En un escenario de crisis mundial y exigentes vencimientos de deuda por delante, la presidenta Cristina Fernández decidió construir su propio "blindaje", garantizándose acceso amplio a las reservas del Banco Central si hiciese falta.
Así, el rápido tratamiento que, se espera, tendrá el proyecto de reforma de la Carta Orgánica del BCRA en un Congreso dominado por el oficialismo, le dará aire al gobierno para afrontar un año económico difícil para el mundo.
En este escenario, impactó la sinceridad de la titular del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, ante los legisladores, cuando al defender la reforma de la Carta Orgánica les advirtió: "Si no se quiere forzar un brutal ajuste fiscal se hace esto". Así, la jefa del BCRA pareció admitir que la situación de las cuentas públicas es más complicada de lo que se cree, y por ello deben tomarse recaudos extraordinarios.
Esos "recaudos" suman, según estimaciones de algunos especialistas como Miguel Bein, más de 50.000 millones de pesos, poco más de 10.000 millones de dólares, de fondos extra que el Central podrá prestarle al Tesoro. Un escenario más adverso explica también que la Presidenta se haya visto obligada a adoptar algunas medidas que terminan impactando sobre el nivel de actividad, pero que parecían imprescindibles para evitar un mal mayor.
Es el caso del cepo impuesto a la compra de dólares para frenar una fuga de capitales que se disparaba sin freno. Esa medida, que logró reducir la sangría de divisas, impactó rápido y con fuerza sobre uno de los sectores más dinámicos de la economía: el mercado inmobiliario. Así, por primera vez en tres años, la escrituración de propiedades cayó —en diciembre y enero—y desde el Colegio de Escribanos porteño advierten que esa merma se debió a las trabas impuestas a la compra-venta de dólares, la moneda en que se realizan casi todas las transacciones inmobiliarias.
También preocupan los problemas que afectan al sector automotriz, donde la producción empieza a ser afectada por trabas a las importaciones, y obligaron a FIAT a suspender sus actividades en Córdoba al menos por dos días, dejando a 1.700 operarios parados. Los mayores controles a las importaciones están originados en una reducción del superávit comercial, una variable clave para poder mantener a raya el tipo de cambio.
El gobierno busca garantizarse este año un saldo comercial de unos 10.000 millones de dólares. Para cuidar el flanco de las cuentas públicas, que se encuentran cercanas al déficit si la variable se calculara luego del pago de deudas, el gobierno decidió duplicar la financiación que el Banco Central le puede otorgar al Tesoro.
A partir de los cambios que se avecina a votar el Congreso, el BCRA podía girar fondos con un límite equivalente al 10 por ciento de la recaudación, pero ahora ese nivel se duplica y se amplía al 20 por ciento. Desde la óptica de economistas alejados del gobierno, el mayor poder que tendrá la Casa Rosada sobre las cuentas del BCRA encierra dos problemas: el posible debilitamiento de las reservas y la tentación de usar esos fondos para sostener el consumo, acrecentando el problema del déficit.
Eso se lograría incrementando la emisión monetaria, una receta que históricamente desembocó siempre en más inflación. El tema del costo de vida está muy lejos de solucionarse, ya que a pesar de que el caballo de la economía ya no tira como antes, los precios continúan en alza sostenida.
José Calero
NA