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De la plaza de Perón, a la plaza de la SUBE

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CRISTINA Y LA REVOLUCIÓN COSTUMBRISTA
CRISTINA Y LA REVOLUCIÓN COSTUMBRISTA

Los argentinos vivimos una especie de ensoñación en términos de pensamiento, que podría definirse como “déjá vu”, una paramnesia, una sensación de haber ya vivido algo. En el minimalismo argentino de lo público, que congloba el mundo de las relaciones reales, económicas, políticas, sociales, y que no alcanza a más de 5% de la población, se represente dicho déjá vu como algo actual, sustancial, perceptible, y que está ocurriendo.

 

Los argentinos somos personas que estamos acostumbradas a nadar contra la corriente, correr contra el viento y atrasar todos los relojes. Cuando el denominado “socialismo real” ya se comenzaba a morir en una especie de agonía interminable que puede situarse entre las décadas del 60 y el 70, y los comunismos europeos declinaban inmisericordiosamente en un pedaleo hacia atrás en busca de una viabilidad que la URSS demostraba como inviable, la clase política minimalista argentina (ese 5%) no tuvo mejor idea que mandarse una lucha revolucionaria contra el Estado y contra el Ejército. Lejos, muy lejos de ello, el mayo francés europeo le demostró a la intelectualidad izquierdista de aquellos lares, que la dictadura del proletariado no es lo deseado por los europeos del este, lo que provocó una fuga a contrarreloj de dichos encuadramientos políticos en busca, de ser posible, su propio subsistencia, la que se comenzó a verse como imposible sin una renuncia masiva a los idearios rojos de Lenin, Trotsky, Mao, etc.

Baste la anécdota relatada por el mismo Foulcaut, quien en aquel Mayo Francés salió a la puerta de su casa y vio a jóvenes corriendo a colocarse tras una barricada, en actitud desafiante contra, quizá, casi todo, corrió y escribió: "Hoy vi a gente correr procurando su propia esclavitud". 

 

El “socialismo” capotó 

 

Así, la caída del Muro de Berlín y de la cortina de hierro, acompañado por la “inteligenzia” europea mayoritaria, el fracaso de Carter, el advenimiento de la extrema derecha en los EEUU y la llegada de la ultra derecha polaco-germánica a la iglesia católica, extinguen cualquier proyecto político de un país europeo y/o serio del mundo, dentro del encuadramiento relatado.

Lógicamente, era el peor momento para los países de América no anglófonos, quienes en los 80 vivían la llamada “década perdida” y no solo eso, aún en los 90 se cobrarían parte del atraso y la falta de entendimiento de los dirigentes más importantes de los países que no quisieron, no pudieron o no les importó respetar las tradiciones, siempre corriendo detrás de las ventajas y/o pseudo oportunidades que siempre, a la postre, se transformaron en desilusiones masivas.

Así, mientras los europeos comprendían su propio destino, limitaciones, necesidad de integración, y que las mismas no salían de los discursos o bibliotecas de los señores ideólogos franceses del neo marxismo, sino, que obligaban a estos a someterse a las necesidades sociales de aquellas masas a las cuales no les interesaban afiliarse a un “partido único”, ni tampoco a constituirse en “clase proletaria dictatorial” al decir de Lenin, quizá, éste, el mayor teórico (desde el gobierno) de la izquierda que gobernó.

Los europeos, desde el Mayo Francés, hasta mediados de los 70 provocaron una revolución silenciosa: transformar el marxismo duro tradicional en “neo-marxismo” o social-democracia. Ya no habría asalto a la Bastilla, sino abdicación: se bajaron las rojas banderas, como bien (tardíamente) hizo Tony Blair, al asumir como premier de Inglaterra y la Gran Bretaña en un acto de su partido, en el cual hizo eliminar todas las menciones de la Carta Partidaria Socialista a Marx y al marxismo, ello, ante la humillación de todos los gerentes dirigentes tradicionales, muchos de los cuales ocuparon su lugar mucho antes en el nro. 10 de la calle Downing, sede el Ejecutivo en Londres.

Antes, 15 años previamente, italianos y socialistas bajaban las banderas rojas para hablar de productivismo, sinergias y bienestar, rescatando (valga que paradoja) el estado de bienestar alemán de fines del siglo XIX y la socialdemocracia de los demócratas norteamericanos. Felipe González, Berlinger, Willy Brand en Alemania Miterrand, Jospin, Schoereder y muchos otros solo conservaron la rosa roja, nada de marxismo, mucho de flexibilidad, mucho capitalismo, en definitiva. Todo un discurso que pudo escucharse de manera brutal en los “malditos 90”.

Solo basta ver el régimen de salud o laboral o el tratamiento a los especuladores económicos que se hubo de dar en Europa, por todos los dirigentes ladrisocialistas, y notar cómo en los 90 y hoy los personeros locales copias (hasta literalmente) todos los “pseudo avances” de dicha progresía, que a la postre no son otra cosa que una fuerza negadora de la voluntad de los pueblos y sus tradiciones. Solo basta ver el desastre de la droga en Europa, la destrucción de la familia y de los valores de la amistad, la virtud y el honor, las creencias, etc. para ver cuál es el “ideario” del ladriprogresismo local.

 

Suramérica y tercer mundo

 

Hoy, en la crisis global del primer mundo y en un proceso de reversión de aquellas equivocaciones, sufrimos la primavera de los emergentes, que ya comienzan a desacelerarse, pues son modelo de burbuja aún peor a la americana, y que no logra aglutinar en un pensamiento realista, un modelo realmente sustentable de desarrollo, no solo económico, sino político, social y moral. Quizá esto ocurra por la falta de libertad y garantías. Solo basta ver lo que es el pinochetismo nada comunista de China y la dictadura de Chávez Frías en Venezuela. Quizá por necesidad de auto engañarse, quizá en lo local, por haber caído el peronismo en la Argentina en manos de una banda de prestamistas. O quizá por no alcanzar ello, dentro del marco de la crisis global, como en el caso de Brasil, y dicho proceso (auto mentido) no puede lograr constituirse como proyecto, sino como simple coyuntura de una nueva mutación o regurgitación que las grandes potencias hacen de sus propias realidades.

En concreto, en la Argentina y en el tercer mundo, hay una necesidad de auto engañarnos de las realidades que vivimos. Creemos haber inventado la pólvora de un “nuevo socialismo del tercer mundo”. Algunos lo hablan sin ruborizarse, con lo cual muestran su pobre catadura moral, mientras en la realidad, el modelo sub-colonialista —o sea, ser colonia a la vez de una colonia, como Brasil o China— muestra su peor brutalidad, la economía extractivista (extraer oro, extraer soya, extraer petróleo, extraer pesca, agregue el lector o tache lo que a su país tercermundista se le aplique, o no) o contra los grupos que denuncian el envenenamiento de napas y aguas con el glifosato, gran envenenador de los campos y de los pueblos rurales asesinados a soya, o las fumigaciones de otros cultivos, igual de dañinos, o la forestación que, subrepticiamente reemplaza bosques nativos con bosques de pino o eucaliptos transgénicos, la denominada “muerte verde”, todo con la complicidad de los gobiernos locales que se reservaron este asesinato en la constitución infame de 1994, se aseguraron poder destruir la fauna, la flora, la pesca, los recursos acuíferos, plan siniestro del menemismo que hoy, en su versión “neo marxista” (para la gilada) encuentra la soja alta en precio y cantidad, por ahora.

Y toda esa engolada prosa de “nueva era” del tercer mundo ocurre mientras la OTAN se bombardeó unos cuantos países del África y Oriente Medio, y quizá se siga bombardeando algunos más, en los próximos meses, o días.

Así, mientras demuelen a los ecologistas a garrotazos y gases lacrimógenos, por solo denuncian la destrucción del territorio argentino por parte de la minería —sentándose en una ruta donde pasan tres autos por semana— la Presidenta habla de “debatir entre todos la cuestión” y la Ministro de Seguridad de que los problemas de su área, su “target” son dos canas que vendieron la foto de una modelo (de la garroteada, nada).

Estas declaraciones hacen acordar cuando, en el 77 o en el 78, se les permitía a los periodistas amigos de la dictadura armar una rueda de prensa, tan o menos preparada que las únicas cuatro que autorizó el kirchnerismo en ocho años de poder, y en donde a alguno de estos se le escapaba una pregunta sobre los desaparecidos. Videla contestaba, muy suelto de cuerpo, que los desaparecidos no estaban, eran una entelequia, un ente que no se ve, no está.

En la Argentina de Cristina, el modelo extractivista monopólico y sub-colonialista del no desarrollo, “los garrotazos a los manifestantes que no nos gusta, no están, son una entelequia, no se ven”.

Las personas reprimidas —reprimidas por gobernantes que siempre se ufanaron de jamás reprimir manifestaciones, a la vez que cuentan con más muertos que todos los anteriores gobiernos desde 1983— “no están, no las vemos, no hablamos, son una entelequia”.

Así, mientras se ve como cientos de personas hacen colas en muchos lados, como una suerte de espectros espantados por una apretada económica en ciernes, un gran camión se estaciona en la Plaza de Mayo, Plaza de otrora grandes concentraciones convocadas por el General Perón, para ofrecer sacar una tarjeta digital: la tarjeta SUBE, nueva panacea y emplasto curador de todos los males y padecimientos, de “todos y todas”.

Da pena la Argentina, y dan pena los argentinos, que, como en lamento boliviano, no tienen ni siquiera la dignidad de renunciar a dos pesos por día (si es que se los dan) y a aceptar que los estén monitoreando, como supo confirmar el inefable Secretario de Trasporte Schiavi, con su triste frase: “Tedremos un control total de lo que pasa con el trasporte gracias a la tecnología de la SUBE”. Le faltó agregar: “… y dónde están las personas que la usan, dónde van, si llegan tarde a la oficina, se borran del acto de Cristina, van a un acto opositor, o se hacen la rata.”

No hay más bambalinas. Éste es el escenario.

 

José Terenzio

 
 

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  1. Para el Sr. Cacho, le recomiendo que lea atentamente la definición de Capitalismo, el cual nunca pudo aplicarse en la Argentina, siempre estuvimos inmersos en una mezcla de socialismo y fascismo, ahora una maléfica combinación de ambos. Las colas son un experimento de hasta donde puede humillarse al trabajador, para que deba hacer colas al Sol, para obtener una ventaja que le permita poder viajar y llegar con su miserable sueldo hasta fin de mes. El Capitalismo requiere estado de derecho, seguridad jurídica, protección de la vida y propiedad privada, secreto bancario, y una defensa clara respecto de la voracidad fiscal ilimitada al cual todo estado llega siempre por ser un barril sin fondo en un eterno déficit fiscal. No es Capitalismo el llamado "de Amigos" donde los empleados de alto rango y funcionarios estatales le abren "negocios" a sus familiares y amistades, donde se les facilitan los trámites burocráticos e integran "listas de acomodados" que la AFIP y ARBA leen atentamente para no molestar. Esto que vivimos es un sistema pergeniado por la hipermafia monetarista bancaria mundial para quedarse con los verdaderos bienes que son la tierra, el agua, los recursos naturales.

  2. Señor Terenzio Usted dice que “…solo basta ver el desastre de la droga en Europa, la destrucción de la familia y de los valores de la amistad, la virtud y el honor, las creencias, etc. para ver cuál es el “ideario” del ladriprogresismo local”. Y atribuye esas consecuencias a “…Solo basta ver el régimen de salud o laboral o el tratamiento a los especuladores económicos que se hubo de dar en Europa, por todos los dirigentes ladrisocialistas, y notar cómo en los 90 y hoy los personeros locales copias (hasta literalmente) todos los “pseudo avances” de dicha progresía, que a la postre no son otra cosa que una fuerza negadora de la voluntad de los pueblos y sus tradiciones”. Galimatías aparte, del desastre de la droga, la destrucción de la familia y los valores…, ¿no se le ocurrió pensar en otras causas, quizás un poco mucho más significativas, conducentes a tan negativos efectos?. Para Usted, ¿no ha tenido ninguna incidencia ni significación las dos tremendas Guerras Mundiales vividas en Europa y que arrasaron con todos los valores que hacían a esa sociedad?. Guerras, dicho sea, desencadenadas por la búsqueda de preeminencia y dominio de las burguesías industriales y financieras de un Estado sobre las de otro, o por la búsqueda de anexión territorial o apoderamiento de los recursos naturales, y no por un “ladrisocialismo” precisamente. Guerras que se continuaran con otras de tipo colonial, pero no por ello menos sangrientas, y por la Guerra Fría con la amenaza siempre presente de desaparición de todo lo conocido y familiar en una presunta hecatombe nuclear, fantasma agitado para mantener disciplinada a la gran masa social para beneficio de aquellos que habían promovido las guerras. ¿Tampoco tiene nada que ver el nuevo ordenamiento impuesto con la irrupción de la “sociedad de consumo”, del “consumismo” que viera su nacimiento en los EEUU hacia la década de 1950, y cuyo fin era crear el círculo infinito de producción-consumo que asegurara el crecimiento del capital?. Claro, esa sociedad de consumo tenía, y tiene, su precio: exige renunciar a los valores humanos. Una persona ya no vale por lo que es, sino por lo que consume, y secundariamente por lo que pueda producir. Negación absoluta de la condición humana en aras del becerro de oro llamado libra, dólar u oro sellado. Esta destrucción del valor humano de la persona, ¿no es alienante? ¿no destruye al ser humano? ¿con seres así destruidos, puede pretenderse una sociedad “sana”, que conserve sus valores habituales (valores que se han de apreciar como fracasados e inútiles)?. La droga es un escapismo a vivencias que resultan insoportables, especialmente la inseguridad y la consecuente desorganización de la personalidad. Esto se ve a nivel individual y también social. Aquí es dónde habría que buscar las causas del incremento desorbitante del consumo de sicotrópicos. Así como en esa destrucción social la pérdida de los valores “tradicionales”. Hoy los seres humanos parecieran estar en la búsqueda desesperada de una nueva sociedad, de nuevos valores, que le permitan reconstruirse como personas. Mucho se puede hablar y mucho se ha hablado sobre este tema. Filósofos, educadores, religiosos, artistas, intelectuales, lo han tratado. Y mucho se ha de hablar. Pero lo que sí podemos preguntarnos es si esta realidad que hace a la profundidad de la persona humana se debe sencillamente a las acciones desarrolladas por “ladriprogresistas”. Creo que concordará conmigo al estimar que en un artículo periodístico los temas se deben tratar con la prudencia pertinente. Y esa prudencia indica no banalizar lo que no es banal. Atte.

  3. La tarjeta SUBE es para el gobierno además de lo comentado una nube de distracción de lo que está pasando con la minería, con la inseguridad. La SUBE sirve para tapar la represión de los ambientalistas.

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