La transición se está prolongando demasiado. Nadie toma decisiones. El gobierno espera y no toma decisiones para no perjudicar a la próxima administración.
El gobierno electo no puede tomar decisiones y no se reúne con las autoridades actuales para coordinar decisiones necesarias, ante la gravedad de la situación.
En el medio, millones de argentinos -empresas y particulares-, que asisten día tras día a una pérdida neta de capital, tanto de su patrimonio vinculado a un negocio como del personal.
La sociedad y los acreedores -particulares y organismos financieros internacionales-, aguardan decisiones. Pero falta un mes para el recambio de poder.
Un breve repaso nos muestra que el indicador del riesgo país está por encima de los 2.300 puntos básicos, el triple que hace un año.
Los títulos públicos cotizan por debajo de los 40 centavos, un precio muy cercano para que los denominados “fondos buitre”, compren para ir luego al “concurso de acreedores”.
El precio de las acciones pone en peligro a las empresas locales. El proceso de liquidación está en marcha. Los papeles argentinos en Nueva York caen 5% en promedio diario. Aún así el dólar cotiza a la baja.
Sin embargo, las promesas de poner dinero en el bolsillo de la población y las declaraciones del presidente electo y algunos sindicalistas son temerarias y generan preocupación.
No se entiende tamaña irresponsabilidad en la dirigencia política argentina. El default está a la vuelta de la esquina y tiene mecha corta. Sólo falta ponerle fecha.