La pérdida de influencia de la Argentina en el conjunto de América Latina, opacada por la espectacular emergencia de Brasil y la demostrada estabilidad democrática de Chile, ha quedado una vez más de manifiesto al anunciar el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que su próximo viaje a Sudamérica incluirá escalas en Brasilia y en Santiago, pero no en Buenos Aires. Formalmente, la diplomacia argentina y la propia Casa Rosada se han mostrado indiferentes, recalcando que las relaciones entre los dos países son satisfactorias, pero documentos anteriores revelados por Wikileaks muestran que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ha mostrado reiteradamente su disgusto por sentirse postergada por Washington y muy en especial por no haber logrado un trato diferenciado por parte del presidente Obama.
De hecho, el presidente estadounidense se ha limitado hasta ahora a mantener un corto encuentro con su colega argentina, con motivo de una cumbre multilateral, y no ha ocultado sus simpatías por otros países latinoamericanos como Brasil, Colombia, Chile o Perú, que ha citado en algunas ocasiones, al igual que su interés por Centroamérica y en especial por México, Panamá o El Salvador, que incluirá en esta gira. "El viaje brindará una oportunidad para resaltar el compromiso del presidente con los líderes clave del continente", explicó, para mayor disgusto argentino, el portavoz de la Casa Blanca.
Las relaciones entre la Argentina y Estados Unidos no son, sin embargo, malas, sino funcionalmente satisfactorias, según ambas partes, aunque experimentaron un cierto enfriamiento a raíz del nombramiento de Arturo Valenzuela como secretario de Estado adjunto para Asuntos de América Latina. Valenzuela, de origen chileno, ha visitado en dos ocasiones Buenos Aires, pero nunca ha conseguido ser recibido por la presidenta Cristina Fernández.
En su primera visita, diciembre de 2009, el secretario de Estado adjunto hizo algunos comentarios sobre quejas de empresarios norteamericanos por la falta de estabilidad jurídica en la Argentina, lo que provocó una protesta formal del canciller sudamericano. Por su parte, Valenzuela, según un telegrama confidencial enviado por su Embajada a Washington, hizo llegar su "decepción" por la imposibilidad de llevar a su país un "mensaje directo" de la presidenta. La segunda visita, el pasado día 11 de enero, se desarrolló con muy poca publicidad y Valenzuela se limitó a subrayar en un comunicado oficial que valoraba el papel de Argentina en Unasur (Unión de Naciones Sudamericanas) y en la cooperación regional.
El papel internacional de Argentina viene siendo opacado en los últimos años por el formidable crecimiento de Brasil, el socio ambicionado en América Latina por la mayoría de las grandes potencias, desde el propio Estados Unidos a China, pasando por Rusia o la Unión Europea. Aun así, se suponía que en esta ocasión Estados Unidos podría tener en cuenta que la Argentina es miembro del G-20 y que preside actualmente en la ONU el llamado grupo de los 77 más China. El hecho de que Obama no considere necesario pasar por Buenos Aires indica que no existe una agenda importante que debatir entre las dos administraciones.
Soledad Gallego Díaz
(Especial para El País, España)