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El animismo

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BASE DEL ESPIRITISMO
BASE DEL ESPIRITISMO

Una de las fantasías más primord

 

    Una de las fantasías más primordiales que ha producido el hombre ha sido la animación de las cosas inertes o de apariencia estática. Es como si la mente humana se saliera de su confinamiento en la bóveda craneal para bañarlo todo de espíritus.

    Cual entes surgidos de los sueños fantásticos, liberados, vagabundos, hacedores de cosas unos, destructores otros, los espíritus poblaron todo el entorno del primitivo homínido y ofrecieron una explicación ilusoria de muchos fenómenos que aquel ser ignorante no podía entender en sus causas.

    Auque es necesario distinguir entre animismo y “animatismo”, ambos fenómenos antrópicos fueron generados por la capacidad de fantasear.

    La doctrina del animatismo dice que ciertos objetos o fenómenos que consideraríamos inanimados, son capaces de realizar acciones y movimientos sensibles.

    Según los antropólogos Ralph L. Beals y Harry Hoijer, en su libro Introducción a la antropología (Madrid, Aguilar, págs. 569/70): el animatismo parece que nunca da origen a sentimientos religiosos ni inspira el culto de los objetos que se dicen estar animados.
    Por ejemplo, un primitivo que cree que un árbol puede matar a un hombre dejando caer sobre él una de sus ramas, no por ello venera a los árboles, ni cree que contengan un espíritu al que es menester rendir culto. Simplemente eludirá los árboles.
    Por otra parte, los indios de California, por ejemplo, podían esquivar cierta charca debido a la creencia de que estaba habitada por un espíritu maligno que los arrastrará a su fondo para ahogarlos, y pueden además intentar propiciar tal espíritu mediante ofrendas.
    La variedad de seres sobrenaturales que ha creado la rica imaginación humana es tan vasta que representa un desafío su enumeración y clasificación.
    Pueden residir en árboles, lagos, ríos, montañas; en artefactos como armas, casas, embarcaciones, etc. Pueden ser benéficos, malignos o neutros; actuar como guardianes o representar lo terrorífico.
    Existe al mismo tiempo otra categoría de seres sobrenaturales para el hombre con mentalidad primitiva que comprende las almas de los muertos. Son los espectros que aunque liberados de los cuerpos por la muerte, se interesan por los quehaceres de los vivos y pueden “convivir” con ellos.
    Según la definición dada por el gran antropólogo inglés del siglo XIX, Sir Edward Burnet Tylor (1832-1917), el animismo consiste en la creencia en seres espirituales.
    Su denominación es bien heterogénea, a saber: almas, fantasmas, trasgos, poltergeists, genios, gnomos, espíritus, duendes, silfos, duendecillos, hadas, brujas, demonios, dioses.
    Su naturaleza es etérea, son seres sin carne, huesos ni sangre, seres inmateriales pero suficientemente reales para quienes creen en ellos. Dada su naturaleza espiritual, no se hallan sometidos a las leyes naturales. Carecen de límites inherentes a la materia, al tiempo y al espacio porque, son sobrenaturales.
    ¿Cuándo y por qué surgió en la mente humana todo este mundo misterioso poblado de entes sin carne, huesos, ni sangre?
Tylor supuso que surgió en el Paleolítico, o tal vez en los tiempos eolíticos (según una antigua clasificación) y creyó que la causa de su nacimiento fueron los fenómenos del sueño. Efectivamente, “…en los sueños trascendemos la realidad. Nos remontamos a las grandes alturas del placer; experimentamos horribles acontecimientos; revivimos el pasado y nos anticipamos al futuro; visitamos lugares en los que estuvimos alguna vez, y aquéllos en los que nunca se posaron nuestros pies; conversamos con los muertos y desaparecidos o con los vivientes que se hallan lejos de nosotros. Ni el tiempo ni el espacio, ni ningún género de obstáculos corporales ponen límite a nuestros sueños.
    “Sin embargo, el cuerpo no abandona el lugar donde yace. Nos despertamos en el mismo lugar.”
    “El hombre primitivo reflexionó y llegó entonces a la conclusión de que el ser humano constaba de dos partes: el propio cuerpo, o carne mortal, y su alter ego espiritual, el alma. El concepto de alma es la raíz del animismo. Es un concepto universal” (Según A. Adamson Hoebel, El hombre en el mundo primitivo, Barcelona, Omega, 1961, págs. 574 y 575). (Cito a un antropólogo algo antiguo para nuestros días, porque este estudioso pudo contactar con pueblos primitivos todavía “en su propia salsa”).
    No obstante las ideas de Tylor más atrás señaladas, que parecen ser tan acertadas, suponen una transmisión oral proveniente de algún sujeto que interpretó los sueños como algo propio de un mundo espiritual, o como un mecanismo que se repitió universalmente, en todo clan, en toda tribu, ya que la creencia en los espíritus se encuentra extendida a todas partes del globo. No obstante mi respuesta al interrogante es distinta. Se funda en la biología y más profundamente en el “mecanismo” del ADN (ácido desoxirribonucleico) o plan genético. Esta estructura contiene preparado adecuadamente al futuro ser destinado a nacer con su organización somática y psíquica que, a la postre deben ser consideradas ambas como somáticas, ya que, el psiquismo es una manifestación física de la estructura neuronal del cerebro. (Esta es al menos mi teoría).
    Esta estructura cerebral planificada por mutación genética y por necesidad existencial a lo largo de la evolución de la rama de los homínidos, se halla preparada para fantasear. Una vez desarrollada la trama cerebral a lo largo de la formación del embrión humano, queda disponible para crear todo un mundo ficticio, incluidos los sueños de los que puede surgir en parte la popular idea de espíritu errante. ¿Por qué nace con el hombre el mundo de los espíritus? La idea primordial de espíritu o de lo espiritual, a mi juicio, sale prestada de la idea que el primitivo poseía sobre el aire y el fuego. Para él estas cosas eran inmateriales, de modo que aquí nace la idea de espíritu.
    Luego, el temor a lo siniestro, a los embates de la vida, a la enfermedad, al accidente y la muerte, hacen que el mecanismo fantasioso se ponga en marcha creando seres protectores fabulosos que acompañan al hombre en su tránsito por la vida.
    De paso queda así explicado miticamente el mundo, la vida, la existencia del hombre sobre la Tierra y sus vicisitudes. (Véase mi obra: El origen de las creencias, Editorial Claridad, Buenos Aires, 1994, donde expongo en mayor extensión este tema).
    La riqueza en formas de los seres fabulosos y fábulas creadas por la rica imaginación humana, es realmente fabulosa (valga el juego de palabras). Veamos si no las montañas de libros existentes sobre mitos, fábulas, leyendas, religiones antiguas, el politeísmo griego, maya, azteca, preincaico, egipcio, etc. Temas que aprovechan los pseudocientíficos con fines de obtener pingües ganancias con sus libritos llenos de sorpresas para aquellos que no se hallan familiarizados con las historias antiguas de los pueblos.
    El razonamiento natural en los pueblos primitivos carentes de ciencia, es simple: si el hombre es castigado por el mundo, trata de evadirse de él y busca protección en los espíritus creados por su fantasía. Si bien no todos los seres sobrenaturales son protectores y benévolos, al menos explican los hechos nefastos y se los puede dominar mediante las invocaciones a espíritus más poderosos que ellos, o aplacarlos utilizando las oraciones y todo tipo de rituales.
    El poderoso espíritu de la montaña que vomita fuego (volcán) puede ser aplacado en su ira para que cese la catástrofe, lo mismo el que habita sobre la superficie de la tierra que tiembla, o el que se halla a merced de un huracán que azota y causa la muerte.
    Esta huida del tenebroso, traicionero y peligroso mundo natural mediante la creación mental de otro mundo domeñable, mejor conocido aunque sea solo ilusoriamente, salvó al hombre de su extinción por suicidio, víctima del terror.
Las hordas con ciertas luces intelectuales y conciencia del peligro en cierne, viendo la cara de la muerte por doquier, desprovistas de un escape mental fantástico, se hubiesen suicidado en masa.
    Este mundo fabuloso de los tiempos primigenios, aún ronda hoy día entre los hombres de pocos conocimientos, con mayor o menor intensidad según el grado de cultura o según la fuerte o débil predisposición individual hacia la superstición, y este detalle es clave en favor de la horda de charlatanes que inventan soluciones mágicas para el drama humano volcadas en libritos que llenan estantes enteros en las librerías del ramo y en los quioscos, alejando a la gente de las Ciencias donde se hallan las claves auténticas para evadirse del mundo tenebroso que “nos acecha”, o sume en el ámbito del espiritismo buscando vanamente escapes a la realidad apelando a la ayuda de los muertos.
    Las pseudociencias del presente, continúan escarbando en el pasado lleno de supersticiones y falsos conceptos sobre el mundo y la vida, reflotando ideas perimidas de otros tiempos, para embaucar a los incautos que gastan dinero en revistas y libritos que nada tienen que ver con realidad alguna, dinerillo que sumado puede convertirse en plata que más bien debiera ser destinada a los pobres y enfermos, castigados por la vida.

 

Ladislao Vadas

 

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