Nunca vimos tantos católicos juntos y angustiados, luchando por el futuro de los niños argentinos. Ni cuando denunciamos la situación desesperante de la Trata de Bebés, ni cuando mostramos cómo el actual Papa construyó un manual para curas pedófilos.
En los portales católicos se traslucía a pesar del disimulo, los efectos del fanatismo, con frases y acciones desprolijas, callejeras y antaño consideradas pecaminosas, tales como:
Un grupo de sacerdotes cordobeses, a favor del matri puti-monio, emitieron un documento que dice: “Jesús jamás condenó la homosexualidad y los legisladores pueden actuar distinto a lo que propone la jerarquía eclesial”.
Los curas a los que se refieren pertenecen al movimiento tercermundista “Enrique Angelelli”.
Finalmente, el padre Nicolás Alessio, a cargo de la parroquia de San Cayetano de barrio Altamira, Córdoba, por decir: “El punto clave está en que consideran a la homosexualidad como una enfermedad, y no como una manera diversa de relacionarse” le pidieron retractarse públicamente, como se negó, le quitaron los hábitos.
Con un durísimo comunicado el arzobispo de Córdoba, Carlos Ñáñez le prohibió al sacerdote Nicolás Alessio “el ejercicio público del ministerio sacerdotal”.
A horas de la discusión de la ley por parte del Congreso de
Julio César Ruiz
Fundación Adoptar