…“Adonde está, que no se ve, a la gloriosa CGT”, corean los manifestantes en la madrugada del jueves 20 de diciembre de 2001 en las escalinatas del Congreso. Pero esa extraña ausencia no significaba su extinción total, una suerte de repliegue táctico luego de la avalancha menemista y la oposición al retorno del ministro Domingo Cavallo.
Esta historia, que tiene mucho de drama, comienza en la mañana del 25 de septiembre de 1973 cuando 23 balazos abaten al entonces secretario general de la central obrera José Ignacio Rucci en el barrio porteño de Flores. Al atentado se lo atribuyeron los Montoneros, aunque existen fuertes indicios que se trató de un crimen político de la Triple A para provocar el enfrentamiento sin retorno entre Perón y la organización armada.
La Patria Sindical
A partir de allí, cobra fuerza la idea de Patria Metalúrgica, apoyada en la UOM y las 62 Organizaciones de Lorenzo Miguel como síntesis de la hegemonía que obtienen los sindicatos dentro del esquema del gobierno justicialista.
El anciano líder de 78 años se apoya en la columna vertebral del Movimiento y defenestra todo lo que presuponga de progresista. Esta situación llega al paroxismo el 1° de mayo de 1974 cuando, exasperado ante los reclamos de la izquierda justicialista se deshiciera de la burocracia sindical, Perón opta por estos últimos y la Plaza de Mayo queda partida en dos partes irreconciliables. El 1° de julio, muere y lo sucede su viuda María Estela Martínez, alias Isabelita, pero el poder real se asentaba en la semicalva cabeza de José López Rega, más conocido como El Brujo.
A mediados del mismo mes, se realiza el Comité Central Confederal de la CGT, presidida por el textil Adelino Romero, una figura decorativa en la telaraña del metalúrgico Lorenzo Miguel, quien luego de la repentina muerte de éste coloca al frente de la central obrera a su hombre Segundo Palma de las 62 Organizaciones. Controla al Ministerio de Trabajo a través de su amigo Ricardo Otero, del mismo gremio. Dos meses después, se interviene la Federación Gráfica Bonaerense y se encarcela a Raimundo Ongaro, se le retira la personería gremial a los sindicatos cordobeses de SMATA y Luz y Fuerza y se libra orden de captura para los secretarios generales René Salamanca y Agustín Tosco. Son intervenidos la FOTIA y el Sindicato de Prensa de Buenos Aires. La Patria Sindical apoya decididamente a Isabel, recibiendo a cambio de regalo la Ley de Contratos de Trabajo. El Loro Miguel avanza sobre Economía, al poner a su hombre Antonio Cafiero en la Secretaría de Comercio.
El 6 de septiembre Montoneros anuncia su pase a la clandestinidad. Sólo a la alianza táctica de los dos sectores hegemónicos de la ortodoxia justicialista les falta el Ministerio de Economía, que aún está a cargo de Gelbard. El 21 de octubre presenta su renuncia, sucediéndolo Alfredo Gómez Morales. Este ocupa el cargo hasta mayo de 1975, haciéndose cargo Celestino Rodrigo, hombre de López Rega, Devalúa la moneda un 100%, aumenta los combustibles un 175% y sube astronómicamente las tarifas públicas. Es el Rodrigazo, el principio del fin para el Brujo. El 29 de junio la CGT declara para el 7 del mes siguiente un paro nacional de 48 horas. Isabelita le quita el apoyo y el Brujo parte hacia el exilio.
La burocracia sindical e Isabel tienen el campo libre para emprenderla contra la radicalización de las organizaciones armadas ERP y Montoneros. El año1975 transcurre entre estos fuegos, con una población replegada y un gobierno girando sobre sí mismo hacia el abismo del vacío de poder. Percibiendo los taconeos de borceguíes, el titular de la CGT Casildo Herreras se borra con gran tino.
La dictadura
El 24 de marzo de 1976 la Junta Militar asume el poder en el golpe militar más anunciado de la historia argentina. La CGT fue intervenida y sus principales dirigentes encarcelados, mientras centenares de militantes de base simplemente fueron desaparecidos. El ministro de Trabajo de facto, general de brigada Horacio Tomás Liendo aseguró que esta intervención es por “la necesidad de regularizar las anomalías que se observan en el movimiento sindical argentino”.
El 28 de abril, puso en posesión de su cargo de interventor en la Central Obrera al coronel Juan Pita, quien afirmó: “La intervención en la CGT buscará sintetizar y canalizar las inquietudes, necesidades y esperanzas de quienes con su trabajo y vocación son parte fundamental en el construir de la patria”.
El 2 de ese mes, el ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz había expuesto los lineamientos de su plan: “Si tuviera que definir en pocas palabras el tipo de economía que considero debe implementarse en el país para lograr los objetivos fijados, podría caracterizarla simplemente como una economía de producción”.
El 20 de mayo, Pita convoca a una reunión a los secretarios generales para ver quienes concurrirán a la reunión de la Organización Internacional del Trabajo. Se resuelve enviar a Antonio Baldassini (Telepostal), Rafael Valle (Químicos), Ricardo Pérez (Camioneros), Ramón Valle (Seguro), Ramón Elorza (Gastronómicos), J.Horvath (Estatales), Hugo Barrionuevo (Fideeros), y Demetrio Lorenzo (Alimentación). No obstante, entre septiembre y noviembre, comienzan a gestarse medidas de fuerza en el sector automotriz en repudio al aumento del 12% otorgado por el gobierno de facto.
Durante octubre, los trabajadores de Luz y Fuerza efectúan paros y una movilización en repudio al despido de 264 empleados de SEGBA. La dictadura contraataca, en plena vigencia de la ley 21.400 que prohíbe todo tipo de medidas de fuerza, y el conflicto se agudiza llegando a su clímax entre enero y febrero. El 11 de ese mes, su secretario general Oscar Smith es secuestrado, presumiblemente por una patota del GT33A de la ESMA.
La primera huelga nacional contra la dictadura ocurrió el 27 de abril de 1979, y a partir de allí se fractura la central obrera en la CNT, más tarde CGT Azopardo, bajo la conducción de Jorge Triaca, y la Comisión de los 25, luego CGT Brasil, con Saúl Ubaldini a la cabeza. Este último, proveniente del gremio de los Cerveceros, lidera las famosas movilizaciones al santuario de San Cayetano por Pan y Trabajo. Cuando la situación nacional se agrava y el interregno de Galtieri se aproxima al abismo, la CGT ubaldinista convoca a un paro general con marcha a Plaza de Mayo el 30 de marzo de 1982. Si bien dicha convocatoria fue duramente reprimida, significó un éxito total y la primera vez que el movimiento obrero organizado se enfrentaba abiertamente a la dictadura militar.
Luego de Malvinas y la subsiguiente caída de Galtieri, el general Bignone llama a elecciones para el 10 de diciembre de 1983. El 17 de octubre Lorenzo Miguel sufre un enorme repudio en el estadio de Atlanta al atacar a los Montoneros, elogiar a Isabel Perón y mostrarse demasiado blando con los militares. En febrero de 1983, fracasa la precandidatura de Ángel Robledo, hombre de Triaca y del Loro Miguel.
El 25 de abril el candidato radical Raúl Alfonsín denuncia la existencia de un supuesto pacto militar-sindical: “Tengo noticias, desde luego. Yo no diría entre Fuerzas Armadas y Sindicalismo, lo que a mí me ha llegado son acuerdos que se producirían entre el general Nicolaides, el general Suárez Mason, el general Trimarco, con algunos hombres del sindicalismo. Creo que esto constituiría un pacto corporativo que de ninguna manera se compadece con la democracia que todos necesitamos, porque nosotros queremos Fuerzas Armadas en su labor y no metidas a político, y mucho menos metidas a dirigente sindical”.
En agosto el Loro reasume la conducción de la UOM y de las 62 Organizaciones. El 5 de septiembre, se proclama la candidatura de Luder-Bittel, con la vicepresidencia del partido a cargo del citado gremialista.
El 30 de octubre, el binomio Alfonsín-Martínez se alza con el 52% de los sufragios (7.500.000 votos). Abatiendo por primera vez en las urnas al justicialismo.
“Mantequita y llorón”
“Y en cuanto al sindicalismo, queremos un sindicalismo fuerte, capaz de defender como corresponde los intereses de los trabajadores, pero alejado de cualquier compromiso o sector pacto corporativo, alejado del compromiso con cualquier partido y también con el gobierno, obviamente con las empresas. Creemos en un sindicalismo absolutamente democrático y no como se están reorganizando hasta ahora, de arriba para abajo, con comisiones normalizadotas que no figuran en la ley, que colocan a los dirigentes anteriores en esas comisiones para estructurar una organización sindical que no es absolutamente democrática”, había puntualizado Raúl Alfonsín a la revista Entrelíneas en un reportaje fechado el 18 de mayo de 1983.
Con ese espíritu, su primer ministro de Trabajo Antonio Mucci elaboró la ley de Reordenamiento Sindical que intentaba quitarle a la CGT, entre otras cuestiones, el control de las obras sociales y que las minorías estuvieran representadas en las conducciones sindicales. Pero la iniciativa fracasó, en parte por la cerrada oposición del Senado controlado por la mayoría justicialista, y por la movilización gremial motorizada por la CGT acaudillada por Ubaldini.
El 13 de septiembre de 1984 tiene lugar el primer paro nacional, al cual seguirán otros doce. Antes de la movilización del 13 de junio de 1986, Alfonsín calificó al dirigente cervecero de “mantequita y llorón”. Rápido de reflejos, en el palco de espaldas a Plaza de Mayo, le retrucó: “Tiene razón el presidente Alfonsín que a veces me embargan las lágrimas. Pero llorar es un sentimiento, y mentir es un pecado”. El 8 de noviembre, se normaliza la CGT tras una década de intervención y Ubaldini es elegido secretario general.
Sin embargo, el radicalismo no se quedaba en las palabras. En la marcha del viernes 9 de septiembre de 1988, una patota de la SIDE junto a efectivos de la Comisaría 2°, reventaron la sastrería Modart (ubicada en Perú y Avenida de Mayo) en un confuso suceso en medio de una represión indiscriminada.
Al año siguiente, la política económica radical hace agua por todos lados y los saqueos de mayo obligan a Alfonsín a entregar el mando anticipadamente. El 14 de ese mes, Carlos Menem se impone a Eduardo Angeloz, y asume la primera magistratura el 8 de julio.
La década menemista
A partir de 1989, comienza un proceso feroz de la economía en la que la clase asalariada perdió en diez años las conquistas sociales obtenidas en el transcurso de un siglo. En nombre del pragmatismo y del ingreso al Primer Mundo, el ex émulo de Facundo Quiroga borró a golpe de decretos de necesidad y urgencia el complejo entramado de leyes sociales elaboradas por el justicialismo. Apenas asumió, nombró ministro de Trabajo a Jorge Triaca. La decisión surgía de una reunión entre Menem, Luis Barrionuevo y los reposicionados Diego Ibáñez y Lorenzo Miguel. Sin embargo, la ofensiva de Menem-Triaca contra el movimiento obrero y la alianza de Menem con los incondicionales Cassia, Pedraza y compañía provocaron la división de la CGT (San Martín y Azopardo).“Pegados al gobierno perdemos un espacio de crítica que solamente puede aprovechar la izquierda. Estamos con Menem pero nos reservamos el derecho a discrepar", explicó Lorenzo Miguel. La CGT Azopardo estaba integrada por tres sectores: "miguelistas" (UOM, Supe), ubaldinistas (UTA, OSN) y una línea más opositora (Ate, Ctera y periodistas) El coqueteo "opositor" de Miguel duró muy poco. A los pocos meses, en octubre, mientras los trabajadores del Estado presionan a Ubaldini para que convoque a un paro general para el 17, la CGT Azopardo, con el apoyo de la UOM, define su Plan de Lucha. Finalmente, el dirigente cervecero anuncia paro y movilización para mediados de noviembre. La UOM, luego de conseguir aumentos salariales, levanta el paro que iba a comenzar el mismo día en que se realizan las negociaciones y abandona la central obrera. La CGT Azopardo planea una movilización para el 15 de noviembre que es rechazada por las 62. En diciembre, ante el levantamiento carapintada, la UOM suspende los paros que tenía programados y aprovecha para denunciar la cercanía de militares carapintadas a la central Azopardo. A las pocas semanas, desaparece la CGT Azopardo y se conforma el Consejo Gremial de Trabajo sobre la base de un acuerdo del miguelismo con Barrionuevo y los ultramenemistas. Fue la luz verde para la gran ofensiva menemista contra el movimiento obrero. Lo que vino después fue el apoyo de Miguel a la reelección de Menem, el intento de conformar una AFJP (Activa) con Clarín y otras patronales, y el apoyo de la UOM-SMATA al convenio con las patronales automotrices, aceptando "ciertas pautas de flexibilización laboral". Después de algunos escarceos seudo-opositores, Miguel arregló con Menem el salvataje de la UOM y la obra social absorbiendo el colosal déficit de ambas organizaciones, lo que no impidió que luego se presentara en "convocatoria de acreedores". Allí se produce la primera escisión, con núcleos duros de la CTRA y ATE. Durante 1994, la central obrera sufre un nuevo cisma y se conforma el MTA (Movimiento de Trabajadores Argentinos), bajo la conducción de Hugo Moyano. En 1997, estos abandonan la CGT convirtiéndose en una entidad paralela.
Gerardo Martínez (UOCRA) y Rodolfo Daer (Alimentación) ocupan el sillón de la sede de Azopardo, convirtiéndose en socios de las privatizaciones de las empresas estatales y responsables del congelamiento de una gran porción de la lucha sindical.
La Alianza
Cuando el gobierno de Fernando De la Rúa derogó un decreto de Menem, firmado como una devolución de favores unos pocos meses antes de la culminación de su mandato, que aseguraba a los sindicatos el manejo del Fondo de Redistribución de las Obras Sociales - aproximadamente de 360 millones de dólares, nada menos-, estableció la ruptura de lanzas con éste y los gremialistas. Esta situación y el envío del proyecto de reforma laboral al Congreso Nacional apresuraron la elección del dirigente del gremio de los camioneros, Hugo Moyano, para el cargo de Secretario General de la CGT, en reemplazo de Rodolfo Daer. En este período es célebre el contrapunto entre la ministra de Trabajo Patricia Luro Bullrich Pueyrredón y el aludido dirigente de los camioneros, cuando ésta amenazó con retirarles el control de las obras sociales, la trató de “piba, vos nos sabés nada”, al tiempo que le dirigía una mirada de conmiseración. Otro suceso de peso, lo constituyó el episodio de la famosa Banelco con que, según Moyano, el otro ministro de Trabajo Alberto Flamarique tenía reservada para sobornar a los senadores con el fin de asegurarse la aprobación de la ley de Reforma Laboral pedida por el FMI.
El 24 de marzo de 2001, Cavallo reasume la titularidad de Economía conduciéndole el Congreso facultades extraordinarias, y la CGT le declara la guerra a muerte. Así, se llega a la mencionada crisis de diciembre de 2001, a la que inexplicablemente la CGT no hizo acuso de recibo.
Los días de Kirchner
Para el proyecto hegemónico del ex hombre fuerte de Santa Cruz, Néstor Kirchner, la idea de una CGT unificada bajo la tutela del camionero Moyano le provocaba cierta inquina. Así, la central obrera queda en manos de un dudoso triunviro a cuyo frente se encuentran José Luis Lingeri, Susana Rueda y el indicado. Finalmente, los dos se evaporan y el camionero queda otra vez al frente. Para abril de 2006, ambos actores en cuestión llegan a un jugoso acuerdo: “Yo te doy parte de la jugosa propiedad de [la línea ferroviaria] Belgrano Cargas, con el Grupo Macri como socio mayoritario, y vos dame un techo para las exigencias salariales de los trabajadores que no se me escape del 20 por ciento". Acuerdo que de un solo trazo disciplinó a las burocracias sindicales en sus discusiones paritarias y tranquilizó a las patronales, temerosas porque un mínimo aumento en sus costos laborales, vía recuperación efectiva de una porción del valor del salario, pudiera reducir sus fabulosos márgenes de ganancias.
Esto se hace pedazos el 17 de octubre pasado, cuando paradójicamente durante el traslado de los restos de Juan Domingo Perón a la Quinta de San Vicente, facciones gremiales antagónicas protagonizan un enfrentamiento de proporciones, en el que no faltaron los balazos propinados por Madonna Quiroz, chofer de Pablo Moyano, hijo de Hugo.
Luego de esa balacera, que algunos improvisados creyeron que era el cenit del camionero, el sindicalismo recobra su capacidad de transacción bajo presión a partir de abril, donde se sentaron a discutir con el oficialismo la cuestión salarial. El camionero firma un pacto, almuerzo mediante, con su antiguo adversario Luis Barrionuevo, a comienzos de mayo donde ratificaron que dicha transacción no sea por debajo del 16,5%. Pero los docentes (sobre todo los del Sur argentino), y los delegados de subterráneos encabezaron una enconada lucha contrapuesta a esta capacidad gatopardista de sentarse a la mesa para discutir cuestiones de jornales.
Fernando Paolella