Aquella mañana del 17 de noviembre, Alvarado y Perdriel e Iriarte y Luzuriaga fueron los dos puntos con más policías por metro cuadrado de la Ciudad de Buenos Aires. En el primero, Julián frenó el Volkswagen Suran con la esperanza de que dos oficiales mujeres que pasaban por ahí ayudaran a Lucas. En el segundo, instantes antes, los policías de civil Gabriel Alejandro Isassi, Juan José Nieva y Fabián Andrés López abrieron fuego contra los cuatro menores de edad. Minuto tras minuto, decenas de agentes de las cuatro comisarias de la zona se sumaron para acordonar las áreas -tres cuadras de distancia una de otra-. También «bajó» el comisario Daniel Alberto Santana, el jefe de todos ellos y de los 1.700 uniformados que la fuerza tiene en La Boca, Barracas, Parque Patricios y Nueva Pompeya. La entrada y salida de policías era interminable: uno, por ejemplo, fue a una estación de servicio a almorzar; otro, incluso, pidió permiso para retirarse porque tenía médico. Entre tanto movimiento, llegó una «mujer rubia vestida de civil», pero ella nunca más se fue: Encripdata pudo reconstruir que se quedó hasta las 21 horas. Para esa hora, ya ni siquiera se encontraban en el lugar los chicos detenidos. Se trata de la abogada Verónica Andraca, de la División Asuntos Penales y Contenciosos de la fuerza, que asesora a la Policía de la Ciudad.
Al principio de la investigación, Ricardo, papá de Joaquín, recordó ante el fiscal Leonel Gómez Barbella que, mientras trataba de tranquilizar a su hijo, vio que alguien estacionó un auto en Perdriel, entre Alvarado y California, y que bajaron un hombre y una mujer vestidos de civil: «Se acercaron al auto -de Julián-, le daban vueltas, miraban hacia adentro, en alguna ocasión también se asomaron. Por la forma de manejarse, creí que eran del juzgado«. Pero no eran del juzgado: la mujer, a la que describió como «alta, rubia, vestida con pollera de tubo», era, justamente, Andraca. En diciembre, el fiscal solicitó detener a esa abogada, pero el juez Martín Del Viso lo consideró prematuro.
En las últimas horas, el fiscal recolectó más pruebas: Encripdata pudo saber que Ricardo, el papá de Joaquín, identificó a Andraca en una rueda de reconocimiento. El investigador decidió que la medida de prueba fuera hecha a través de fotos de diversas mujeres y no en persona para prevenir contagios en medio de la tercera ola de coronavirus en la Argentina. Javier, el papá de Julián, también reconoció a la abogada a través de esas instantáneas. Como los chicos llegaron a avisarles lo que había sucedido, Javier y Ricardo llegaron alrededor de las 11.30 al lugar.
Para esa hora, el comisario Santana ya sabía que algo andaba mal. A las 11.06, el subcomisario Ramón Jesús Chocobar le adelantó a él y otros policías, a través de un grupo de WhatsApp, el informe oficial que mandaría después:
«Comisaría 4D. Informa: subcomisario Chocobar. Asunto: comunicar novedad. Hecho: averiguación ilícito. Fecha: 17/11/2021, hora: 10.00. Lugar: Iriarte y Vélez Sarsfield (del hecho), Alvarado y Perdriel (detención). Imputados: Julián, Joaquín y Lucas, todos de nacionalidad argentina de 17 años. Damnificado: oficial José Nieva, brigada de Comuna 4. Elementos secuestrados: a/p Volkswagen Suran dominio IKG 181 el que presenta a simple vista tres impactos de bala en parabrisas, ventana trasera y guardabarros trasero lado conductor, y móvil no identificable Nissan Tiida dominio IIZ 786 con daños en puerta del conductor. Magistrado: fiscalía criminal y correccional 32. Personal interventor: inspector Gabriel Isassi, oficial mayor Fabián López y oficial José Nieva, todos de Comuna 4A. Reseña: a raíz de alerta emanada por brigada de Comuna 4, que modula enfrentamiento armado en Iriarte y Vélez Sarsfield, donde un auto azul con cuatro tripulantes se da a la fuga, ht de Alvarado y Perdriel divisa al mismo dando la voz de alto deteniendo a tres masculinos, uno de ellos con herida de bala en cráneo, trasladado por SAME al Hospital Penna. Con la situación dominada, se establece que personal interventor de brigada divisa al rodado Volkswagen Suran saliendo del asentamiento 21-24 y trata de detener su marcha con fines de identificación, siendo que al llegar a Iriarte y Vélez Sarsfield logran colocarse a la par y cerrarles el paso, embistiendo el rodado la puerta del conductor del móvil policial, lesionando al oficial Nieva, que a esa altura ya se hallaba pie a tierra, refiriendo el inspector Isassi ver a uno de los masculinos apuntando con un arma, suscitándose un enfrentamiento, logrando huir la Suran hasta que en Alvarado y Perdriel se produce la detención. Hora actual. Se aguardan la llamada de la fiscalía interventora a fin de impartir directivas. Se ampliará».
El subcomisario Chocobar fue a la escena del crimen porque así se lo pidió el comisario Fabián Alberto Du Santos. Según declaró el primero, el segundo le ordenó: «Andá al lugar, tomá los datos y pasame el panorama así aviso a la superioridad». Pero, como descubrió el fiscal, a las 9.59, el comisario Rodolfo Alejandro Ozan, que ya estaba al lado del auto de los chicos, llamó a Du Santos para avisarle que el comisario Juan Horacio Romero, el «Perro», iría a buscar algo «para justificar» lo que habían hecho Isassi, López y Nieva y que pondría al tanto de todo al comisario Santana, el jefe de todos ellos. Ozan también le pidió a Du Santos que hablara con Romero para reconfirmar que estuviera yendo a «emprolijar esta cagada». El diálogo es más largo. Encripdata pudo saber que quedó registrado en el teléfono de Du Santos gracias a la aplicación CubeCallRecorder.
Entonces, Santana, Ozan, Du Santos y Romero acordaron hacer algo para «justificar» todo. Tal vez por eso Chocobar no agregó en el informe preliminar de las 11.06 lo que ya sabía: A las 9.58 ya sabía que el auto de los chicos estaba a nombre de Yanet, la mamá de Julián, y que no tenía impedimiento judicial; un minuto después ya sabía que tenía una cédula azul a nombre de Javier, papá de Julián; y un minuto después ya sabía que tenía otra cédula azul directamente a nombre de Julián, el chico que lo manejaba en ese momento. A las 13.21, cuando envió por mail ese mismo parte policial, solo agregó que en la escena del crimen estaban «medios de comunicación: Crónica, TN y Telefe«.
Al igual que los papás de Julián y Joaquín, el subcomisario Chocobar también confirmó la presencia de la abogada Andraca. Según su declaración indagatoria, advirtió que entre las 13 y las 14 arribaron el personal del cuerpo de psicólogos, desempeño profesional, Asuntos Internos (subcomisario Lorenzone) y el cuerpo de abogados (doctora Andraca) hasta que a las 16 fue relevado por el subcomisario De Santis. Chocobar ya había hecho su trabajo.
Javier, el papá de Julián, recordó algo más: «Me decían que no podía acercarme a mi hijo porque estaba incomunicado, pero le dije al comisario que fueran a buscar a los ladrones, a quienes le habían disparado a Lucas. Después supimos la verdad. Acá, a las 15 todos sabíamos que la Policía mató a Lucas. Yo se lo pregunté al comisario porque le mandé un mensaje a mi señora y le pregunté que decían los medios. Cuando me enteré lo que estaban diciendo, que eran delincuentes y que había un prófugo, ahí me cayó la ficha. Le pedí al comisario en la cara que me dijera que a los chicos les tiraron ellos y ahí no le quedó otra, yo sé que no le quedó otra, y me dijo: ‘Sí, la brigada’. Le dije: ‘Son unos hijos de mil putas, mataron a un pibe inocente y casi matan a otros tres que venían de entrenar. Él me dijo: ‘No, es que se quisieron fugar de un retén policial'».
El que mató a Lucas fue el oficial Nieva, como pudo reconstruir Encripdata, pero el juez procesó también a Isassi y López por haber sido coautores materiales del crimen del juvenil de Barracas Central y por haber querido matar a Julián, Joaquín y Niven. En total, los tres policías dispararon once veces. Según la autopsia, un proyectil calíbre 9 milímetros ingresó por la frente de Lucas, levemente hacia la derecha, y llegó hasta la parte superior de la mandíbula. Según el informe del propio perito balístico de la defensa, fue Nieva el autor del disparo mortal.
El fiscal también comenzó a analizar el GPS del auto destinado a la Policía de la Ciudad en el que la abogada, chofer mediante, llegó a la escena del crimen. Según un informe preliminar de ese sistema de posicionamiento global, el auto estuvo aproximadamente entre las 12 y las 21 de aquel 17 de noviembre. En otras palabras: Andraca estuvo nueve horas en el lugar. Estuvo cuando todo estaba a cargo de la Policía de la Ciudad, pero estuvo también, porque nunca se fue, cuando todo pasó a manos de la Policía Federal (PFA); estuvo cuando los detectives de la Unidad de Búsqueda de Evidencias de la PFA secuestraron del auto de los chicos la réplica de The Punisher, un arma de juguete que ni siquiera tenía sistema de disparo, pero también una bolsa con un par de botines y ropa deportiva y una mochila con más botines y más ropa deportiva y estuvo cuando otros miembros de la PFA trasladaron a las 19.40 a Julián y Joaquín al Centro de Admisión y Derivación. Y, después de todo eso, se quedó un rato más.
A pesar de quedarse nueve horas en la escena del crimen, mirar el auto de los chicos por fuera y por dentro y conversar con los policías porteños y federales, la abogada Andraca, miembro de la división que asesora a los uniformados que, por su accionar, terminan investigados en causas penales, no advirtió a sus superiores sobre irregularidades en el operativo que terminó con la vida de Lucas. De hecho, aquel 17 de noviembre, Julián, Joaquín y Niven pasaron la noche detenidos y los policías Isassi, López y Nieva, libres.
Para la abogada Andraca podrían ser días decisivos.
Para otros policías aún no acusados formalmente, también.
¿Hace falta para mostrar la mediocridad de una burocrta judicial? Este tipo de torpezas ocurren a menudo en todos los ambitos. Si existiera juicio por "mala praxis" de los abogados, hoy los padrones de profesionales en la abogacía serían mas reducidos. El "hablar de corrido" y con terminología abogadil no implica ni intelgiencia y mucho menos DISCERNIMIENTO, de tenerlo mas de uno no se involucraría negativamente, tal como lo hizo esta abogada. Es torpe y punto. "Nadie puede alegar en su defensa su propia torpeza" ¡Que se haga cargo de SU conducta la abogada!