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Tragedia en la Patagonia

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REFLEXIONES EN TORNO A LA MASACRE DE CARMEN DE PATAGONES
REFLEXIONES EN TORNO A LA MASACRE DE CARMEN DE PATAGONES

    “Ataviados con ropa negra, luciendo uñas afiladas o collares de negro, los fantasmas del punk reviven hoy en Buenos Aires. Aunque desde afuera parecen todos iguales, no lo son.
  
Algunos se identifican con la idea original de “No future”, es decir, el nihilismo reescrito en clave posmoderna. Sin futuro, sin trabajo, criados en una sociedad corrupta y consumista, deciden identificarse con los emblemas de la muerte y la estética de los cementerios para aullar su postura. Así, unos pocos llegan al suicidio o a la otra cara de la moneda, el homicidio a mansalva. Son los más recalcitrantes.
  
(...) La pregunta es: ¿dónde está el límite entre una expresión adolescente y las ideas satánicas que pueden llevar a brotes insanos? (...) No todos los casos son iguales. Javier “Pantriste” Romero atacó cuando tenía 19 años a un compañero a la salida de la escuela porque fue “víctima de un brote psicótico”, y “no comprendía la criminalidad de lo que hacía”, según el Tribunal N° 6 de Lomas de Zamora, que ordenó internarlo en un neuropsiquiátrico. En cambio “Junior”, por ser menor, es por sí “inimputable”. En cuanto al presunto “satanismo” que practicaba el joven de Patagones, más bien se refiere a una disconformidad con las ideas cristianas que a rituales donde corría sangre”
(Noticias, edición N ° 1451 del 16 de octubre).
  
A la hora de analizar una realidad atroz como las jóvenes muertes de Carmen de Patagones, el peor recurso posible es salir a cazar a la bruja de la culpa. Y encontrar a ésta sentada en la falda de Marilyn Manson, o en los cuernos de Satán, y no en el interior de un sistema perverso donde la vida humana se vende por dos pesos. Como bien decía el sabio Salomón, que de caminar por estas calles tendría mucha tela para cortar, “el escándalo viene de antiguo”, y sucesos como el de la secundaria Malvinas Argentinas son producto de la volátil y zafadora casualidad permanente. “¿Y nadie culpó a los bolos por dañar sus mentes?”, se pregunta con ironía Michael Moore en Bowling for Columbine, al analizar esa cultura de glorificación de las armas y la muerte que provocó la tragedia del 20 de abril (día del cumpleaños de Hitler) de 1999, en la secundaria Columbine. “Es una tradición estadounidense. Estar armado es una responsabilidad. Si no estás armado, no eres responsable. ¿Quién defenderá a tus hijos? ¿La policía? ¿El gobierno?”. ¿Lo dijo Juan Carlos Blumberg en un brote psicótico,? No, lo manifestó un integrante de las ultraderechistas milicias de Michigan, mientras intentaba ajustarse en cámara un correaje ante los ojos asombrados de Moore. Aunque bien ese pensamiento puede esgrimirlo cualquier hijo de vecino de estas tierras, paralizado de miedo ante la inoperancia del oficialismo frente a la inseguridad sin control.
  
Ed Harris, uno de los matadores de la escuela citada arriba, era hijo de un piloto que combatió en la primera Guerra del Golfo, y por ende estaba familiarizado con los fierros. De conocer a Júnior, hubieran sido grandes camaradas, departiendo durante horas sobre el poder de fuego, cadencia de tiro y demás bondades de sus amadas armas.
  
“Algo anda mal en este país. Cuando un niño puede tomar un arma tan fácilmente, y disparar a la cara de otro niño como le ocurrió a mi hijo, algo anda mal”
, declara emocionado el padre de Daniel, una de las víctimas de ese horrendo 20 de abril. También se puede afirmar, sin lugar a dudas, que algo anda mal en este país. Donde un adolescente toma una 9 milímetros de su padre suboficial de Prefectura Naval, la lleva a su colegio y se pone a bajar compañeros, diciendo “hoy es un gran día”. Y el periodismo boludo, para tirar la pelota afuera, sale a culpar a la música rock, el gótico, los punks, a semejanza de los imbéciles estadounidenses que le achacaron la responsabilidad de la matanza de Columbine.......al diablo (??).   


Las razones que te devoran


  
“Cuando era niño, la música era un escape. Era lo único que no te juzgaba. Un disco no te va a gritar por vestirte de cierta forma, te va a hacer sentir mejor. (...) Los dos productos de esa tragedia fueron la violencia como entretenimiento y el control de armas. Qué bien que esas eran las cosas de las que se hablaría en las elecciones. (...) Cuando miras TV, te llenan de miedo con las noticias. Hay inundaciones, asesinatos, , SIDA. Corte comercial. Compra el Acura, usa Colgate. Si tienes mal aliento, nadie te hablará. Si tienes granos, las chicas no se acostarán contigo. Es una campaña de miedo y consumismo. Creo que ése es el punto: mantengamos a todos asustados, y consumirán. Si fuera a Columbine, no les diría nada. Escucharía lo que tienen que decir. Eso es lo que nadie hizo”, puntualiza el cuco Marilyn Manson a Moore. ¿Y en estas playas, que se observa cuando la corporación mediática inunda la pantalla con sus noticieros, del mediodía o la tarde? Lo mismo, miedo y consumismo. O últimamente, sacada por añeja la noticia de la vedette voladora, el culebrón del cirujano plástico, esposo de una ex vedette, pescado in fraganti con un travesti. ¿Se imaginan a  Enrique Santos Discépolo, de agudo e incisivo espíritu, invitado al programa de Mauro Viale o a  Indomables, para que opine de tan candente actualidad? Agarraría una silla, y les haría ver un Cambalache de estrellas. Y no es para menos.
  
Si el citado Junior tenía algún drama, o si el viejo lo molía a palos, nadie lo supo porque nadie intentó escucharlo. Por eso, ahora las lamentaciones de las autoridades educativas ruedan en el vado del sin sentido. El sabía muy bien manipular la pistola 9 milímetros reglamentaria de su viejo, también conocía donde estaba guardada y no vaciló en llevarla a clases, y disparar a algo más que latas o botellas vacías. Como los sacados de Columbine, que desataron una hecatombe de compañero para ofrecer un sacrificio humano al Fuhrer, Júnior intentó exorcizar sus propios demonios mediante un diluvio de fuego.
  
Pero ni él ni el dúo letal de Columbine, cuyos integrantes se volaron luego la cabeza, son monstruos de ningún pantano negro, ni nada que se le parezca. Pues antes de señalarlos como tales, como lo hizo gran parte de la corporación mediática (cuestión demasiado facilista), habría que ahondar en las razones de peso por las cuales les saltó la chapita. 
  
Hasta ahora, ya barrida la noticia de la secundaria Malvinas Argentinas, ni siquiera alguien intentó hacerlo con seriedad. Y este paso, es probable que se haga nunca.

 

 Fernando Paolella

 

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