La Ley 20.744 de Contrato de Trabajo, atribuye tres particularidades al salario. Este debe ser mínimo, vital y móvil.
Con “mínimo”, refiere a la remuneración más baja en efectivo que debe cobrar el trabajador, excluyendo las cargas familiares.
Es “vital” porque ese salario debe garantizar la cobertura de las necesidades básicas como la alimentación y vivienda, asistencia sanitaria y previsional, educación, vestimenta, traslados, vacaciones y esparcimiento
Finalmente debe ser “móvil” porque tiene que ir siendo ajustado conforme al comportamiento que va experimentando el costo de vida.
Sin embargo, en la Argentina el salario mínimo, vital y móvil promedio fijado desde agosto en $ 2.300 no cubre el costo de la canasta familiar.
Además, el dato es oficial, fue elaborado por el INDEC. Aunque esta vez, de acuerdo a los precios relevados por los institutos de estadística provinciales. Es decir, de manera mucho más aproximada a la realidad que la información que suele emitir este organismo, y arroja un mínimo requerido para gastos básicos de $ 2.531.
Cabe recordar, que en la última reunión paritaria, los empresarios no aceptaron un piso promedio de salario mínimo a $ 2.600 solo porque eso los obligaría a discutir nuevos incrementos a sectores cuyo mínimo precisamente, supera por escaso margen los $2.300.
Este mínimo fijado entonces en $ 2.300 es lo que determina que empleados en negro con sueldos inferiores a ese monto, personal doméstico y rural con mínimos más bajos, y cerca de medio millón de trabajadores que desarrollan su actividad por fuera de los convenios, se vea damnificado. Sencillamente, no alcanza para solventar gastos básicos que lo superan en más de $ 200.
Como nobleza obliga, es necesario reconocer que a partir de 2003, y luego de tantos años de letargo en la materia, el gobierno otorgó varias subas salariales que hasta parecerían haber superado a la inflación de su momento. De todos modos, esos incrementos no resultaron realmente suficientes con respecto a los precios constantemente en alza de los alimentos.
Lo que resulta más preocupante, es que la brecha tiene a agrandarse, en tanto que mientras los precios continúan su escalada, la nueva suba al salario mínimo de referencia, solo podría ser materia de discusión hacia el mes de agosto del 2012.
Nidia G. Osimani