La Coalición Cívica-ARI, la fuerza que fundó y comandó Elisa Carrió, tocó fondo en las elecciones generales del año pasado, cuando obtuvo menos del 2 por ciento de los votos en juego.
Luego de ese papelón, se inició una etapa de introspección, de redefiniciones internas, en las que han venido chocando dos posiciones: están los que piensan que la CC debe reimpulsarse sin la presencia de Lilita, porque su liderazgo hiper personalizado demostró ser cosa del pasado; y están los que creen que sin la chaqueña no se puede hacer política y, por lo tanto, atan el futuro del partido a su resurgimiento.
El joven dirigente Adrián Pérez, sin cargos en el Poder Legislativo nacional desde que venció su mandato de diputado, ha quedado como cabeza de la fuerza. Le cabe la tarea de asegurar que la Coalición no desaparezca. Y de frenar el drenaje de dirigentes, muchos de los cuales vienen migrando hacia el oficialismo, como ya pasó con concejales de la CC en los distritos bonaerenses de Lanús, San Martín o Hurlingham.
Hace muy poco, Pérez fue consagrado como secretario general de la CC. Su nombramiento es una apuesta a la cuestión generacional. Pero, estaba cantado, ha venido chocando con el fantasma omnipresente de Lilita. Que, como se sabe, es muy corrosiva y cáustica cuando abre la boca, aún con la tropa propia.
¿Un boicot?
El joven Pérez todavía está maldiciendo una reciente y venenosa intervención de Carrió el mismo día en que un plenario nacional de la Coalición lo ungió como la cabeza de la fuerza. Esa vez, Lilita salió a decir lo siguiente: "No es momento para dejar la lucha contra la corrupción". Como si la llegada de Pérez implicara el abandono de esa bandera histórica de la CC. Pérez se sintió boicoteado por su ex jefa y acaso tenga algo de razón.
Pero más allá de este episodio —en verdad, sólo retenido por los militantes partidarios— puertas adentro de la Coalición se percibe a una Lilita con menos poder de fuego mediático. O sea: una falencia notable en uno de sus grandes pilares de construcción política y de instalación en la opinión pública. Dicen que la dirigente se bajoneó bastante cuando comprobó la poquísima repercusión que tuvo en los medios, aún en los más enfrentados al Gobierno, su rimbombante pedido de juicio político al ministro de Planificación Federal, Julio De Vido.
Fue luego de la tragedia de Once, que dejó un tendal de 51 muertos en aquel accidente ferroviario que melló la línea de flotación del kirchnerismo. Un dato objetivo corrobora esta línea de pensamiento: Lilita dejó de ser una abonada a los programas de TV en los que se abordan las cuestiones políticas.
Alianzas
Como sea, hay otra cuestión que distancia a la nueva ola de la CC del "lilismo" histórico: aunque no lo digan abiertamente, quienes ahora tratan de reflotar la Coalición y piensan, sobre todo, en el 2015, creen en la necesidad de estrechar vínculos con fuerzas afines. Es una gran diferencia con Carrió, quien descreyó de alianzas con otros sectores progresistas no kirchneristas y, digámoslo, terminó aislada, disminuida. Si Pérez logra manejar en serio el partido no es descabellado pensar en acercamientos con el Proyecto Sur de Pino Solanas, el GEN de Margarita Stolbizer o el Socialismo/FAP del santafesino Hermes Binner.
Claro, antes está la legislativa de 2013 donde la apuesta para las listas al Congreso nacional sería el propio Pérez encabezando la nómina de los candidatos por la provincia de Buenos Aires y el economista Alfonso Prat-Gay en la correspondiente a la Capital Federal. De todo esto se habló en un reciente encuentro de la CC bonaerense, realizado en La Plata. Pérez se llevó de allí el respaldo de referentes provinciales como los legisladores Walter Martello, Oscar Negrelli, Pedro Simonini o María Isabel Gainza.
Todos partícipes de la idea de despegarse de la intransigencia de Carrió como salvación para el partido y acaso pensando en que su aporte, en la etapa de la reconstrucción, puede venir desde otro lado.
Los incondicionales
¿Y en la otra vereda? Pues allí se enrolan los incondicionales de Lilita como Elsa Quiroz, Hector "Toty" Flores o incluso Juan Carlos Morán, quien fuera candidato a gobernador bonaerense de la Coalición Cívica en la última elección (algunos aseguran que, guiado por Carrió, su único objetivo hoy por hoy es debilitar a Pérez, aunque esto será desmentido con ahínco).
Se trata de los dirigentes que creen que se debería esperar un tiempo antes de tomar decisiones que definan al partido, acaso deseando que Carrió cambie su estilo centralizado de conducción. Son, si se quiere, más contemplativos respecto al papel central que debería tener Lilita aún después de la catastrófica performance electoral de 2011.
Mariano Pérez de Eulate
NA