El miércoles 7 de diciembre el ajetreo burocrático de los encargados de protocolo de Presidencia de la Nación estaba a full. Se ultimaban los detalles para la jura Presidencial, de los Ministros y Secretarios de Estado y en la confección de las nóminas de los invitados preferenciales —aquellos familiares de los gobernantes asumientes que quisieran estar en la jura— figuraba la esposa del jefe de la Sedronar (Secretaría de Lucha contra las Drogas), José Ramón “Bochi” Granero.
O sea: la confirmación de la continuidad de Granero en su cargo estaba confirmada hasta ese momento.
Pero a última hora vino la sorpresa inexplicable para el entonces Secretario de Estado. Oscar Parrilli, secretario General de Presidencia de la Nación, se comunicó con Granero para informarle que no era ratificado en el cargo, que debía entregar sus celulares y demás pertenencias que son parte del Estado.
No se sabe si Granero pidió explicaciones por la ambigua situación producida. Ya estaba listo para la jura y de pronto le comunicaron el despido.
Nadie informó públicamente el porqué de la decisión, pero el propio Granero le dijo a sus allegados: “No renuncié, me echaron antes de reasumir”.
El mismo Granero recordó que Aníbal Fernández habría dicho pocos días antes de abandonar la Jefatura de Gabinete, que antes de mudarse al Senado “se iba a cargar con tres funcionarios que lo jodieron”. No se dijo quiénes eran los otros dos, pero que el tercero era el propio titular de la Sedronar ya no cabían dudas.
La ex fiscal Mónica Cuñarro lo reemplazaría en el cargo, y ahí quedó en claro la lógica de las matemáticas: dos más dos son cuatro.
Una de las archienemigas de Granero en muchos aspectos de su gestión lo reemplazaría. Pero al parecer no fue Aníbal Fernández quien la promovió, pues los vínculos entre Cuñarro y Fernández —que antaño eran excelentes y compatibles—, se habían enfriado a tal punto que el ahora Senador dijo sentirse traicionado por la elegida jefa de la Sedronar.
Políticas inherentes a una cuestión central, como es la despenalización de ciertos narcóticos, está en juego desde hace años en la cumbre del gobierno.
Cuñarro y Fernández batallaron mil veces por el tema actuando al unísono, mientras Granero se negaba a cualquier situación que significara la vía libre al consumo y/o producción de marihuana. En los últimos tiempos la relación entre Cuñarro y Fernández también se enfrió, se hablaba de traiciones mutuas y otras menudencias.
Aunque la Presidenta Cristina Kirchner jamás lo recibió en sus cuatro primeros años de gestión, ni se tiene conocimiento de otros contactos de Granero con la cúpula kirchnerista, parecía que el mayor aval que tenía, era tanto los delegados de la oficina antidrogas norteamericana (DEA) como en general todos los ámbitos de la Embajada de Estados Unidos.
¿Fue el nuevo jefe de Gabinete, Abal Medina, quien decidió su expulsión del kircherismo? Parece que sí, incluso se comenta en ámbitos oficiales que La Cámpora quería desligarse de Granero y poner en su lugar una funcionaria que simpatizara más con la juventud camporista.
Néstor Kirchner fue siempre quien avaló al propio Granero, no solo al frente de la insípida institución, sino también del estratégico “Registro Nacional de Precursores Químicos”, una oficina que monitoreó (debería hacerlo), la fabricación y comercialización de todo producto químico que pueda servir para elaborar drogas ilícitas.
Hace poco Granero jugó todas sus fichas en un entuerto contra el poderoso Jefe de Gabinete cuando dijo al diario El Tribuno de Salta: “Aníbal Fernández le miente a la presidente cuando dice que en la Argentina no hay muertes por sobredosis”.
En privado, Granero iba más a fondo al vincular al ex jefe de gabinete con maniobras de narcopolicías en Salta.
Esa vez hubo paños fríos, llamados telefónicos para que bajara el tono de las asperezas y el episodio quedó en el olvido público.
Pero no se sabe si solo fue presión de Fernández, o si Abal Medina tomó la decisión final para malquistar al gobierno norteamericano y sacarle el único aliado que tenía la administración de Obama en el kirchnerismo.
“Si el negrito Obama nos dice para que paguemos la deuda externa algo así como… ‘poniendo estaba la gansa’” (alegórica expresión que todos entienden), entonces el kirchnerismo echando a Granero y colocando en su lugar a Mónica Cuñarro es como que le responde: ‘Se viene el Plan Marihuana para todos’”, dice un conocedor del tema desde Casa de Gobierno.
Es posible que Granero reciba un premio consuelo, una embajada en algún país inexistente o algo similar, al menos para silenciarlo de todo lo que podría hablar si por despecho se larga a hacerlo. Otro Alberto Fernández no se toleraría en Olivos.
Jorge D. Boimvaser