A partir de hoy rige la eximición de visas para los ciudadanos chinos que tengan ese "permiso" de los Estados Unidos y países europeos, informó a Clarín el embajador allí Diego Guelar, a horas de la llegada del presidente Mauricio Macri al gigante asiático.
Cabe destacar que, como contrapartida, China no sólo nos exige visa a los argentinos sino que prohibe a los medios de comunicación vernáculos trabajar allá, salvo que sean invitados por alguna organización cultural del Dragón.
¿Sabrá nuestro presidente que el Partido Comunista tiene un régimen llamado "crédito social" que le da una nota a cada uno de los habitantes de su país y de acuerdo a esta puntuación los habitantes podrán conseguir determinados trabajos, casas, autos, estudios o acceder a líneas de créditos?
Los “ciudadanos” no pueden votar libremente a sus propias autoridades, pero deben soportar que el Partido Comunista los califique y decida su buen o mal futuro de manera personal.
La idea aparece como extravagante en Occidente, pero no hay frontera remota que el gobierno de China no vulnere a la hora de expandir el control y la vigilancia sobre sus compatriotas. Se trata de una herramienta de control político perfecta.
Este sistema no sólo mide cuánto gasta cada uno sino, fundamentalmente, en qué lo invierte y qué piensa del régimen gobernante.
"Sesame Credit" está al servicio de la vigilancia del gobierno central sobre sus ciudadanos, para observar toda su vida privada.
China no pretendía medir el estado económico de su gente: quería medir a sus propios “súbditos”.
Los más afines al Partido Comunista suben rápido su puntuación, postergando a los desinteresados en política y a los que asoman como posibles disidentes.
Esto genera autocensura a la hora de consumir y redirecciona las preferencias ideológicas.Por ejemplo, si alguien emite una opinión contraria a la versión oficial del gobierno en algún foro público sobre la represión gubernamental, su puntuación se reducirá en forma casi inmediata
Si difunde noticias sin la autorización del gobierno, sucederá lo mismo. Aquellos comentarios que entreguen una visión alternativa a la oficial, serán castigados con una baja significativa en su puntaje.
Y lo que es aún peor: su crédito social también quedará determinado por las mediciones que alcancen sus amigos o familiares cercanos.
La presión del entorno con los “díscolos” suele ser mucho más efectiva que los condicionamientos que plantea el propio estado omnipresente.
La puntuación de los usuarios oscilará entre los 350 y los 950 puntos. El mínimo representa un alto riesgo para el banco dispuesto a prestarte dinero, y el opuesto casi el ideal.
Se ofrecen beneficios instantáneos para cualquiera que supere los 600 puntos como préstamos de 800 dólares destinados a compras en línea, arrendar un auto sin dejar un depósito en garantía e incluso capacitación para optar por cargos dentro del gobierno.
Por encima de los 700 puntos se obtiene un visado para viajar a Singapur.
Por encima de los 750, se puede viajar a Europa, sin necesidad de mostrar un contrato de trabajo en el viejo continente.
Para poder acceder a un crédito hipotecario o prendario, para conseguir vacantes para estudiar, para aspirar a un cargo público o simplemente realizar una vida “normal”, los chinos tendrán que reprimir de forma automática sus preferencias políticas y sus opiniones si estas son contrarias a la cosmovisión del PCCh.
La publicidad de sus puntuaciones y el hecho de que estos datos públicos están ligados a las de su propia gente pueden crear un estado de presión social inmediata y determinante.
Resumiendo: si un ciudadano observa que la valoración de un amigo suyo es baja y está afectando a la propia, tendrá el incentivo de tratar de reprimir su comportamiento “subversivo” o lo dejará solo para no perjudicarse. Algo similar al juego de la “mancha venenosa”.
Las ONGs sin fines de lucro Private Internet Access y American Civil Liberties Union determinaron tras una delicada investigación que el sistema será obligatorio para los 1350 millones de la segunda potencia económica mundial a partir de 2020.
El Sesame Credit tiene como objetivo hacer que las personas que no son confiables no puedan alquilar un auto, no puedan recibir dinero e inclusive encontrar trabajo.
En un país que cuenta con un ejército de licenciados universitarios cuyo máximo sueño es convertirse en funcionario, una baja calificación por parte del poderoso Estado los aleja muchísimo de su potencial sillón de burócrata.
Los ciudadanos que tengan un nivel de crédito inferior al promedio serán sancionados con limitaciones en la conectividad de Internet.
En definitiva, este proyecto supone recuperar los sistemas de control social de la época maoísta, desfasados a raíz de las reformas introducidas a partir de finales de los 70.
"El emperador está lejos, pero las montañas son altas", dice un proverbio chino que muestra que, desde la época imperial, la voluntad de control es recurrente para las autoridades chinas.
En la era de la "big data", la capacidad de generar, recabar y analizar información es ilimitada.
"Las montañas ya no importan, porque el emperador está en tu propio bolsillo", es la consigna de la China del Siglo XXI.
China es un régimen monstruoso gobernado por una casta de asesinos que ultimó con tanques, carros blindados y ametralladoras a miles de compatriotas que osaron pedir más libertades en la mítica Plaza de Tiananmen.
Depredan el medio ambiente, tienen al mundo al borde de la guerra en el Mar Meridional y destruyen la economía mundial para imponer su dumping basado en la explotación y la censura.
Su aire es irrespirable, el ochenta por ciento de sus cursos de agua están contaminados, han prohibido Twitter, Facebook, Youtube y solo dejan que Google opere bajo estrictos filtros de búsqueda.
Nueve de cada diez billonarios (tipos con más de mil palos verdes) son miembros importantes del PCCh.
Una troupe de "mandarines" del siglo XXI está dispuesta a incendiar el mundo con tal de mantener sus privilegios.
Franco Macri (que vive seis meses al año en Shangai y es el embajador económico de la dictadura para América Latina) y su hijo Mauricio les han entregado todo los que los K les prometieron: represas hidroeléctricas, centrales nucleares y casi el ochenta por ciento de las obras de energía renovable.
Estamos sentados en la mesa de los criminales disfrutando del banquete rojo.