No solo en su condición de Juez de la Corte Suprema de la Nación, sino, en la condición de catedrático (y el conocimiento público general de su persona) le corresponde que usted, Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni, hacer de inmediato algunas aclaraciones públicas respecto de los hechos que han tomado estado público en estos últimos días.
Usted no puede decir, tan libre de cuerpo, que "no sabía" que en seis departamentos de su propiedad, que estaban siendo administrados por una persona de su confianza (no podríamos entender que alguien de su nivel intelectual hubiera dado tantas propiedades a un desconocido) se ejercía la prostitución de manera organizada, en concreto, lupanares de mujeres que ofrecen sexo.
Por favor, no le tome el pelo a la pobre gente de nuestro pueblo que trabaja todos los días de su vida.
Usted, a que nadie le niega su conocimiento y formación (y quizá muchas actuaciones positivas) viene desbarrancando desde que se metió en la política con Aníbal Ibarra, en el “Frente Grande” (Ibarra, a la postre, otro personaje del "Club Judicial" avenido a la clase política).
Ya su persona, no su capacidad lo aclaro y lo reitero, podría brindar cierta sospecha dado que Ud. fue nombrado juez Penal de Instancia inferior, en esta Ciudad de Buenos Aires, Capital Federal, Justicia Ordinaria Nacional, durante el gobierno de facto dictatorial del ex General Jorge Videla.
Es un mal antecedente.
Estas denuncias, respecto de los prostíbulos, no es una denuncia más.Estas denuncias guardan un fuerte cuestionamiento de orden ético. Pero, también, guarda cierta relación con el sostenimiento público (y académico) de posturas extremas en materia de interpretación de la Ley Penal, me refiero al mentado “abolicionismo”. No es menor este tema, atento los extremos que este modo de pensar puede llevar a inducir al lector, una o unas conductas en dicho orden, en relación a la “no punición”, un mundo sin cárcel, un mundo sin Ley Penal, un “mundo ideal”.
Revisé en el escaparate de mi biblioteca, para confirmarlo, y comprobé que, además, Ud. hizo publicaciones en el año 1979 y 1980, oscuros años de tortura, muerte y desaparición...
¡Usted nunca sufrió censura!
Recuerdo, más precisamente, que en dicho año 1979 se hizo una razzia de publicaciones muy estricta sobre textos escolares. ¡Se prohibieron hasta libros de inglés por solo contener una foto de Karl Marx en esos años de plomo!
Sin embargo, esta publicación suya que se encuentra en mi poder, expone sobre el Derecho Penal Soviético, entre otros tópicos, y no sufrió impugnación alguna.
Desde ese momento, ha dicho Ud., que "perfecciona" una supuesta (y mentida) idea superadora del Derecho Penal, el "abolicionismo" por la cual, no con pocos argumentos, se habla "pestes" de la pena criminal, del llamado "sistema" (que Ud. integra o integró desde hace 35 años) y de las cárceles.
Todo esto ocurre en un mundo donde esto, y me refiero a “este discurso”, no es cierto, no es el tema de discusión actual.
No encontramos muchos “abolicionistas” a nivel global, y menos encontramos países en donde dos jueces de máximo Tribunal sean tan fervientes defensores de la referida “teoría”.
En el segundo caso, me refiero a la Dra. Carmen Argibay.
El tal “abolicionismo”, en concreto, resulta una dialéctica; un relato que no solo existe solamente en los apuntes de las universidades y en la elucubraciones teóricas de quienes lo profesan. Con las salvedades antes acotadas, en nuestra República Argentina, tenemos demasiados magistrados y fiscales adeptos a la misma. Esto no es inocuo, produce efectos.
Los efectos que este modo de pensar producen consecuencias, las tenemos entre los temas de los diarios todos los días. Dichos efectos se traducen en sorprendentes excarcelaciones, morigeraciones y salidas de todo tipo, por las cuales vemos que las penas terminan siendo un enjuague constante.
Ha saltado la ficha. Han traspasado la línea de lo técnico penal, para introducirse en el peligroso y resbaloso sendero de la ideología, en consonancia con los aires políticos locales.
Lo jurídico... ¿o lo político?
Desde lo político, entiendo que este modo tan singular de pensar guarda cierta concatenación con la denominada “construcción del relato”, cuento local del neo - marxismo periférico gramsciano, tan de modo últimamente.
Inexistente o no actual en Alemania, Francia, Inglaterra, etc., en estos países de avanzada (no periferia como mostraros) solo se está hablando de profundizar la objetividad del delito, a través de la pena, y no de extraños aspectos "psicologísticos" de la misma. Al menos, amén de nocivo, el “abolicionismo” ya por de pronto resulta, antiguo.
El “abolicionismo” quiere, en alguna medida, y producto de un mundo equivocado, reingresarnos a un mundo como el de los años ´60 y ´70. Un mundo sostenido por una intelectualidad izquierdista seguidora de Foucault, y otros justificadores de la violencia de la guerrilla urbana (como Deleuze) lecturas que ya han sido abandonada en un mundo que gira hacia otros rumbos de paz.
Hoy, en nuestras universidades, se enseña lo antiguo (el Che Guevara, la guerrilla, las bondades de Cuba y Moscú, y claro, el “abolicionismo”).
Todo esto ocurre mientras la mayoría del mundo civilizado (el 95% de los países) promueven el esfuerzo y la virtud como superación humana, y no el delito, la sublevación, la delación, el homicidio...
¡Hasta hemos visto a un Ministro de Educación introducir el “piquete” como tema de difusión escolar! (otro mecanismo de demolición cultural-local, en misma línea ideológica)
¿Ud. no cree, Dr. Zaffaroni, que el homicidio debe ser penado? ¿Las violaciones? ¿Los secuestros?
¿O, al respecto de los mismos, también se declara "abolicionista"?
Lamentablemente, no hemos encontrado ni una sola línea alternativa, que nos proponga la llamada “teoría abolicionista” que le hemos escuchado a los Dres. Zaffaroni y Elías Newman (y muchos otros magistrados a lo largo y ancho del país lamentablemente)... Desde dichas cátedras del pensamiento jurídico se nos pregona todo lo malo que es el sistema penal, pero, sugestivamente, no nos dan la alternativa al mismo.
Mientras se comen la mente de los jóvenes, en las universidades, se les enseña que el derecho penal es "inútil"....
¿Qué quiere Ud., Dr. Zaffaroni? ¿Que abramos las cárceles? ¿La anarquía es una alternativa?
¿Lo “igualitario” se encuentra trazado dentro del camino del “vale todo”, de lo intrépido de la permisión sin pena?
Necesitamos saberlo, dado que necesitamos saber en qué país vivimos, y en qué país vivirán nuestros hijos cuando nosotros no estemos, qué chance tienen de sufrir afectación de sus derechos básicos que hoy, ya vemos avasallados por las muertes, robos, violaciones y secuestros...
La base de la responsabilidad no está en otro lado que en las consecuencias de los que se propugna y de lo que se hace.
Dígalo, claramente, si esto es lo que se propone... ya no hay más lugar para la mentira o las excusaciones genéricas, como tampoco hay lugar para posiciones o aventuras de las que luego nos arrepintamos durante décadas y generaciones.
Esto de la propugnación de la desincriminación masiva de la "Apertura de Celda para Todos” ya lo vivimos el 25 de mayo de 1973, quizá un día crucial en la tragedia de los años ´70, que, seguramente Ud. debe recordar, atento su edad. En esos años trágicos también se hablaba de las supuestas "injusticias".
Por último, no puedo dejar de resaltar, Dr. Zaffaroni, que el montar una organización para lucrar con la oferta (y práctica) de sexo por parte de terceras personas es un delito... a todas luces.
Estamos viviendo una época muy lamentable, en donde las noticias de un juez del Máximo Tribunal involucrado directa o indirectamente en tamañas cuestiones como la prostitución organizada deben hacer reflexionar en dónde estamos, y a dónde vamos.
¿Queremos volver a los años ´70, los años de la tragedia?
Le aseguro que, siendo una persona de “a pié”, con los oídos en la palabra del pueblo bueno, del pueblo llano, la inmensa mayoría de los argentinos no quieren (no queremos) ni “aquello”, ni lo que muchos propugnan hoy. Ya, adiós gracias superado, en un contexto político menos volátil y explosivo que el de aquel momento.
Los argentinos estamos más cerca de querer vivir en una República, que vivir en el libertinaje, la prepotencia y un "revival" patético de una era ya perimida.
Y la República necesita, y no le quepan dudas, ejemplos.
José Terenzio