"Tenemos que ser amplios", les avisó Cristina Kirchner a los peronistas de distinta cepa del Consejo del PJ al reunirlos en la residencia de Olivos a fin de año. Era un adelanto de la pelea por las listas colectoras en la estratégica Buenos Aires que ya había pergeñado su marido antes de morir.

En medio de un largo discurso de balance, la jefa de Estado pidió hacerles lugar a "muchos otros sectores, movimientos sociales y organizaciones políticas que no forman parte de la institucionalidad del justicialismo pero están absolutamente identificados con este modelo nacional y popular".

En aquel momento muchos pasaron por alto el mensaje que daba de lleno en las humanidades de Daniel Scioli, Martín Sabbatella y los intendentes. En ese mismo discurso, Cristina dio por primera vez señales claras de querer buscar su reelección.

Ahora, con ambas cuestiones bastante más claras, la bomba detonó. Antes de su muerte Kirchner les había dicho a un nutrido grupo de intendentes que hicieran un esfuerzo para "resignar un concejal" en favor del proyecto nacional. También había instruido al apoderado del PJ, Jorge Landau a que, como él dice ahora, le buscara revestimiento jurídico a una decisión política.

Previamente, el ex presidente había recibido a Sabbatella en Olivos. El ex intendente de Morón le había transmitido su voluntad de ser candidato a gobernador y acompañar a él o a Cristina en la boleta nacional.

A Kirchner le gustó la idea de sumar por izquierda en una provincia donde los cultores puros del modelo no se ven representados por Scioli, especialmente en aspectos centrales en el año electoral como la política de seguridad.

Los kirchneristas de paladar negro ahora hacen una cuenta sencilla. Dicen que en la última elección Sabbatella sacó el 5% de los votos y que en la próxima podría llegar a 10%.

Convertido, serían cerca de un millón de votos, mucho más que los electores totales de la mayoría de las provincias.

El esquema transversal empalma con el sello cristinista de Gobierno, en el que se abrieron cupos para jóvenes con más ideales revolucionarios que doctrina peronista y donde prevalecen los aportes de Carlos Zannini, Juan Manuel Abal Medina, Horacio Verbitsky y hasta Nilda Garré.

El arribo de Juan José Mussi desde la Intendencia de Berazategui a la Secretaría de Ambiente debe entenderse más bien como una excepción que confirma la regla.

¿Qué pasará con Scioli? Cerca de la Presidenta aseguran que llegará la semana próxima de Europa y recompondrá los tantos, pero que a la larga deberá aceptar el nuevo esquema que está más vinculado a la ley electoral nacional que a la provincial y establece que dos candidatos de distintas expresiones políticas puedan llevar a un mismo candidato presidencial.

Así las cosas, no sólo en Buenos Aires aparecerán colectoras, sino que también podría haberlas, por ejemplo, en Santiago del Estero y Misiones, donde los peronistas quieren un candidato propio que compita con los gobernadores no justicialistas Gerardo Zamora y Maurice Closs. En ambos casos, las distintas expresiones K no pasarían por la primaria del 14 de agosto.

Para paliar los daños, algunos intendentes bonaerense ya buscan modificar la ley de internas con el fin de recortar los espacios de opositores dentro del PJ en las listas, mientras que en la Gobernación se contempla un esquema con colectoras destinado a contener a intendentes vecinalistas que quieren acompañar a Scioli y a los candidatos del PJ en esos distritos.

Macri-Duhalde

Mientras Cristina abre el juego y deja heridos, Mauricio Macri busca sumar a viejos relegados del peronismo K para fortalecer su frágil estructura nacional. El acuerdo con Duhalde que contempla esa combinación está prácticamente cerrado.

En las charlas que los coordinadores de campaña de Duhalde y Macri, Carlos Brown y Emilio Monzó, vienen llevando adelante quedó establecido que el ex presidente buscará ganar la interna "por cuotas" del Peronismo Federal que comienza el 3 de abril para después avanzar en un frente común.

Ese bosquejo tiene obstáculos. Si bien el macrismo está convencido de que el ganador será Duhalde, los contendientes de éste, Mario Das Neves y Alberto Rodríguez Saá, no aceptan esa alianza electoral y podrían pegar el portazo.

Por lo pronto, el macrismo contempla solo la posibilidad de llegar a un acuerdo programático con Felipe Solá, el cuarto mosquetero del PF, que ya dijo que espera al ganador de la interna anticipada en la primaria del 14 de agosto.

A esa elección que dirimirá el candidato de un frente pro-peronista pueden ir Duhalde, Solá y Macri, aunque cerca del jefe de Gobierno confían en que el ex presidente dará un paso al costado si ve que las encuestas no le sonríen.

Mientras tanto Monzó y su par Humberto Schiavoni —los dos jefes de campaña de Macri provienen del peronismo— van con la ambulancia por las principales provincias del país.

Eso ocurre en Santa Fe, donde la opción de máxima es encolumnar detrás del Midachi Miguel del Sel —con números interesantes en las encuestas— a sectores del PJ que quedarían huérfanos si la primaria peronista es ganada por el candidato más kirchnerista en plaza, Agustín Rossi.

Sin embargo, la elección santafesina es en julio y Macri necesita sumar el 23 de octubre, día de los comicios generales.

Por eso la segunda opción —no excluyente con la primera— es que Del Sel sea candidato a diputado nacional. En Buenos Aires, un acuerdo con Francisco de Narváez cae de maduro, mientras que en Córdoba Macri ya cerró con el ex defensor del Pueblo Eduardo Mondino, pero no se resigna a tener un acompañamiento del oficialismo provincial en octubre. Esto pese a que José Manuel de la Sota, el seguro candidato a gobernador volvió a tener diálogo fluido con la Casa Rosada.

Gabriel Profiti
NA