional a una estrategia de impunidad.
Aquí no hay ningún “mani pulite”. Aquí, vamos rumbo hacia la gran “Poncio Pilatos” y dentro de dos años, cuando Cristina tenga fueros y vuelva por todo, diremos: “qué pena no haberle metido el tiro de gracia cuando estaba exánime”.
Siempre entendí que el periodismo es la forma más divertida de ser pobre. Lo mismo pensaron mi hermano mayor, mi padre y mi abuelo, también periodistas.
Jorge piensa de otra manera. El periodismo se ha convertido para él en una vida de divo en Miami en un departamento de dos millones y medios de dólares; en noches con gastos extravagantes en el Hotel Faena de Puerto Madero y en su pasión desenfrenada por coleccionar estupideces de cualquier tipo.
Con su nueva movida demostró que es “el argentino más inteligente” de 2016. No hace falta que se esmere el resto de los participantes.