Nada ha cambiado, y nada cambiará en la realidad kirchnerista. El país se sacude en una corrida cambiaria, que ahora también es bancaria, que el empresariado se debate entre las restricciones a importar —una falencia de toda matriz productiva en el capitalismo dependiente y colonial, diría Enrique Cardoso, “el modelo” dirían los Kirchner— las absurdas medidas restrictivas tanto de patota Moreno como de Ricardo Echegaray, capo de
Nada ha cambiado, y nada cambiará en la realidad kirchnerista. Esto puede afirmarse con una gran seguridad y tranquilidad de no equivocarse, permitiéndose la conjetura, la cual se va verificando con un alto nivel de acierto. Así fueron las previsibles “batallas” contra el campo, luego las batallas “contra los compradores de dólares” y la actual, que será larga y aguerrida, contra la clase media, la batalla mayor de 2012. Así lo anticipaba Tribuna de Periodistas hace unos diez días.
Los bienpensantes que crean que las medidas contra los “enemigos” compradores de dólares, —me refiero al tándem Boudou-Echegaray-De Vido, son tendientes a revertir los desaguisados económicos de los últimos ocho años y medio, están muy equivocados.
No hace falta hacer mención a lo bastante eficientes y fascistoides de dichas medidas, toda vez que, al parecer, vivimos en un país sin leyes, sin jueces y sin fiscales y aún, sin abogados que se alcen contra cualquier alquimia que, a esta altura, parece permitirse el gobierno (en contra de las personas comunes, los ciudadanos).
Todas, absolutamente todas las medidas que se vienen ejecutando desde el 24 de octubre hasta la fecha, no son tomadas para revertir dicha realidad, sino para reconfirmarla.
Así, la locura de impedir la compra de dólares a los minoristas bajo la violenta “bajada de sistema” que se realizó desde
Así podríamos ver el rosario del resto de las medidas que llevarían varias notas, y que en definitiva solo son golpes desesperados por mantener el statu quo actual, a costa de quien caiga en la volteada. La apuesta no puede tener otro sentido que el jugar y fugar hacia delante la continuidad, y no la rectificación de toda una economía que el simple observador ve “patas para arriba”… precios relativos destrozados, maraña de subsidios por 75 mil millones de pesos, gasto público 4 o 5 veces mayor al necesario, mercado externo desquiciado, matriz productiva de monocultivo.
En fin, una economía que es una bomba de tiempo decorada con crema por arriba.
Así, en las tertulias de Olivos, la única que falta permanentemente al convite, es la verdad; ergo, la realidad económico-social.
Se habla de candidaturas, de referencias y conducciones políticas del Frente para
Nada se habla de los tópicos económicos antes mencionados, descalabros mayúsculos, ni del 35% de pobreza existente en el área metropolitana, que sería mucho más si se toma el total país. Tampoco se habla de la evidente dolarización de la economía argentina en lo particular, y latinoamericana en general; cosa que sí se debate en Brasil y otros países cuyos gobernantes tienen los pies en la tierra. Y lo más duro de todo, que no aparecen o se recomponen figuras de la oposición; voces que adviertan estos hechos.
El debate K pasa entonces por otro lado. Pasa por la reelección 2015, pasa por los mecanismos de posicionamiento en los lugares territoriales donde aún no existe el color kirchnerista. Pasa en cómo afianzar los mecanismos ¿legales? que permitan destruir a los opositores, que ya van tomando color sindical.
En consecuencia, ninguna conjetura que arribe al puerto de la continuidad será desacertada; pero no cualquiera, sino la continuidad de lo que ni la economía, ni la situación social lo permite. Y es ahí donde la crisis, aún negada, empieza a rechinar como casco de barco en la tormenta.
¿Las restricciones cambiarias y bancarias? Son tomadas para poder seguir emitiendo dinero, y que la inflación la pague la clase media
¿El pequeño “Rodrigado” navideño disimulado? Que lo paguen las clases medias, comerciantes, pequeños comercios o talleres
¿Las restricciones a la energía eléctrica, que evidentemente comenzarán con el calor, y los problemas de destilación? Lo pagarán los consumidores, y se salvará a las generadoras eléctricas y a los exportadores de petróleo (todas firmas con sede externa).
Así es el pensamiento kirchnerista. Así, por ejemplo, está el equipo económico, jugando la coyuntura.
Durante el final de la demencial guerra que montoneros, y otros subversivos emprendieron desde la clandestinidad, comenzaron a ser demolidos por el aparato de las fuerzas armadas y se hablaba de que tal o cual “compañero” había “perdido”… no había sido detenido, asesinado, desaparecido, masacrado… no, en la terminología nefasta montonera, había “perdido”. Un término que no quedó ahí, sigue en los métodos, hoy día en los pensamientos y los fines. Ellos siguen “jugando”, la cuestión es que cuando “pierden” ahora perdemos todos. En sus experimentos, nos toca rol de juguete.
Así los otros días, los no tan jóvenes de
Conclusión
Todas las medidas y el fárrago de nuevos anuncios que se avecinan, no son tomados para encausar la economía, para bajar la inflación, ni para desandar el camino de la multiplicación de empleos públicos y/o subsidios ineficientes.
Tampoco se piensa demasiado en el costo político que una elección de medio turno pudiera acarrearle al oficialismo en 2013 —hoy muy lejana—, porque aún así, estiman los kirchneristas, que es posible “sobrevivir” a una mala elección en aquel momento.
Es evidente que todo el andamiaje de intervenciones se hace para poder seguir emitiendo a un ritmo descontrolado, para poder seguir sosteniendo un gasto público que ya superó el 35% del PIB, para poder seguir dibujando los presupuestos y desviar fondos hacia fines partidarios y propagandísticos, para seguir construyendo la torre de babel política con aliados, contratados y, en definitiva, para poder seguir conservando el sistema de poder, único proyecto real y concreto que fue de Néstor Carlos Kirchner y sigue continuado por su esposa, actual mandataria.
El único objetivo de las medidas es, para los kirchneristas, seguir con el modelo de poder y mirar para otro lado con las implicancias que puedan traer consigo, dado que han hegemonizado la totalidad de la oferta sistémica.
Desde lo económico, las consecuencias serán más que nada sociales, de hecho, son tan imprevisibles como los números públicos que hoy conseguirán lo que proyecten invertir algunos pesos en algo.
Desde lo político, habrá que ver si pueden contener el cúmulo de aliados —quienes se fugan— y qué relación hay con los gremios y dónde tributarán políticamente quienes se avizoran como la verdadera oposición.
Por último, habrá que ver qué escenario presenta la oposición de marzo en adelante, qué rol sabrá ocupar Mauricio Macri, ye la destrozada UCR.
No se habrá de descuidar que, muy probablemente, sea desde el mismo PJ desde donde surjan los reacomodamientos. Ya que los hechos sobrevinientes, por más negados que sean, se producirán en el curso del año próximo. Afirmar esto es casi inevitable, ante la inexistencia de armados políticos alternos, ese gran terror en vida de Néstor Kirchner: la existencia de otra alternativa política que no sea su propia hegemonía.
Así estamos.
José Terenzio