La vertiginosidad de la política nacional alcanza tal magnitud que a poco más de un año de la derrota electoral del oficialismo, el juego “pinguino o pinguina” para la candidatura del 2011 recobró vigencia, un poco por mérito del matrimonio presidencial y otro poco, por incapacidad de la oposición.

“Cristina está midiendo más que Néstor en intención de voto, no imagen positiva”, admite un funcionario nacional al argumentar los por qué, miembros del gabinete nacional como Aníbal Fernández o legisladores como Agustín Rossi, salen a respaldar la posibilidad de que la presidenta vaya por su reelección.

Incluso, los relevamientos y muestreos que llegan a la residencia de Olivos reflejan otra sorpresa: la preferencia sobre Cristina Fernández respecto de su esposo, es porque la ven “mucho menos confrontativa”. Cuando durante su gestión se produjeron los principales picos de confrontación como con el campo con la resolución 125, con Estados Unidos por el caso de la valija de Antonini Wilson, por las jubilaciones con el traspaso de los fondos de las AFJP a la Anses, con la ley de medios y con el matrimonio homosexual, por citar algunos casos.

Está claro, dicen en los pasillos de la Casa Rosada, que la imagen de Kirchner y su retórica son más provocadoras que los de la Jefa de Estado.

Sin embargo, en uno de los tantos actos en el conurbano bonaerense la Presidenta recibió un mensaje de Kirchner, que se encontraba en el exterior. El santacruceño llamó al intendente local —que hizo de mensajero— para que le dijera al oído a Cristina Fernández qué temas remarcar durante su discurso, que desarrolló minutos después. Y así lo hizo.

Pero si se tuvieran que definir hoy las candidaturas, ningún funcionario y legislador duda que será “él o ella”.

El mismo efecto parece registrarse en la provincia de Buenos Aires, donde las mismas encuestadoras indicaron un crecimiento de Daniel Scioli y un retroceso de Francisco de Narváez, dicen desde La Plata. No obstante, quien sí admiten creció mucho en el principal distrito del país es Ricardo Alfonsín, en intención de voto para presidente y para gobernador. De todos modos, los guarismos seguro se acomodarán una vez se definan los postulantes bonaerenses.

Lo mismo ocurrirá a nivel nacional, aunque el gobierno “se da el lujo”, sostiene un kirchnerista “de no hacer declaraciones políticas y sólo presenciar las peleas en la oposición”.

Porque además de la ruptura de Elisa Carrió con radicales y socialistas, la semana transcurrió con la disputa de poder entre Mauricio Macri y las principales cartas del Peronismo Federal como Eduardo Duhalde y Felipe Solá.

“Mauricio será candidato a presidente o no será nada”, sentencian cerca del jefe de gobierno porteño, al admitir que pese a los dichos de Duhalde, Macri no buscará su reelección en la Ciudad, y que esa disputa está reducida a Gabriela Michetti, que lleva ventaja si las elecciones porteñas van desdobladas de la Ciudad, y Horacio Rodríguez Larreta, en caso que se unifiquen y Macri sea candidato.

De todas maneras, en el Ejecutivo de la Ciudad admiten, desde el anonimato, que “no fue acertado” el cruce de declaraciones de Macri con el Peronismo Federal. “Macri tiene que demostrar que, además de la gestión en la Ciudad, puede conducir un país, ser líder, no confrontar con Duhalde o Solá”, sumó un funcionario porteño.

Según dicen, la teoría de que el proyecto Macri 2011 se debe construir con la gestión únicamente, “murió”. Ahora debe mostrar algo más, susurran.

De lo que no hay duda es que tanto el macrismo como el peronismo disidente se necesitan. Siempre y cuando pretendan convertirse en una alternativa al kirchnerismo en el 2011. 

Walter Schmidt
DyN