Buscadas o no, Cristina Kirchner acaba de protagonizar dos postales posibles de "lo que vendrá" después de la elección del domingo, para la que se perfila como clara ganadora.
El reciente y contundente respaldo presidencial al secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno, flamante imputado en una causa por agresiones a un militante del macrismo (con filmación y todo), fue leído en el oficialismo como un síntoma inequívoco de que el polémico funcionario, cuyo estilo rústico y pendenciero ha dejado anécdotas increíbles en el mundo empresarial, tiene asegurada la continuidad en el gabinete nacional.
"Es un hombre honesto que cumple sus funciones", dijo de él la Presidenta delante de un auditorio de hombres del campo que, justamente, se han pasado los últimos años demonizando la figura de Moreno a raíz de sus medidas tendientes a profundizar la intervención estatal en el mercado de granos y a regular las exportaciones cerealeras.
En verdad, nunca hubo un debate sobre la honestidad o no del funcionario sino sobre su estilo de arrabal y sus resoluciones de gestión que, evidentemente, siempre han sido tomadas con el aval previo de la Presidenta. Lo dicho: aquel respaldo a Moreno sirvió para que se propagara la idea de que el hombre seguirá estando junto a Cristina en su casi seguro segundo mandato.
Es más: se lo menciona a Moreno como futuro titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), sillón que dejaría vacante Gabriel Mariotto para desembarcar como vicegobernador de la provincia de Buenos Aires desde diciembre.
El compañero de fórmula de Daniel Scioli no descartó la idea de ser sucedido por Moreno y abundó en elogios hacia él. "Hay lugares del país donde lo aman", dijo Mariotto, aunque no aclaró exactamente dónde se dieron las manifestaciones de amor hacia el secretario de Comercio. Como sea, si el dato se confirma, hablará muy a las claras de cómo piensa manejar la Presidenta la relación con los medios de comunicación durante los próximos cuatro años.
Trascendió en las últimas horas, a través de una publicación especializada en negocios, un dato sobre Moreno que ya está en el escritorio del gobernador Scioli. Tiene que ver con el Mercado Central de Buenos Aires, un espacio del que participan la Provincia, la Capital y la Nación y que es un coto controlado por el secretario en su afán de moldear los precios de los productos alimenticios.
Según el Tribunal de Cuentas de la Provincia, el MCBA pierde millones de pesos todos los años —en 2009 el rojo fue de 106 millones de pesos— y uno de los motivos es el crecimiento de su estructura de empleados, que estarían ligados a diferentes estructuras del kirchnerismo.
El otro hecho fuerte de las últimas horas, que habrá que seguir de cerca porque para algunas fuentes oficiales fue un síntoma de lo que se viene, es el cruce entre Cristina y Hugo Moyano, el titular de la CGT.
Más allá de las palabras que usaron (uno advirtiendo sobre la necesidad de gestos del Gobierno hacia los trabajadores; otra respondiendo elípticamente que el camionero no está "a la altura de las circunstancias"), el cruce marca la tensión en una relación que ya está desgastada. En especial desde la muerte de Néstor Kirchner, hace casi un año.
Hubo varios episodios recientes que remarcaron esa falta de empatía —recordar el fuerte comunicado gremial cuando se detuvo al sindicalista Rubén "Pollo" Sobrero— que no reflejarían otra cosa que la decisión de Cristina de tener un segundo mandato sin el camionero al frente de la Central General del Trabajo.
La movida fogoneada por el Gobierno de reemplazar a Moyano por el albañil Gerardo Martínez se vio repentinamente arruinada cuando trascendió el nombre del líder de la UOCRA en una lista de civiles que colaboraron como informantes durante la última dictadura militar. Por supuesto que hay otros nombres que suenan como arietes del oficialismo para desplazar a Moyano y justamente ese dato indica que no ha cesado la intención de sacárselo de encima.
La Presidenta aspira a transitar cuatro años con baja conflictividad sindical. Ya ha seducido a buena parte del empresariado, sobre todo al sector industrial. No parece tener asegurada, por ahora, la certeza de que el movimiento obrero moderará sus expectativas salariales y demás reclamos sectoriales.
Para el Gobierno, cuentan fuentes kirchneristas, Moyano ha dejado de ser confiable, está cada vez más lejos de aquel estatus de aliado estratégico, inevitable, que pensó para él el fallecido Kirchner.
La dinámica de esa relación, que estará invariablemente cruzada por las causas judiciales que vienen estallando cerca de la gente que rodea al camionero, signará al menos la primera parte del eventual segundo mandato de la Presidenta.
Mariano Pérez de Eulate
NA