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Qué tan real es el poder de La Cámpora

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¿QUÉ QUEDARÁ DESPUÉS DE QUE ESTOS JOVENES IGNOTOS DESTRUYAN AL PERONISMO?
¿QUÉ QUEDARÁ DESPUÉS DE QUE ESTOS JOVENES IGNOTOS DESTRUYAN AL PERONISMO?

En lo que va del año, y quizá un poco más, se comenzó a discutir, mayormente en los medios de comunicación, sobre el peso político, dimensiones, extensiones, o capacidades reales de la incógnita agrupación auto referenciada como “La Cámpora”.

 

Producto ello más de la necesidad de hacer algo en política de los hijos de dirigentes y punteros y sus ambiciones (ya había pasado algo parecido en el menemato) se comenzó a ver la entronización de determinados personajes, otros, además del hijo del hoy extinto Néstor Kirchner, como el señor Mariano Recalde, hijo del poderoso diputado de la Nación y cabeza del estudio jurídico “Recalde”, representante de los más importantes gremios del país.

Poco o nada se conocía de Mariano Recalde, desde hace buen tiempo mandamás del gerenciamiento estatal de la aerolínea de bandera —la empresa aérea sigue siendo de Marsans—. Los que lo conocieron, contaron que el único antecedente político de Recalde Hijo, es la ínfima agrupación estudiantil “La NBI” en la Facultad de Derecho de la UNBA, con la que nunca pudo ganar el Centro de Estudiantes (Cedycs).

En dicho agrupamiento, NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas), el siempre apoyado Mariano, tenía como principal método de difusión de su ideario el tirar petardos en los pasillos, o globos de colores en las aulas.

En un comienzo, el grupúsculo de La NBI se solapaba sin definirse como “kirchnerista”, con lo que tomó algo de vuelo, pero lo tomaron pronto usando mayormente a otros sectores “progres” —un calco de lo ocurrido en el resto de los territorios— para luego absorberlos o desecharlos desinflados, método bien conocido en el PJ, pero en especial en la “M” (Montoneros).

La proliferación de cargos con la que se vieron beneficiados en los últimos meses, todos aparece unidos con un denominador común: lo jugoso de sus contratos y lo sustancial del poder del cual, cual varita mágica, ellos invisten.

 No conocen, al parecer, el sacrificio de la mal llamada “militancia”. Militancia entre comillas, dado que todos los recursos recibidos por ser militante (absolutamente rentados), es por el hecho de que la plata fluye con un curso que dará qué hablar y qué juzgar en los próximos años.

La cuestión a dilucidar en consecuencia, es si La Cámpora resulta un grupo de funcionarios acomodados, un grupo de pensadores ubicados a dedo, o un grupo político que dará la respectiva lucha.

En principio, solo vemos que lo que une mayormente a estos jóvenes, es el verticalismo cristinista y extensivamente kirchnerista de manera innegociable, de lo cual se puede deducir que la presidenta Cristina Fernández, resulta ser una última ratio ideológica o razón de ser, por lo menos por ahora, mientras los jugosos contratos sigan existiendo en beneficio de los nuevos dirigentes.

Se desconoce un pensamiento político que sustancialmente pueda ser tomado como propio. Las mínimas declaraciones —desorganizadamente expresadas y de difícil recolección— remiten siempre a apoyar a Cristina, con quien comparten, por lo visto, la idea de que la política es una accionar de logias, de bandas, críptica y secreta, y no una actividad pública.

Sus razonamientos son elípticos, no se sostienen por sí mismos, más bien parecidos a los grupos de choque fascistas, que a una agrupación política. Una especie de “camicia nera” de Mussolini, por ejemplo, pero de estudiantina universitaria, más que de molotov.

También puede verse un “trasvasamiento generacional” en términos de militancia, como explicaba Perón, dado que, como va a ser muy previsible, no logrará imponer a las bases su único hilo conductor, y menos a el resto de la militancia y dirigencia, y en su caso, la imposición tiene un costo político de dependencia muy alto.

Asimismo, puede notarse un decaimiento real (puede ser relatado) de otros sectores de la política de poder, ergo, del peronismo, salvo en los mentideros de los medios de comunicación que tampoco logran trasmitir un ideario y/o pensamiento de estos jóvenes que la población no individualiza, salvo por la costosa imposición que realiza la mandataria de los mismos.

Por último, y lo más analizable, son los costos políticos del poder real que hoy recae en Cristina: muy alto por de pronto en cuanto a que su imposición resulta altísima en cada caso, en lo que deriva en una interna más que complicada y el agotamiento de la paciencia, no solo de la oposición o de la población, sino de los mismos oficialistas. Solo basta ver el rechazo generalizado en el Senado cuando a los legisladores les fue “bajado” el nombre de uno de estos jóvenes para una secretaría clave.

En consecuencia, se entiende que la entronización de la ficcionada “La Cámpora” es una imposición de Cristina a la clase política con cargos y una jugada de su hijo, quien sueña con ser primer ministro si la reforma constitucional pudiese prosperar, cosa que hoy no puede preverse.

 

El costo versus la falta de opciones

 

Así, Cristina no sería, luego de 2015, nuevamente presidenta de la república, es un hecho. En primer lugar, porque la actual Constitución se lo impide, y para el caso de ser reformada, el sistema político ya ha optado por un régimen de semi-parlamentarismo (pacto con el ingenuo Binner) quizá al estilo francés, con un presidente más bien protocolar, y un primer ministro ejerciendo la administración.

En cualquier caso, Cristina no podrá optar por ser presidenta si quiere mandar dentro de las atribuciones constitucionales, dado que el poder real de la administración recaería en el primer ministro (tal es el caso de Sarcozy) y ése es el sueño o “fantaciencia” en la cual caen los jovenzuelos y adinerados “camporitos”.

Sin embargo, lo importante es analizar cuáles son los costos de todo este andamiaje, y si en realidad se puede ver al mismo como un real proyecto, y no como un mazo de cartas puesto como castillo, al que cualquier viento o estornudo de resfrío lo pueda voltear.

En principio, Cristina y sus jóvenes párvulos recién llegados a las lides del fango político, ya han comenzado a pagar altos costos, producto de jugar el póquer de la política, mostrando burdamente sus intenciones.

El hasta ahora gobernador bonaerense, Daniel Scioli, sabe y no cree en sus fueros íntimos que tenga grandes chances de ser presidente. Sabe que dicha oportunidad se anula en los cánones de respetos al kirchnerismo y del PJ en general. Si hay algo de lo cual el PJ hace culto, es la confabulación y la traición. Por consiguiente, con cuatro años de desgaste anteriores, con los casi cuatro por delante y con la situación financiera ardiente que se vino pateando en la provincia de Buenos Aires, es estimable que a Scioli le corresponda salir antes que ningún otro del juego.

Una eventual salida de Scioli producirá dos efectos raros: en principio alegrará a los jóvenes cristinistas, grandes chocadores de calesita, como sus mentores, pero luego, verán cómo la daga de los intendentes inviables del GBA —por adyacencia política y destino común— se les dan vuelta sin que ellos puedan reemplazarlos, salvo en las listas del cobro, pero carentes de todo atisbo o idea de la gestión, máxime en el GBA, en donde la gestión se confunde con el “comisariato”, el narco y el delito.

Hugo Moyano es otro que deberá saltar el cerco y tendrá que ir a la cola de los gordos de la CGT, si quiere mantenerse como actor político con poder de fuego. Nadie dice que no conservará su estamento ni su relativo poder gremial, pero la política es otra cosa.

Los gobernadores no mineros con caja son los únicos que pueden salir de la crisis que ya se ha planteado en 2009 y que el Estado nacional a pateado, con sus manejos de cajas, del ANSeS, del Tesoro, del BCRA (al que le van a pegar otro viandazo en estos días) y del PAMI.

Existe un profundo temor de los conflictos sociales, producto de la alta inflación y el “amesetamiento” en 2011 del falso crecimiento tapado por la mayor recaudación, que, valga la ironía, se produce por la inflación. Sin embargo, los gobernadores de provincias altamente deficitarias y explotadas demográficamente, como Tucumán, Salta, Jujuy, Misiones, etc. saben que los más pobres son los que más padecen la inflación, pero también saben que los tienen ellos en las periferias del Gran Tucumán, del Gran Posadas, del Gran San Salvador, del Gran Salta, que de “Gran” solo le van quedando las “grandes villas miserias”, villas sin chance individual por estar lejos de Buenos Aires y con gran riesgo de explosión social.

Dichos gobernadores podrían migrar fácilmente —ante la hecatombe económica o electoral— hacia las oposiciones de poder que se configurarán convenientemente dentro del peronismo y su periferia, aún kirchneristas o de otro pelaje, cosa que ya han comenzado a negociar en una transversalidad de centro, por ejemplo, Urtubey, Massa y sus nuevos intedentes de “la primera sección”, Bruera, Macri, etc. la cual muchos podrían ver con agrado ante un fracaso electoral de 2013, o la imposibilidad de la reforma ya mencionada.

En consecuencia, ante tantos soldados que cayeron, caen y podrían caérsele a la presidenta —basta observar la inexistencia de peronismo el 1 de marzo, en ocasión del inicio Parlamentario— sería mucho mejor que, en vez de preguntarse la dimensión política, geográfica, numérica, o intelectual de La Cámpora, cual ha sido la pérdida de apoyos y la necesidad cada vez más acuciante de alimentar su propio mito, el mito de “él”

 

¡Varo, varo, devuélveme mis legiones!

 

La historia es la principal herramienta humana para articular la dimensión presente de las acciones políticas de los hombres.

La presidenta no parece no haberle prestado atención a la famosa lección que contó Suetonio, respecto de la fallida decisión de Augusto, en el año IX (d.C.), quien permitió a su mejor general, Varo, atravesar el Rin y adentrarse en territorios germánicos no conquistados por Julio César. Quizá al adoptivo del César, lo pudo más su ambición de superación que la razón, algo raro en él, que gobernó con sabiduría 40 años, situación poco común en aquellas épocas. Demás está decir que los 20.000 legionarios fueron aplastados y matados hasta el último hombre en la Batalla de Teutoburgo, representando quizá la mayor derrota de Roma. La frontera final y definitiva sería, en adelante, el río Rin.

Según el historiador, Augusto, estupefacto, golpeó su cabeza varias veces contra la pared repitiendo la frase: ¡Varo, Varo, devuélveme mis legiones! Pero la equivocación política era suya, no de su subalterno.

¿Podrá Cristina recuperar las legiones que acaba de malgastar, en nombre de La Cámpora?

 

José Terenzio

 
 

33 comentarios Dejá tu comentario

  1. A pesar de algunas denuncias de corrupción, no veo nada de malo en la renovación política, si ustedes creen tener la posta, formen su partido, su agrupación, propongan cosas mejores y dejen de andar fracasando por los blogs...es fácil hacer militancia desde el sillón. Mientras, la Cámpora que tanto critican, es mejor que ustedes

  2. Hasta ahora lo mas importante que hizo la Campora fue ocupar cargos puestos a dedo y no destacarse en buen desempeño en los cargos que ocuparon.

  3. Che Nestor, vivo al lado de un local de la camporita, y como mi casa es mas alta puedo ver el techo de al lado, lo increíble es que en ese lugar antes que se metieran no había nada en el techo y después veo UNA SELVA DE MARIA. Ahora se de donde sale tanta guita, de la venta de droga, noooo. Como tienen comprado a todo el mundo, alguien honesto no podría luchar contra ustedes, porque ademas de la guita de la droga tienen la guita de la mami cristina, jajajaja. P.D: Ya me imagino de donde sale tanta maria, la cultivan en cada local de la CAPORITA

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